Memorias de un escuálido en decadencia | Uribe
08/08/2025.- ¡Hasta el final, compañero! Acaban de sentenciar al compañero Uribe a una docena de años de cárcel en su casa, y parece que mandó a ampliar la casa para tener más libertad. Nos están dando duro. Los compañeros expresidentes que han apoyado siempre la democracia, la honestidad y la decencia, y, por lo tanto, nos han apoyado a nosotros, están siendo castigados por los comunistas, y eso hay que denunciarlo. Ya 28 expresidentes, encabezados por Macri, ese portento de decencia, enviaron una carta a la ONU, la OEA y a la Comisión de Derechos Humanos, para denunciar este atropello contra el compañero Uribe. Lo único malo es que en esa carta también está la firma del interino Juan Guaidó, y esa vaina da pena, penita, pena, por eso será que estamos en la clandestinidad, para que los demás no nos vean la cara de vergüenza que tenemos. En esa carta decimos unas vainas muy graciosas, como, por ejemplo: “Álvaro Uribe Vélez, colombiano ejemplar y expresidente de Colombia, se ha sometido a la justicia, ha comparecido personalmente, ha colaborado en cada instancia y cada paso de este tortuoso procedimiento”. Es verdad que es expresidente, pero eso de ciudadano ejemplar es muy arrecho decirlo. No hay que olvidar cuando dijo que le faltó tiempo para invadir a Venezuela, y sacó de aquí ilegalmente a un miembro de las FARC, y otro montón de vainas que no decimos por moral y cívica, pero eso a nosotros nos importa un carajo, siempre que sea para defender la democracia que nosotros profesamos. La carta la firma también la señora Mireya Moscoso, expresidenta de Panamá, aquella que en su último día de mandato liberó al demócrata, para nosotros y terrorista, para los comunistas, Luis Posada Carriles, y está Lenín Moreno, expresidente de Ecuador, y mejor no sigo, porque les va a dar mal aliento si leen esta vaina en voz alta. También acaban de condenar en Brasil al compañero Bolsonaro. Antes, para que no se fuera con la cabuya en la pata, le colocaron en su pierna derecha (debió ser en la izquierda) una tobillera electrónica para tenerlo vigilado. Ahora los jodedores lo llaman el Hombre Electrónico. Y no contentos con eso, también le dieron casa por cárcel, así que los dos, Uribe y Bolsonaro, tienen un montón de vainas en común, incluso la casa por cárcel.
También nuestra Comandanta en Jefa, María —Súmate— Machado, desde la clandestinidad, donde está luchando fieramente contra esta aberrante dictadura, logró burlar los cuerpos policiales del hombre del garrote vil, el del programita, y escribió en X su apoyo, hasta el final, al compañero Uribe. Ahí le dice que cuente con toda nuestra lucha a su favor, porque sabemos que él, Uribe, también está luchando desde todos los sitios posibles —ahora solamente desde su casa— contra esta dictadura que nos acoquina diariamente. Es decir, que nosotros, a la hora de ser solidarios con nuestra gente, no lo dudamos. También lo demostramos antes, con el compañero Netanyahu, a quien por Twitter, o X, nuestra Comandanta en Jefa en la clandestinidad le expresó su solidaridad en esta fiera lucha que está realizando todos los días. El compañero Trump también puso de manifiesto su apoyo, por un instante dejó de ponerle aranceles a algún país del mundo, y declaró su solidaridad con el compañero Uribe, y aprovechó para apoyar al demócrata Bolsonaro, es decir, que andamos por el mismo camino, el de la libertad, no vayan a creer que es el camino a la cárcel.
El papá de Margot estaba sentado en su sillón Luis X, viendo por el canal 8 una reunión del dictador con una cosa que llaman Consejo Federal de Gobierno. Veía que allí estaban los 24 gobernadores y los 335 alcaldes tomándose fotos con el dictador en una actitud muy conciliadora de clases, y se dijo lentamente: “Nosotros echándole bolas en la clandestinidad y estos carajos riéndose en Miraflores. ¡Qué bolas! Hay que abandonar la clandestinidad y tomar las calles, para que la gente sepa cómo es la vaina. Hay que seguir la política del dólar: siempre para arriba, para adelante, sin nadie que lo detenga. Eso es lo que hay que hacer, carajo”.
Y se puso de pie y se fue al cuarto y agarró la puerta y le metió ese coñazo tan duro, que la vecina salió gritando: “Vete para Cojedes, desgraciado, para que estés tranquilo”.
—Me voy por las calles por las páginas por los libros por las ceremonias y el fuego —me declama Margot.
Roberto Malaver