Tinte polisémico | La Gran Sabana y grandes sorpresas…

Recorrer parte de la impresionante geografía de tu país, hasta el Estado Bolívar, al Sur, entrar en contacto humano con sus comunidades, es una de las formas de conocer y apreciar sobre el territorio mismo, nuevas perspectivas y dimensiones, de las realidades que allí transcurren y acontecen, así también, consigues participar en la dinámica y formas de cómo viven esos pueblos la cotidianidad.

 Quisiera destacar la receptividad y solidaridad con que la comunidad de Santa Cruz de Mapaurí me acogió, hospedó, alimentó y permitió convivir como un miembro más de sus habitantes. Mencionaré en nombre de todas sus familias a los hermanos: Alcides Feliciano, Ángel Custodio, Francisco Ignacio y Celso Simón Loyola Decelis, Leonard Alcides Loyola Palma, Capitán (Cacique) y Médico de la Comunidad y la persona que posibilitó el contacto y apoyo logístico para esta visita, Alejandra Loyola Palma, Presidenta del Consejo de Ancianos de la Comunidad, Ex Capitana Indígena (Autoridad Legítima) y miembro de la Comisión Cueca para la repatriación desde la ciudad de Berlín-Alemania, de la Piedra Abuela Kueka, símbolo sagrado del Pueblo Pemón.

 Un solo artículo no bastaría para abordar y describir todo el universo al que apenas pude aproximarme por espacio de una corta visita, la cual resultó particularmente interesante para ser compartida con los lectores de nuestro portal de noticias de la sección de Voces de Ciudad Caracas y difundir así, la posibilidad de visitar y conocer el Sur del territorio nacional como venezolano.

 Apreciar los atractivos naturales de la Gran Sabana, la espectacular orografía, su cadena de Tepuyes, testigos aún presentes, cuya antigüedad se asocia a los primeros tiempos del planeta, que al avistar el horizonte, donde se unen el cielo y la tierra, logras distinguir sus siluetas de montañas con sus cumbres planas, cual enormes mesas, inconfundibles, y otros con arbitrarias formas y figuras de complicada descripción, al verlos, quedas capturado visualmente por su belleza; destacan sus contornos en el horizonte a la vista de cualquier observador, sin prismáticos, a pesar de la nubosidad que los cubre, pero sabes, que allí están, y permanecerán quién sabe por cuántos siglos o eras.

 Esos gigantes con sus cumbres, no son de fácil acceso y escalada, resulta costoso poder aproximarse y llegar hasta sus intrincadas ubicaciones, se requiere todo una preparación logística, de aprovisionamiento de alimentos, medios de transporte, combustibles, guías, cargadores, equipos de acampar y el acondicionamiento y entrenamiento físico para caminar y escalar trechos de complejidad y peligrosidad, será para posibles futuras visitas con su debida planificación, por ahora me satisfizo observarles a gran distancia. Quedas tentado, el reto de poder haber estado en sus cúspides.

 Pero, como una suerte de compensación, frente a la inaccesibilidad inmediata a la cumbre de alguno de los Tepuyes, en los bordes de la carretera, puedes recoger las muestras que desees de las más variadas, multiformes y multicolores flores que crecen de manera silvestre, poli cromático ornamento de la Gran Sabana.

 Sin perder protagonismo alguno y belleza, la inconmensurable sabana, distinta a la de nuestros estados llaneros, pero adornada también de morichales y bosques de galería a los márgenes de las redes de corrientes fluviales de los cuatro grandes afluentes del Río Caroní, semejan oasis boscosos, de verde vegetación, insertos y distribuidos por toda la enorme planicie. Entre ellos destacan, el Río Kukenan, que delimita los Municipios Gran Sabana y Santa Elena de Uairén. También puedes observar a gran distancia, al lado derecho, en ciertos recodos de la carretera entre Santa Elena de Uairén y la población de Mapaurí, en medio de montes altos, como emergen saltos y cascadas de blancas aguas por su espuma, como si brotara leche de sus entrañas.

 Te puede sorprender un incendio forestal, y una gran cantidad de aves, Cari Caris (halcones) y Gavilanes Colorados, cómo con paciencia y concentrados, esperan que el fuego haga su trabajo de asarles sus presas, para una vez que consideren oportuno, iniciar el festín y devorar su sustento que la naturaleza los ha preparado como menú a la brasa.

