Punto y seguimos | No creen en nadie
12/0872025.- Israel no cree en nadie. Sabe que no hay quien le haga frente en el mal llamado “concierto de las naciones”. Su atronador solo de bombas no parece perturbar en nada al resto de la “orquesta”, en la que algunos países apenas se atreven a emitir comunicados. Nadie hace nada. Los países que pueden, no harán daño a sus aliados, a los que financian y venden armas. Las grandes empresas que se lucran con la guerra, mucho menos.
La más reciente noticia que recorre el mundo es la del asesinato de un equipo de prensa completo de la cadena informativa qatarí Al Jazeera. Fueron seleccionados como target en un ataque con drones en una tienda (de prensa) cercana a un hospital. El corresponsal de 28 años, Anas Al Sharif; los reporteros Mohammed Qreiqech y Musaab Al Sharif, los camarógrafos Ibrahim Zaher y Moamen Aliwa y el conductor Mohamed Nowfal, murieron bajo fuego de las Fuerzas de Defensa Israelíes (IDF), quienes tuvieron además el descaro de declarar al joven corresponsal como la cabeza de una célula terrorista de Hamás. El discurso, que a todos descalabra por su incongruencia, es más peligroso en cuanto para ellos —los israelíes— es una verdad. Todos son terroristas, desde los bebés recién nacidos hasta los periodistas extranjeros, pasando por mujeres, ancianos, médicos y voluntarios internacionales. Nadie se salva del odio y el fanatismo de un Estado que se cree el pueblo elegido de Dios.
Si bien la noticia ha circulado en los medios de comunicación del mundo, sabemos que no sería lo mismo si el equipo asesinado hubiera sido de la BBC de Londres o del Washington Post. Periodistas árabes difícilmente tendrán el mismo “estatus” a los ojos de Occidente. No habrá discursos airados de los líderes de Gran Bretaña o Estados Unidos, no. Nadie, más allá de los pueblos llanos, dirán algo, expresarán dolor o ira, y sería bueno, quizá, que nuestra rabia se volcara a presionar a los gobernantes, a no hacernos cómplices por inacción del genocidio. Deberíamos dejar de comprar sus productos, el de todas las empresas involucradas, solicitar el corte de relaciones diplomáticas… algo. Pero parece casi imposible. Vamos a ver pasar imágenes de muertos incesantemente hasta que ya no quede nada ni nadie en Gaza y Cisjordania esté totalmente ocupada.
Los veremos desaparecer, como si fuera una película. Una en la que todos perdimos parte de nuestra alma, a sabiendas o no. Y para los responsables directos, no habrá infierno lo suficientemente grande y ardiente para albergar sus ennegrecidos espíritus.
Mariel Carrillo García