Rostro de mujer | Amar es mucho mejor entre generaciones coetáneas
16/08/2025.- En Venezuela como en muchos países del continente el amor entre jóvenes y mayores es extremadamente complejo y la principal razón, somos sociedades radicalmente machistas donde el más fuerte manda en ese salto generacional. Además, es importante tomar en cuenta que las personas adultas y la juventud viven experiencias del mismo momento, pero de manera diferente; sin embargo, es innegable que los de menor edad vivirán muchos más cambios en su desarrollo social y mayores oportunidades.
En esta oportunidad, en Rostro de mujer conoceremos la historia de Adriana del Valle Salazar Gómez, quien estuvo casada con un hombre que le doblaba la edad y que, por falta de madurez y guía, sufrió agresiones, maltratos emocionales y múltiples vejámenes que marcaron su vida.
“Me casé a los 18 años y él tenía 39 años de edad, no disfruté mi soltería como tal, pues me enamoré de la primera persona que se me atravesó en mi camino. No valoré como tal los consejos de mis padres y seguí adelante con esa relación. Como resultado, fui víctima de maltrato físico, emocional y psicológico; no me permitía salir, y para no dejar evidencias del maltrato me golpeaba la cabeza”, rememoró Salazar Gómez.
Ante tan vil abuso de su pareja manifestó: “Puse una denuncia por violencia física, pues por poco atenta contra mi vida esa persona. Yo pasé mucho tiempo sufriendo, tuve que asistir a psicólogos para poder sobrellevar los miedos, inseguridades y traumas que viví en esa relación dolorosa”.
La violencia contra las mujeres por parte de sus parejas es un problema grave que requiere atención multidisciplinaria. La prevención, la intervención y la sensibilización son clave para erradicar este flagelo y construir sociedades más seguras e igualitarias.
Al ser consultada sobre cómo fue su niñez, expresó que es la menor de tres hermanas mayores, creció con unos padres que estuvieron pendientes, “mi infancia fue muy querida y feliz, por eso estoy agradecida con Dios. Tuve la compañía de mis padres, quienes me criaron con amor”.
Por circunstancias de la vida, a los 12 años de edad comenzó a independizarse haciendo las labores del hogar, pues su madre sufrió de cáncer, “durante el proceso de mamá me quedaba con ella en el hospital, menos mal que fue detectado con tiempo. Hoy día esa etapa ya fue superada”.
De adolescente “tuve cuidado de no irme por mal camino, siempre hay alguien que te invita a hacer cosas, para sentirse bien, atreverse, pero yo no. Considero que el que se quiere echar a perder es porque quiere, eso no es obligatorio. A menos que tenga una necesidad extrema”.
En la actualidad, tiene un emprendimiento de repostería exitoso, donde planifica y pone a volar su creatividad, ofreciendo productos personalizados, de calidad, destacándose entre la competencia, pues se ha adaptado a las necesidades del mercado.
“Mi emprendimiento lo inicié desde cero, realizaba las tortas a mano, luego pude comprar una batidora pequeña, al poco tiempo logré adquirir las herramientas para hacer mis productos. Considero que la perseverancia es indispensable para cualquier emprendedor, pues permite superar los desafíos iniciales, desarrollar habilidades, adaptarse a los cambios del mercado, construir una marca sólida y mantener la motivación para alcanzar el éxito a largo plazo”.
Además, esta joven de 32 años es madre de dos niños que representan el motor y el amor para salir cada día hacia adelante. Desde el 2018 se dio una nueva oportunidad con su actual pareja, quien ha sido una fuente de apoyo. “Nuestra relación está basada en la comunicación, respeto y amor, elementos que han contribuido al bienestar de nuestra familia”.
Desde su experiencia exhortó a las lectoras de Rostro de mujer: “Si están pasando por una situación de maltrato y vejámenes en su relación de pareja, no lo permitan, denúncienlo, como lo hice yo cuando fui víctima de este flagelo. Desechen toda palabra maledicente y soez, pues, como dice el refrán, 'a palabras necias, oídos sordos’, no prestar atención a comentarios insensatos y maliciosos que no aportan nada positivo para tu vida. Además, es una forma de proteger tu bienestar mental y emocional”.
Finalmente, el aprendizaje en esta historia es que la denuncia no fue el final del camino, sino el verdadero comienzo. Sanar de la violencia fue un proceso largo, pero cada día que vive en libertad es una victoria. Además, aprendió que no son sus cicatrices, sino la persona que se atrevió a superarlas, demostrando que es posible dejar atrás el dolor y construir una vida plena y feliz.
Adriana Salazar Gómez, la valentía de alzar la voz
Nirman García
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