Al derecho y al revés | Pájaro del mismo plumaje
13/08/2025.- Esta columna pudo titularse “estupideces”, sobre la base de los casos narrados. Sin embargo, la palabra “pájaros” en un idioma tan rico como es el español en ciertas ocasiones es sinónimo de pillo y los protagonistas de las estupideces también lo son.
De manera que comienzo con la primera y más publicitada estupidez que se origina en un hecho violento que fue desmantelado por los organismos de seguridad del Estado antes de ocurrir. Me refiero a una bomba que sería explotada en lo que hoy es el centro geográfico de Caracas: valga decir, en Plaza Venezuela.
Habrá quien recomiende ir “poco a poco”, pero eso sería necesario si los señalados por los investigadores, ministro y policías hubieran desmentido la acusación.
Algo que no han hecho ni representantes políticos o familiares de los detenidos en flagrancia ni tampoco la jefa presuntamente hibernada en lo que fue la sede de la embajada estadounidense; por tanto, sigamos adelante.
La tramoya contemplaba como parte de un plan para derribar el Gobierno venezolano, Gobierno electo con votos, enviar un comandito de jóvenes con el cerebro lavado a colocar un artefacto explosivo de mediana potencia en Plaza Venezuela que, como saben quienes conozcan nuestra capital, es un sitio más bien despejado y con muchos espacios libres.
Que unos muchachos descerebrados piensen que poner una bomba donde pasan muchos automovilistas inocentes o juegan niños no es comprensible, aunque puede suceder, como de hecho sucedió en este caso.
Pero que una señora crecida en un hogar donde ningún lujo o capricho faltó, que pretende ser Presidenta, que se cree mejor que el resto de los venezolanos, piense que colocando una bomba en Plaza Venezuela se cae un gobierno popular o de cualquier signo, es una estupidez supina que en este caso debe anotarse a la oposición que por más miedo que respeto a la señora MCM no se atreve a señalarla como loca e irresponsable.
Y en el bando gubernamental también hay estúpidos: uno anónimo y seguramente solapado es quien funge de registrador o notario en el estado Táchira —su nombre no interesa— quien, sin referirse a ninguna providencia administrativa que se lo permita, exige “un examen psiquiátrico a toda persona que haga un trámite en su feudo.
Es decir, que considera candidatos a locos a todos sus clientes, pero a este estúpido buscador de proventos no se le ha ocurrido que si la estupidez de cuidar los dineros ajenos enviando a todo ser humano que venda o compre, alquile o hipoteque su propiedad, a demostrar mediante examen que no está loco, se impone, pudiera ser que en el Poder Electoral algún día exijan lo mismo para los candidatos a Presidente, gobernador o alcalde.
Como dicen los más jóvenes en son de burla: ¡Sí Luis!
Domingo Alberto Rangel