Historia Viva | Chávez, una profundidad simbólica cultural

30/07/2025.- El 28 de julio, el comandante Hugo Chávez Frías cumpliría 71 años y, a pesar de todas las tragedias, del asedio contra Venezuela enmascarado en una percepción negativa de un supuesto Estado fallido, desde la profundidad simbólica que representa Chávez se empina un pueblo que desde su magma interno levanta su memoria histórica.

Una elección municipal que ratificó el mapa del chavismo raizal con una votación orgánica que superó el 40% del padrón electoral nacional la consolida como principal fuerza política de Venezuela, pero también compromete a dirigentes del chavismo aguas abajo a construir y sentar las bases del Estado Comunal para dar paso a las transformaciones sociales y políticas de una nueva estructura que supere la colonialidad de las gobernaciones y alcaldías.

Simultáneamente, la fuerza popular como la manifestación cultural que es el chavismo está profundamente arraigada en el alma cotidiana de los recuerdos y memorias del Comandante. Ya no es la retórica política del ejercicio dirigencial ni el pregón electoral, es la fundación de una manera de ser, la ontología de lo nacional que refiere a la de un muchacho venezolano que amó a su abuela, como cualquiera de nosotros, y que desde ese cariño temprano refractario de su amor a la música llanera, a la tierra tendida que habita un pueblo luchador contento de su libertad, de sus libertadores, de su propia fuerza telúrica y que luego de hombre se lo llevó el huracán popular para levantar la nación total sin diferencias de ningún tipo sino por amor a la patria.

Como las fotografías refractarias de Félix Gerardi, a Chávez lo vemos en la sonrisa de un espejo donde nos miramos a nosotros mismos, el zambo de Sabaneta, el bisnieto de Maisanta se recupera constantemente en la memoria musical que él mismo cantó para convertirse en eternidad, desde canciones olvidadas en las rockolas de los años 60, 70 y 80, que Chávez entonó con deleite, de nuevo son recuperadas por un equipo liderado por el músico Luis Pino, el arcoíris del cuatro, en aleteos de colibrí armónico, para volvernos a la memoria de los afectos que cultivó Chávez cuando los puntofijistas intentaron alejarlo a la muerte en la frontera guerrillera apureña en los años 80; Maisanta volvió como fantasma con la presencia de su bisnieto, Chávez regresa siempre para todos y todas, incluso para los retrógrados desde las entrañas de los llanos.

Así, el Comandante convirtió en himnos populares aquellas canciones de los apureños Eneas Perdomo, José Vicente Rojas, Pedro Thelmo Ojeda, Augusto Braca; Valentín Carucci, desde Lara; del Guárico Ángel Ávil; los poetas barineses Eladio Tarife y Alberto Arvelo Torrealba.

De nuevo Luis Pino, Javier Marín y Mariana Rangel se atrevieron a convocar a los amigos de Chávez, cultores vocales, intérpretes y compositores que siempre le han acompañado: Lilia Vera, Cecilia Todd, Iván Pérez Rossi, Francisco Pacheco, Cristóbal Jiménez, Vidal Colmenares, Fabiola José y la generación de jóvenes intérpretes y también compositores Luisana Pérez, Ana Cecilia Loyo, Stephany Zerpa, Iván Ochoa y José Alejandro Delgado, para hacer el tesoro de producción musical titulado Por aquí pasó…, que nos une a todos y todas, no importa de dónde vengan o a dónde van, el destino común es Venezuela, a la que amamos en unidad nacional como patria.

En esa unidad musical nacional nos encontramos todos y todas, para localizarnos a nosotros mismos, tal como lo hizo Chávez y reza el folleto que acompaña esa producción que está en formato digital para disfrutar nuestra propia soberanía y dignidad: “Siento que en Elorza terminé por descubrirme a mí mismo…”.

No es de curso autocitarse, pero tengo el derecho de hacerlo porque esa memoria histórica de Chávez, que viene del afecto ontológico por la nación con la que concluyó el texto que acompaña el librillo del disco, no es menos descriptiva de lo que fue Chávez y de lo que somos como pueblo.

“Eran canciones que estaban en la memoria lejana del pueblo venezolano antes del triunfo de Chávez en 1998, y luego, cuando él comenzó a interpretarlas en actos públicos junto a sus compositores y cantores, volvieron a florecer. Cada una de ellas, romances, pasajes o corríos, himnos o recitales, las convirtió en gozosos cantos colectivos para recordar lo épico, la patria, Bolívar, Zamora, Maisanta, el amor, la pasión por ser lo que somos”.

“Chávez eternizó esa música en la memoria colectiva de un gentío, porque él era como la gente, capaz de conectarse emocionalmente con un pueblo que lo imaginaba, simplemente siendo él mismo y amando lo que tanto quiso, reivindicando el cariño y el afecto que tiene por el lugar donde nació y buscando lo que algunas veces nos dicen las abuelas que escuchan la radio: “Búsqueme a Eneas Perdomo”… Chávez se encontró él mismo y un gentío también lo hizo”.

Aldemaro Barrios Romero

 


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