Punto y seguimos | El mísero valor del reconocimiento europeo

05/08/2025.- Cuando ya nadie puede ocultar el genocidio que comete Israel contra Palestina, cuando las cifras de muerte, hambre, devastación y complicidad entre gobiernos y grupos empresariales son tan avasallantes que hasta los tibios reaccionan, países como Francia y Reino Unido “amenazan” con reconocer formalmente al Estado Palestino. El último incluso marcó una línea temporal: “en septiembre”, condicionado, eso sí, a si Israel tomaba o no cartas en el asunto.

Con este tipo de declaraciones, los principales representantes de Europa se superan a sí mismos en decadencia. El pueblo palestino está siendo borrado de la faz de la Tierra, si no hay una intervención directa que obligue a Israel a detener la masacre, no solo no habrá nada ni nadie a quien “reconocer”, sino que se condenará su memoria y, para siempre, la dignidad de un mundo que se rinde a los intereses del capital y el poder.

No es Francia o el Reino Unido los que deben dar estatus a un pueblo que existe y es. El reconocimiento del Estado Palestino debió hacerse hace muchos años y libre de condicionamientos vulgares que poco hacen para ocultar el desprecio de las potencias por los palestinos. Mucho se ha hablado de la “culpa” europea con los judíos y se usa como excusa para permitir atrocidades iguales o peores a las sufridas por estos en la Primera y Segunda Guerra Mundial; sin embargo, tal culpa no parece existir a la hora de rendir cuentas por los genocidios cometidos en África, América, Asia y Oceanía, donde franceses, ingleses, belgas, españoles y portugueses eliminaron a millones de personas en sus procesos de conquista y colonización. La culpa es solo cuestión del puesto en la escala de valor de los seres humanos que aplican sin ningún pudor.

Los judíos del Holocausto eran europeos. El resto de ejemplos, no. Los palestinos ciertamente tampoco lo son. Y quien en pleno 2025 se atreva a decir que la libertad, igualdad y fraternidad son derechos universales, vive en la negación obtusa del privilegio o la ignorancia. Hay países y pueblos de segunda, tercera y menos infinito. Para los israelitas, los palestinos son menos que personas, no merecen vivir; y ante esto la respuesta de la Francia que se jacta de haber instaurado estos principios morales y republicanos solo acierta a decir que reconocerá un Estado cuya población ellos contribuyeron a diezmar y desaparecer. No solo es una medida tardía, sino cínica. Que la vergüenza recaiga siempre sobre la Vieja Europa.

Mariel Carrillo García 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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