 No pude escapar al tema económico, deformación profesional, y por una corta estadía en la población limítrofe de Santa Elena de Uairén, constaté que la moneda de circulación en la práctica de uso, para operar y perfeccionar las transacciones comerciales, es la unidad monetaria brasilera, el Real. Pregunté directamente a algunos comerciantes, por qué se transaba en una moneda distinta a nuestro bolívar, y la respuesta, fue directa y simple, la estabilidad del Real frente al dólar (US$) con respecto al Bolívar, garantiza menos variabilidad a la hora de reabastecer y reponer inventarios. Cátedra práctica de economía monetaria internacional y comercio. Asunto monetario, que requerirá un mayor y detenido análisis y atención.

 En el paso de la línea fronteriza, al entrar al Municipio Pacaraima del Estado de Roraima, Brasil, me conseguí con unas enormes carpas identificadas con las siglas de un acrónimo en inglés de una organización de Naciones Unidas (UNHCR: United Nations High Commissioner for Refuggees en español ACNUR: Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), allí aglomeraciones y colas de connacionales venezolanos cumpliendo con los rigores legales para ingresar a la República Federativa de Brasil. El fenómeno migratorio. Me fui esa noche a la cama, con una extraña e incómoda sensación.

El día martes 05 de agosto al salir temprano de mi alojamiento, y ubicarme en la vía de acceso principal a Santa Cruz, logré interceptar una camioneta 4x4 y me subí en su cajón posterior y me trasladé, a la sede donde despacha el Capitán (Cacique) y médico de la comunidad de Mapaurí, Leonard Loyola, donde además cargaría las baterías de la bombilla para el alumbrado nocturno en la casa de hospedaje, el teléfono portátil y la laptop, pues se cuenta con paneles solares que permiten acumular carga eléctrica, que se comparte para prestar los servicios comunitarios, entre ellos salud, funciona allí el ambulatorio comunal, donde también los jóvenes recargan sus celulares y disfrutan así del uso de las redes sociales, la influencia digital es “glocal”.

Al completar el corto trayecto agradecí y conocí al conductor, que era un sacerdote de la diócesis del estado Táchira, el padre Roque Antonio Pérez Márquez, quien, por convenio con la iglesia de la jurisdicción del Caroní, cooperan en la “atención” religiosa de la comunidad de Santa Cruz de Mapaurí, el sacerdote, a su vez me comentó, que tomaban terreno otras corrientes cristianas, “Evangélicos”, adventistas, entre otros. Batallas en el teatro de operaciones de la fe, para procurar mantener la fidelidad, evitar la deserción hacia otras iglesias que penetran para conquistar feligreses. Allí mismo, en el interior de la iglesia, presencié, otra curiosidad, un par de religiosas, vestidas de hábitos blanco y azul, de una orden que se denomina: “Comunidad Semillas del Verbo” se reunieron y conversaban con una joven de la comunidad, quizás la apoyaban con consejos, le adoctrinaban o le convencían para iniciarla como novicia en su orden, no pude saberlo o verificarlo, pero sí lo documenté fotográficamente. Flanqueaban sentadas a la joven, quien recibía sus mensajes simultáneos.

La visita fue intensa y no quise perderme de nada, aproveché y pude estar en el lugar al margen de una de las riberas del Río Mapaurí, en pleno terreno, después de cruzar ingeniosos puentes, y constaté como la comunidad, jóvenes de ambos sexos, liderados por adultos, y bajo el acompañamiento del ingeniero agrónomo, José Gregorio Velásquez Velásquez, del Ministerio del Poder Popular de Aguas y Ecosocialismo, procedían a la plantación de moriches, que cultivaron en sus propios viveros, para luego trasplantarlos en las zonas desforestadas, y de esa forma proteger los márgenes de la cuenca del río, dada la costumbre ancestral, de los pobladores al quemar la vegetación de los terrenos, para la preparación de los conucos de donde obtienen parte de su dieta.

Las comunidades indígenas, al menos en el caso de Mapaurí, se caracterizan por no conformarse solo con el apoyo gubernamental, se autogestionan en distintos ámbitos, así constaté emprendimientos como la autoconstrucción, fabricación de bloques de cemento, viveros, artesanías, entre otros.

