Ab libitum | Néstor Zavarce

31/08/2025.- Zigzagueo entre los carros por la Regional del Centro y el tacómetro de mi TX marca 110 km. Temo llegar tarde a mi cita con la historia de Néstor Zavarce. No tengo que decir que es otro ícono de nuestro negocio del espectáculo, aunque pareciera que el país ya no lo recuerda, pues su legado no constituye un referente para las nuevas generaciones, quienes sencillamente lo ignoran. No saben que existe, a pesar de que no haya fin de año sin el Faltan cinco pa’ las doce…

Voy al encuentro de José Zavarce, un sobrino de la estrella, que se ha encargado de reconstruir su historia a través de un libro que todavía es un manuscrito, pero que quizás en un par de años esté a la disposición del público. Meses antes de morir, Néstor le confió sus recuerdos en varias horas de entrevistas. Fue una época en que casi nadie sabía de su paradero. No quería hablar con periodistas y menos que lo tentaran con la idea de presentarse nuevamente.

Zavarce se retiró del canto a comienzos de los años ochenta para dedicarse de lleno a la política. Desde la década de los sesenta, coqueteaba con ella mediante su actividad gremialista a favor de los derechos de los artistas. En esos días —abril de 1966—, protagonizó, junto a Mario Suárez, entre otros, una huelga de hambre para exigirle al gobierno nacional que regulara la contratación y difusión de discos y películas de los artistas mexicanos, por considerar que les restaban oportunidades a los venezolanos.

Su carrera comenzó en 1949, cuando apenas era un niño de doce años. Entonces, actuó junto a Arturo de Córdoba, Juana Sujo y Tomás Enríquez en el filme de Carlos Hugo Christensen La balandra Isabel llegó esta tarde.

Es fascinante la historia que relata José Zavarce en su proyecto de libro. Cuenta que Néstor leyó en la prensa sobre el rodaje de la película y se escapó de su casa para ir a Bolívar Films a pedir una audición. De la noche a la mañana, su vida cambió al entrar por la puerta grande al mundo del cine. Antes de finalizar la década de los cincuenta, ya había rodado otras cuatro películas en varios países latinoamericanos y realizaba estudios de la materia en Chile y Argentina.

Sin embargo, su vida artística tomaría un rumbo inesperado al incursionar como cantante gracias a la insistencia de Oswaldo Oropeza. Entonces, su voz protagonizaría uno de los sucesos más importantes de la industria del disco en Venezuela: El pájaro chogüí. Los detalles de esa historia, y muchas otras más, esperan por la narración de José. Es una tarea pendiente no solo con el personaje, sino con la sociedad, que necesita salvar para la posteridad el legado de uno de sus hijos más queridos.

 

Luis Ugueto Liendo


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