Sayleska Solórzano: Ciencia, maternidad y espíritu visionario
El pasado 22 de julio su vida se apagó en un hecho que ha conmocionado a todo un país

26/07/25.- Sayleska Solórzano fue mucho más que una investigadora brillante; fue una mujer profundamente comprometida con la ciencia, con su país y con los valores que definen a una verdadera agente de cambio.
Su partida, a los 34 años, dejó un eco de dolor en la comunidad científica venezolana y en los corazones de quienes tuvieron el privilegio de compartir con ella no solo laboratorios, sino momentos de humanidad y afecto.
Desde sus años de formación en la Universidad Simón Bolívar, Sayleska demostró un intelecto excepcional, capaz de encontrar en la biología no solo una profesión, sino una vocación de servicio. Su tesis de grado, pionera en el estudio del factor SMDF y la isoforma NRG1 tipo III, marcó el inicio de un camino dedicado a descifrar los misterios del sistema nervioso y abrir nuevas fronteras en la investigación biomolecular.
Desde el Laboratorio de Inmunología y Enfermedades Tropicales, hasta la Fundación Instituto de Estudios Avanzados (Fundación IDEA), su nombre quedó ligado al desarrollo de metodologías cruciales para el estudio genético, la genómica y la detección neonatal, aportando soluciones que podían cambiar vidas desde sus primeras horas.

Pero su ciencia no se quedó encerrada entre microscopios. Sayleska supo llevar el conocimiento al terreno de lo práctico y lo cotidiano, fundando una empresa de harinas libres de gluten, que combinaba nutrición, química y sensibilidad social. Allí demostró que la ciencia aplicada puede transformar no solo cuerpos, sino realidades.
Madre de dos hijos, fue ejemplo de entrega, resiliencia y ternura. Quienes trabajaron con ella la recuerdan por su ética impecable, su generosidad al compartir saberes y su capacidad para convertir los retos en aprendizajes.
Sayleska fue luminosa en cada etapa: Como investigadora, como docente, como emprendedora y como compañera. Su trabajo más reciente, en el estudio de la apoptosis mitocondrial y los errores innatos del metabolismo, evidenciaba que su mente nunca dejaba de buscar, aprender y contribuir.
El silencio injusto
La vida de Sayleska Solórzano, tan luminosa como intensa, se vio brutalmente interrumpida el 22 de julio de este año, junto a su hijo Evans González, de 12 años, en un hecho que aún conmociona a quienes la amaron y admiraron.
Su asesinato, ocurrido en circunstancias violentas y profundamente injustas, dejó un vacío que no puede medirse solo en términos científicos o personales: Fue la pérdida de una voz esencial para la ciencia venezolana, de una madre amorosa, y de una mujer que nunca dejó de creer en la posibilidad de construir un país mejor desde el conocimiento y el afecto.
La noticia de su partida además de generar dolor, también dejó una profunda indignación. Quienes conocían su ética, su entrega y su capacidad de transformación, no pueden dejar de preguntarse por qué la violencia eligió silenciar justamente a alguien que encarnaba la esperanza.
Hoy, su legado se convierte en bandera. Su nombre, en símbolo. Y su memoria, en un llamado urgente a no dejar que el miedo o la injusticia impidan que otras Sayleskas transformen el mundo desde sus laboratorios, sus aulas y sus emprendimientos.
NAILET ROJAS GARCÍA / CIUDAD CCS