Crónicas y delirios | De la Guerra Fría a la caliente y global

25/07/2025.- En aquel octubre de 1962, el mundo se estremeció durante trece días y sus noches de insomnio por causa de los aires letales entre Estados Unidos y la URSS, cuando los soviéticos instalaron misiles nucleares en Cuba, es decir, a sólo 90 millas del imperio yanqui. El motivo, que recordamos con nuestra boina levantisca y veinteañera de entonces, sucedió en razón al equilibrio de las fuerzas enfrentadas: “Como EE.UU. ha dispuesto misiles en Italia y Turquía, la Unión Soviética hará lo propio en Cuba”, dijo en ruso firme Nikita Kruschev. Y así ocurrió la Crisis de los misiles de Cuba o Crisis de Octubre durante la llamada Guerra Fría entre ambas naciones.

Para la cabal comprensión de los lectores jóvenes (y no tan jóvenes), la Guerra Fría, término acuñado en el ámbito literario por el escritor británico George Orwell, fue un enfrentamiento multiforme en lo político, social, económico, ideológico, militar y propagandístico luego de la Segunda Guerra Mundial (1945), entre el bloque comunista representado por la Unión Soviética y el capitalista por Estados Unidos de Norteamérica, cuya vigencia duró hasta la disolución de la URSS en 1991 y el retorno a la Rusia tradicional.

Durante la dramática Crisis de Octubre, el presidente John F. Kennedy ordenó el bloqueo naval a Cuba para evitar la llegada de más misiles, denominándola con el eufemismo de “cuarentena”, y finalmente llegó a un perentorio acuerdo con Kruschev mediante el cual los soviéticos desmantelarían sus armas misilísticas en la Isla, bajo la supervisión de las Naciones Unidas, a cambio de un formal texto declarativo de EE.UU. de no invadir Cuba. El instrumento para una expedita comunicación sería el llamado “teléfono rojo”, con una línea directa Moscú-Washington, el cual se hizo famoso hasta en las pantallas de Hollywood.

Luego, diversos escenarios bélicos han asolado el planeta, entre otros, la Guerra de Vietnam (1955-1975); la de los Seis Días (1967), la de Yom Kipur (1973), la de Afganistán (1978-1992), la de Irán-Irak (1980-1988), la de Las Malvinas (1982), la Guerra del Golfo (1990-1991), las de Yugoslavia (1991-2001), las de Irak (2003-2011), la de Afganistán (2001-2021), las guerras civiles en Libia (2011 y 2014-2020), y las diversas luchas intestinas en el continente africano.

Y más recientemente la guerra o masacre criminal de Israel contra Palestina, un genocidio impune que debe avergonzarnos como seres humanos; las tensiones de rango atómico entre la India y Pakistán, la guerra en Ucrania, los sucesivos bombardeos israelitas contra dirigentes iraníes y la réplica por parte de los chiítas; el ataque de aviones sionistas a Siria luego del derrocamiento de Bashar al-Assad; la acción aérea de EE.UU. versus las instalaciones nucleares de Irán, y no paremos de contar porque el agresivo cuadro no se detiene.

Según advierte por coincidencia temática Willy Wimmer, exsecretario de Defensa de Alemania, esta situación puede llevarnos a la Tercera Guerra Mundial porque es el mismo panorama de la Guerra Fría de 1962, con acciones unilaterales e injustificadas de EE.UU. que buscan dominar el mundo. "Todas las personas en Alemania —añade Wimmer— están deprimidas, calladas, preocupadas, y se sienten así porque el comportamiento de Donald Trump, estilo Rambo, nos pone frente a hechos cumplidos”.

En la otra cara de la moneda, hallamos las declaraciones también muy preocupantes de Christopher Donahue, comandante del Ejército estadounidense en Europa y África y de las fuerzas terrestres de la Alianza Atlántica, quien amenazó con la posible destrucción de la provincia rusa de Kaliningrado en un lapso "inauditamente breve”. Donahue agregó: “La OTAN rodea a Kaliningrado y podemos acabarla desde tierra de manera muy rápida, ya lo hemos planeado y desarrollado”.

Así va el planeta, compañeros, y sus ráfagas de huracán belicista no auguran nada bueno. ¡Habrá que esperar sin desesperarse!

Igor Delgado Senior 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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