Araña feminista | La potencia de la propaganda...

y la deshumanización en tiempos de genocidio 

11/08/2025.- En un mundo saturado de información, la propaganda se ha consolidado como una herramienta poderosa para encubrir, justificar, naturalizar y normalizar atrocidades de gran magnitud. La pregunta planteada por un periodista del medio TRT Español: "¿Qué tan poderosa es la propaganda para encubrir un genocidio?", nos convoca a reflexionar sobre cómo las narrativas construidas por las grandes corporaciones de comunicación a nivel global pueden distorsionar la realidad y manipular la percepción pública.

Un ejemplo paradigmático es la estrategia conocida como hasbará, utilizada por Israel durante décadas para crear narrativas que deshumanizan a la población palestina. Detrás de esta táctica se ha justificado la invasión, ocupación, desapariciones forzadas, despojo de tierras, secuestros, violencia sistemática y asesinatos de civiles, incluyendo bebés, niñ@s, mujeres y adultez mayor, además de otros seres sintientes no humanos. La propaganda no solo oculta estos crímenes, sino que también los normaliza, haciendo que parezcan inevitables o justificables.

Tal es el caso de la declaración de Benjamín Netanyahu en octubre de 2023, quien afirmó que “nosotros (los israelíes) somos el pueblo de la luz; ellos (los palestinos) son el pueblo de las tinieblas”. Esta frase emplea símbolos religiosos y colores —blanco y negro— para deshumanizar, pero también para fragmentar la conciencia de la humanidad. La luz, asociada a pureza y bondad, se atribuye a las y los israelíes, mientras que las tinieblas, símbolo de oscuridad y muerte, se asigna a las y los palestinos. Este discurso no solo justifica una violencia sin precedentes, sino que construye una narrativa en la que el “bien” y el “mal” están claramente delimitados, remitiendo a raíces judeocristianas del enfrentamiento entre la luz y las tinieblas.

Al convertir al pueblo palestino en una otredad absoluta, se despoja de su humanidad, naturalizando acciones violatorias de los DD. HH. más fundamentales y legitimando el exterminio. La narrativa del “pueblo de la luz” frente a las “tinieblas”, junto con términos como guerra o conflicto, crea una ilusión de igualdad entre una potencia armamentista como Israel y Palestina ocupada, cuando en realidad estamos ante un genocidio en marcha, presenciando crímenes atroces, de una crueldad desgarradora, con la impunidad como cómplice silenciosa. Sobre todo, el silencio de medios de comunicación privados, pero también, y es lamentable, de medios comunitarios y alternativos.

La antropóloga Rita Segato, tras presenciar el horror en Gaza, nos confronta con la crudeza de la realidad, la exhibición del poder y la impunidad en su forma más brutal. La circulación de imágenes de cuerpos desgarrados, hogares destruidos y personas asesinadas en redes sociales revela una crisis moral y ética. Francesca Albanese, citada por Segato, describe a Gaza como “el último clavo en el ataúd de la Carta de los Derechos Humanos”, una metáfora que Segato redimensiona como “una carta donde la ley es poder de la muerte”. Esto refleja cómo la ley se ha convertido en un instrumento del poder de la muerte, en una crisis que trasciende lo político y jurídico, llegando a lo moral y ético: el exterminio de la humanidad misma.

Las transnacionales de la comunicación desempeñan un papel clave en este proceso, formando parte de un sistema que, bajo el disfraz de discursos civilizatorios o religiosos, en realidad oculta un racismo estructural e intereses geopolíticos. El lenguaje, lejos de ser neutral, se convierte en un campo ideológico, donde las palabras y las imágenes construyen realidades, nombrando y clasificando a personas, poblaciones y comunidades enteras para justificar violaciones de derechos humanos fundamentales.

¿Hasta cuándo permitiremos que la propaganda y la deshumanización sigan siendo armas en manos de quienes perpetúan el horror? La historia demuestra que cuando el discurso se vuelve un instrumento de exterminio, solo la resistencia y la denuncia, el posicionamiento contra la crueldad, se convierten en actos de dignidad y justicia. Porque, al mirar al futuro, nos preguntamos, ¿qué ocurrirá después de que Palestina quede borrada? y ¿qué horror puede paralizarnos?

Gabriela Barradas

 

 

 

 

 

 


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