Vitrina de nimiedades | No saber está de moda
19/07/2025.- Detrás de un "no sé" puede estar la decisión de no compartir información por conveniencia, seguridad o, también, maldad. Eso lo dirá el tono y la circunstancia. Aun así, esa misma expresión la podemos escuchar en otros espacios con la inflexión de la vergüenza, como si esa ausencia de saber requiriera la clemencia de la humanidad toda.
Esa declaración, de todas formas, puede salvarnos de muchos inconvenientes, pero no es fácil asumirla. ¿Qué nos empuja hasta ese momento iluminado y eterno, como diría la canción aquella, en el cual reconocemos esos vacíos? Depende. Ciertas circunstancias aplican…
Hemos de admitir que estamos formados para apenarnos en aquellos espacios donde se supone que deberíamos tener el dominio de la situación. Si no somos científicos, declararemos nuestra total ignorancia frente a un reactor nuclear. Sería suicida no hacerlo. Ahora, en nuestra cotidianidad, esa sinceridad va quedando confinada por el entorno, pues se considera que hay cosas que nos corresponde conocer sí o sí. Hoy muy pocos se atreverían a decir que no saben manejar un dispositivo inteligente o cómo navegar por internet, pero sí, señoras y señores, ¡existen quienes no tienen idea!
En otros casos, aunque la vergüenza pese, mucho más valor tiene la vida. En lugar de proclamar nuestro total desconocimiento, nos alejamos del riesgo. Por ejemplo, quienes no sabemos nadar, por mucho que nos guste el mar, aceptamos que la profundidad no es nuestra mejor amiga. Quien jamás ha manejado un carro y tiene alguna pizca de sensatez, siempre preferirá el rol de pasajero. Ya saldrán los custodios de la "zona de confort" a exigir que cambiemos nuestro mindset porque el cielo es el límite (bastante lejano, por cierto). En esos casos, la supervivencia prefiere hacerse la sorda y gritar: "¡El miedo salva!".
Aunque la naturaleza nos diseñó para cuidar el pellejo tantas veces como nos sea posible, en muchas ocasiones confundimos las señales. Preferimos poner el pecho, asumir responsabilidades y terminar lidiando con una tarea desconocida, a riesgo de crear más problemas que beneficios. En una cultura que alaba el arrojo y la temeridad, casi todos hemos sido empujados alguna vez a ese despeñadero. Los tutoriales, que bastante pueden sacarnos las patas del barro, son un buen ejemplo. Ayudan a salir de aprietos a costa de una falsa imagen de nuestras capacidades.
Frente a estas tentaciones y atrevimientos, algunos sobreviven con mayor o menor honra. Otros prefieren olvidar esa desafiante tarea que terminó siendo uno de los capítulos más oscuros de su vida. Siempre estarán quienes, luego de liberarse de toneladas de culpa, admiten su desconocimiento. Esos, sin duda, son los más valientes. En todos ellos, sin embargo, no se encuentra lo más alarmante, sino en quienes, conscientes de las carencias del otro, prefieren retarlo a enfrentar lo nuevo sin guía, sin apoyo y a un elevado costo. Pasa en el trabajo, la familia y en la vida misma. A veces, es preferible que la ignorancia esté de moda.
Rosa E. Pellegrino