Pude también asistir a una actividad de un comedor para los miembros de la tercera edad, donde pudieron desayunar, almorzar y merendar, implicó además la entrega de medicamentos, como complemento se integraba la práctica de dinámica grupal física y recreativa, bajo facilitación bilingüe (Castellano-Taurepán). Otra nueva y singular sorpresa, conocí miembros de otros pueblos indígenas, asilados y asentados allá en Mapaurí, que transitaron por el Territorio Brasileño y que provenían como desplazados de Guyana, que se comunicaban en idioma inglés y con los cuales compartí y me expresaron con beneplácito el encontrarse refugiados en el Territorio Venezolano. “Tierra de Gracia” también para otros pueblos indígenas.

No alcanzan los días para visitar lugares y disfrutar la naturaleza y sus atractivos; hubiese sido un pecado, no tomar el respectivo baño en la “Quebrada de Jaspe”, donde gentilmente acompañado y asistido por un guarda parques de Inparques (Eberto Yover Loyola Díaz), me condujo por una caminería en ascenso de escaleras de cemento y luego por un corto sendero de bosque, para penetrar a un túnel vegetal y conseguir una cascada en forma de escalinatas, cuyas caídas de cristalinas aguas, recrean cortinas de agua, con las cuales tomas una ducha tipo hidromasajes.

No puedes menos que imaginar que estas en el “Paraíso Terrenal”, otro edén de nuestra naturaleza, una vez precipitadas las aguas recorren sobre un cauce totalmente plano, de lisas rocas rojizas, que semeja un río de sangre, muy liso, pulido y resbaladizo, y que sugieren los lugareños, pisar con mucha precaución con los pies calzados con medias y evitar así resbalarse con el limo, o las capas de barro que se adhieren a las rocas de la geométrica plataforma rojiza del jaspe.

Merece una mención de especial de agradecimiento, la joven investigadora, antropóloga, politóloga y profesora de Faces-UCV, Dubraska Génesis Hernández Berrizbeitia, acompañada de su pequeño y locuaz conversador hijo, Apamate Fidel, con quienes compartí parte del trayecto de ida desde la ciudad de Puerto Ordaz y mi corta estadía en la Gran Sabana, quien además como científica, tuvo la gentileza y consideración de asesorarme y nutrirme antropológicamente sobre la cultura con la cual entraría en un primer contacto. Invalorable, la gentileza de Henry Serrano, un profesional del volante, quien me recogió en Caracas, procedente del estado Yaracuy, me trasladó por la vía de Barlovento y a través de la vía de la Costa, hasta Barcelona, estado Anzoátegui, transitamos por Anaco, El Tigre, alcanzando Ciudad Bolívar, Puerto Ordaz y San Félix, hasta detenerse, precisamente en la entrada de la Comunidad de Santa Cruz de Mapaurí, en plena Gran Sabana. Todo un periplo.

   Y como parte del cierre de esta visita al Sur de nuestro territorio, en las proximidades del acceso a la Quebrada de Jaspe, la obligatoria visita al lugar sagrado y asiento de la Piedra Abuela Kueka, la cual fue secuestrada por el artista Wolfgang Kramer Von Schwarzenfeld en 1998, y que fue extraída de nuestro territorio, tallada y expuesta en el Parque Tiergaten en Berlín-Alemania.

En abril-16 de 2020 llega repatriada a Venezuela la Piedra Abuela Kueka, y el 21 de abril del mismo año fue reubicada en su santuario original, con sus 30 toneladas de peso y envergadura, entró nuevamente al país, a través de nuestro Puerto de Guanta en el estado Anzoátegui, después de los esfuerzos y las gestiones políticas diplomáticas de nuestro Gobierno Bolivariano, con la diligente y perseverante participación especial de representantes de la Comunidad Indígena de Santa Cruz de Mapaurí.

Mi sentido epilogo, honrado y orgulloso como venezolano del nivel de conciencia, sentimiento patrio, claridad jurídica-política y constitucional de los deberes y derechos como ciudadanos y el sentido de la defensa integral de nuestro territorio y soberanía de nuestros pueblos indígenas, conscientes y con la sabiduría ancestral por la sustentabilidad de la vida y el planeta.

Somos indiscutiblemente en todos los ámbitos vergatarios y venezolanos.

Héctor Eduardo Aponte Díaz

tintepolisemicohead@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 


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