Micromentarios | La libertad, el negocio redondo de la ultraderecha
02/09/2025.- Uno de los valores más preciados y anhelados es la libertad, pero, ¿de qué hablamos cuando se le invoca?
Si se consulta a aquellas personas que claman por ella qué entienden por libertad, vamos a recibir casi tantas respuestas distintas como el número de consultados. He aquí algunas que he oído, leído u obtenido mediante conversaciones.
"Libertad es hacer lo que uno quiere, porque quiere".
"Libertad es que yo llegue a mi casa a la hora que me dé la gana, sin pedirle permiso a nadie".
"Libertad es que si yo quiero matar a un tipo, lo mato y no voy preso".
"La libertad no existe y, si existe, no es libertad. Digo, es libertad, pero, a la vez, no es libertad porque… bueno, tú me entiendes…".
Hace unos años, en un abasto cercano, participé de este diálogo:
—Libertad es que si yo quiero acostarme con alguien, me acuesto.
—¿Y si ese alguien no quiere? —pregunté a un tipo que promovía la candidatura presidencial de María Corina Machado.
—Ese no es mi problema. Tiene que querer porque, si no, va contra mi libertad. Y a eso se le llama dictadura.
—Ajá —señalé—, pero si tú le obligas, estás violando a ese alguien y, de paso, violas su libertad.
—Mi libertad es sagrada —respondió—. La de los demás, no sé, ni me importa.
Los pensadores que han abordado el tema difieren tanto entre ellos como el público en general. Sin embargo, es posible comprender algo mejor el concepto:
"La libertad es la voluntad de ser responsables con nosotros mismos" (Friedrich Nietzsche).
"La verdadera libertad consiste en el dominio absoluto de sí mismo" (Michel de Montaigne).
"La libertad supone responsabilidad. Por eso, la mayor parte de los hombres la temen tanto" (George Bernard Shaw).
"Ser libre no es solo deshacerse de las cadenas de uno, sino vivir de una forma que respete y mejore la libertad de los demás" (Nelson Mandela).
"El hombre nunca ha encontrado una definición para la palabra libertad" (Abraham Lincoln).
Para muchos, la libertad y su complemento político, la democracia, es como señalaba Voltaire en broma: "Proclamo en voz alta la libertad de pensamiento, y muera el que no piense como yo".
En los últimos años, los derechistas y ultraderechistas que tradicionalmente han sojuzgado la libertad son quienes más la enarbolan como consigna y como un derecho a conquistar. Apelan a la palabra, quitándole sentido, para que cada quien la interprete como quiera. Esto, que podría considerarse un acto de libertad, esconde una trampa perversa.
Al carecer de sentido colectivo, el vocablo sirve para todo y no compromete a nada. Prometer libertad es lo mismo que no prometer nada y, a la vez, prometerlo todo. De allí que los movimientos de ultraderecha apelen a ella, en lugar de ofrecer la solución de asuntos tangibles, aquello que en verdad se deba solucionar o satisfacer por el bien común de la sociedad.
Además, prometer libertad a quienes no saben que ya son libres es un negocio redondo.
Armando José Sequera