Retina | Odiar en paz

08/09/2025.- La técnica para que alguien pueda sentirse bien mientras mata, es realmente sencilla: tiene que actuar convencido de que está realizando un acto justo.

El truco es muy potente y vale igual tanto para cometer un asesinato individual como para un genocidio. Hacer que el homicidio parezca inscrito en un acto de justicia, de limpieza moral. Se logra atizando odios que tienen sus bases en una visión religiosa, entendiendo el término “religioso” en una acepción en la que las ideas que se sustentan aparecen como las únicas que son morales y que no requieren, y por ello tampoco se procura una verificación en la realidad.

Sobre esta base, el tema puede ser económico, político o religioso. El adversario es presentado como si careciera de cualquier valor moral. Su existencia es inmoral; su eliminación es justa.

Esta dinámica podemos rastrearla con muchos ejemplos a través de la historia de la humanidad. En todo los casos, lo que más aterra es la convicción que tienen los responsables del genocidio de que están haciendo el bien.

En 2002 recibí un correo de un muchacho que vivía alquilado en la casa de mi mamá, donde era tratado como uno más de la familia. El estudiante de la ULA, después de preguntarme si no me daba vergüenza ser chavista por un salario, me informaba que había que asesinar a todos los chavistas, que había que acabar con “esa plaga”.

Una vez que superé el impacto de esta agresión inesperada, le respondí que cuando empezara la cacería tuviera el cuidado de matar a mi mamá, a mis hermanos, hermanas y sobrinos sin someterlos a tortura.

Por supuesto que me respondió que jamás había tenido en mente asesinar a mi familia. Parece que soñaba con que se podrían asesinar a todos los chavistas sin incluir en la degollina a los chavistas que él quería.

Lamentablemente, la violencia no se comporta así. No tiene una racionalidad que permita administrarse por sí misma y actuar con elementos de justicia.

Quizá la motivación central de la clase media alta de Libia era lograr, una vez destruido el gobierno, cuotas más grandes en el reparto de las riquezas del país. Hoy ha recogido solo el espanto de un país destrozado, administrado violentamente en trozos, imposibilitado de ir hacia ninguna parte.

A veces me gusta pensar que toda esa carga de violencia y odio que sueltan personas enfermas de la oposición es solo una impostura radical, que piensan que les queda bien para su uso en redes sociales, en ascensores y en panaderías. También sé que algunos son solo unos cobardes pagados para multiplicar el miedo y el odio antivenezolano en Internet.

Cada vez se queda más solo en eso, en ganas de ser aceptado o aceptada entre círculos odiadores o de sacarle a la Machado unos dólares por repetir su enfermiza carga de mentiras. En la oposición, crece, de manera constante, una reflexión que permite dejar sin influencia a los violentos.

Ojalá que toda la gente entendiera que por la vía del exterminio solo se puede destruir, pero no construir un mundo mejor.

 

Freddy Fernández

@filoyborde

 

 


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