Mundo Alerta | Ucrania, una solidaridad costosa
¿Perder la guerra y ganar la paz?
20/07/2025.- En marzo de 2022, un mes después del bombardeo de Rusia a Ucrania, se produjo un intenso esfuerzo diplomático internacional en Bielorrusia y Turquía para detener la guerra. Ese mismo mes, el canciller ucraniano, Dmitro Kuleba, gestionaba una reunión con su homólogo ruso Serguéi Lavrov, en busca de una “solución duradera” para su país.
Según Kuleba, Ucrania estaba dispuesta a discutir con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan) y con Rusia las garantías necesarias para no ser agredida por ambas potencias. Analistas militares estiman que la tesis de Kuleba contemplaba la posibilidad de que Rusia se autoproclamara “garante” de la paz, como lo había hecho Estados Unidos sin autorización de nadie. De esta manera, ambas potencias estarían en igualdad de condiciones y ninguna de las dos actuaría militarmente contra Ucrania sin autorización de la otra. En ese contexto, la paz no representaría a ganadores ni derrotados sino a la humanidad entera y se convertiría en un amplio corredor humanitario para el ingreso de soldados heridos, rehenes liberados y socorristas voluntarios. Las conversaciones de paz, en su mayoría de buena fe, prosiguieron por distintas vertientes, unas románticas, otras agresivas, contradictorias o imprecisas, que desembocaron en un documento llamado “Comunicado de Estambul”, donde se planteaba un "alto al fuego e incondicional en el cielo, en la tierra y en el mar como condición necesaria y previa para la negociaciones”.
Al cumplirse tres años de violencia militar creciente y sin pausa, es oportuna y urgente una reflexión: ¿Es posible que la paz en Ucrania sea una iniciativa global independiente, sin directrices de las potencias en pugna, como ocurrió en 2022 en Bielorrusia y Turquía, en pleno apogeo de la guerra, con participación de naciones y actores neutrales como la ONU, o inevitablemente dependerá de los intereses ideológicos y territoriales de Washington y el Kremlin? Si el resultado se mide por el número de vidas salvadas o perdidas, habrá valido la pena.
La otra opción probable –aunque tan indeseable como el interés geopolítico de los protagonistas– sería frenar la guerra en Ucrania con intervención militar de los países neutrales, lo que le daría al conflicto una terrible dimensión bipolar, muy similar a la anunciada tercera guerra mundial.
Por cada habitante del planeta (8.000 millones) Estados Unidos, la OTAN, China e Irán (solo para mencionar los de mayor peso) tienen más de 20 millones de efectivos militares y en reserva. Suficientes como para tomar en serio la perspectiva, más allá de Ucrania.
Raúl Pineda