Pluma acústica | Víctor Piñero
El venezolano que fue voz de la legendaria Sonora Matancera
23/07/2025.- La Sonora Matancera fue la agrupación de música afrocaribeña más importante de mediados del siglo XX, una verdadera institución musical por la cual desfilaron una gran cantidad de talentosos músicos, provenientes no solo de Cuba, sino de varios países de Latinoamérica. Uno de ellos fue el gran Víctor Piñero, quien fue el único músico venezolano que grabó y se presentó con la mítica orquesta.
La prolífera carrera musical de Piñero comenzó cuando, a los doce años de edad, formó un grupo junto a su hermano mayor, Faustino, en su natal barrio El Guarataro, donde vino a la vida el 10 de mayo de 1923. Con aquel grupo, amenizaba fiestas y se presentaba en bares y botiquines, uno de ellos, el pintoresco bar Tabarín, ubicado en La Guaira. Allí, tras cada interpretación, pasaban la gorra entre los espectadores para recolectar propinas como única recompensa. Esta experiencia no solo pulió su talento innato, sino que también forjó una profunda conexión con el pueblo, una característica que definiría su estilo y su relación con el público a lo largo de su carrera.
Por aquella época, Víctor, comienza a ser conocido como el Marañón, que era el título de una guaracha cubana que interpretaba formidablemente. Sin embargo, para finales de la década de 1940, el trompetista colombiano Francisco "Pacho" Galán crea un nuevo ritmo, haciendo una fusión entre el merengue dominicano y la cumbia colombiana, al que bautiza como Merecumbé. Piñero grabó exitosos temas junto al maestro Pacho Galán en el nuevo estilo, que se había convertido en un fenómeno musical para la época. Es en ese momento cuando comienzan a llamarlo el Rey del Merecumbé, apodo con el que fue conocido por el resto de su vida.
La senda profesional de Víctor Piñero se pavimentó con su participación en algunas de las orquestas más destacadas de Venezuela. Su voz resonó en agrupaciones como la Orquesta de los Hermanos Belisario —conocida como la Reina de las Pistas de Baile—, la Sonora Caracas, la Orquesta de Chucho Sanoja, el Combo Gigante de Emilita Dago y Los Peniques. Sin embargo, su nombre quedó indeleblemente ligado a Los Melódicos, orquesta con la que grabó la impresionante cifra de 22 producciones discográficas y a la que regresó en múltiples ocasiones, como si de un hogar musical se tratase. Por cierto, fue con la Orquesta Los Melódicos con la que interpretó su última canción, antes de perder la vida en pleno escenario, pero no nos adelantemos…
La Sonora Matancera y el éxito internacional
Uno de los capítulos más trascendentales en la vida de Víctor Piñero fue su incursión en la escena musical cubana de la mano de la mítica Sonora Matancera. En 1957, durante los carnavales de Caracas, el maestro Rogelio Martínez, director de la Sonora, lo escuchó cantar y quedó impresionado con su voz y carisma, al punto de hacerle una invitación para grabar con la orquesta en La Habana.
En enero de 1958, Piñero respondió al llamado y viajó a Cuba, contactó al maestro Rogelio Martínez y, en apenas dos semanas, ya se encontraba inmerso en ensayos y grabaciones con la Sonora Matancera en Radio Progreso de La Habana. De esta colaboración histórica nacieron cuatro temas icónicos que no solo lo proyectaron a la cúspide internacional de su carrera, sino que lo establecieron como el único venezolano en grabar con la orquesta más legendaria de Latinoamérica durante su apogeo.
Las cuatro canciones en cuestión fueron Río Manzanares, una sentida composición de José Antonio López que conectaba con la esencia venezolana; Maquinolandera, un clásico de Margarita Rivera, que demostraba su versatilidad; No quiero nada con su mujer, un pegajoso merengue de Porfi Jiménez, que reveló su capacidad para dominar diversos géneros; y Puente sobre el Lago, una pieza de Antonio Masirubi que también caló profundamente en el público venezolano, sobre todo luego de la inauguración del puente sobre el lago de Maracaibo.
Estas grabaciones no solo consolidaron su fama a nivel internacional, sino que también le abrieron las puertas para girar con la Sonora Matancera por toda Centroamérica y el Caribe hasta alcanzar los grandes escenarios de Nueva York, llevando consigo el sabor inconfundible del merecumbé y la pasión de la música venezolana a nuevas audiencias. Como dato curioso, es bueno mencionar que la grabación de Piñero junto a la Sonora Matancera se llevó a cabo el 23 de enero de 1958, mismo día en que en Venezuela ocurría el derrocamiento del general Marcos Pérez Jiménez.
“¡Yo quiero morir como Víctor Piñero!”
En La Habana, graba, además, junto al maestro Billo Frómeta —a la sazón vetado para trabajar en Venezuela y radicado en Cuba— el disco titulado Carnival with Billo. Para esta grabación, los músicos fueron seleccionados con la ayuda del maestro Bebo Valdés. Tras su vuelta a Venezuela, luego de conquistar importantes escenarios internacionales, el Rey del Merecumbé se dedicó a trabajar con diferentes orquestas nacionales, mencionadas anteriormente, e incluso fundó la suya propia, a la que llamó Los Caribes de Víctor Piñero, proyecto que, lamentablemente, duró muy poco.
En 1968, volvió por tercera vez a las filas de Los Melódicos, donde permaneció hasta el día de su muerte, ocurrida el 5 de enero de 1975, en horas de la madrugada, mientras realizaban una presentación en el Hotel Intercontinental Tamanaco de Caracas. Luego de interpretar el tema Yo quiero verla esta noche, Víctor se movió hacia un lateral del escenario por sentirse mal, con un dolor en el pecho que le venía afectando desde hacía un tiempo y el cual calmaba con los parches porosos que le recomendara Manolo Monterrey, otro gran cantante venezolano. Aunque pareciera irrelevante, es bueno aclarar que la revista Venezuela gráfica hizo circular una versión donde se decía que Piñero se encontraba cantando el porro Las pilanderas para el momento del incidente. Sin embargo, testigos presenciales lo desmintieron.
Piñero tomó unas maracas e intentó sacudirlas, en ese momento se tambaleó y de no ser por un colega que se encontraba cerca, se habría caído al suelo. Lo bajaron del escenario y lo sentaron en una silla a la espera del médico, quien, al llegar, lo encontró sin signos vitales. De igual manera, fue llevado a un centro asistencial, pero ya era muy tarde para el Rey del Merecumbé. Aquel dolor en el pecho que le aquejaba no era de origen muscular, como él pensaba, sino cardiaco, y derivó en un infarto. Su muerte, en estas circunstancias, sirvió para engrandecer su leyenda, dejando una huella imborrable en el inconsciente colectivo. Desde entonces, se hizo común escuchar a músicos y cantantes decir: "¡Yo quiero morir como Víctor Piñero, guarachando!".
Kike Gavilán