Palabras ... | Molestar la muerte
17/07/2025.- Naturalmente, tenemos los años contados. Por más que nos apuremos o nos retardemos, siempre serán los mismos años que nos corresponden por naturaleza. Con plagiar, estar en el lugar, hora y decisión equivocados, se pueden acortar los años de vida, y, tal vez, una alimentación sana, sin pobreza, balanceada, sin exceso ni adicciones, pudiese alargar las horas contadas. Seguramente, eso depende de la fortaleza genética que heredemos y del contexto que se empodera de la violencia para no darles paz al cuerpo y sus emociones. Esto sumado a una sociedad global que celebra la muerte como si fuera una victoria, y vicariamente enseña que todo amor depende de la economía que lo mantiene o muere si no se sustenta, incluso separándose o suicidándose.
Desde otra perspectiva existencial, la vida sin riesgo no existe; he ahí la paradoja. Una existencia sin atrevimiento no la justifica. Similar, las estrellas y la tarde caen, los mares se desbordan, el viento enloquece, ¿y por qué nosotros no debemos acudir a ejercer el derecho que tenemos al asombro?
El obstáculo está en saber a priori cómo y cuándo es posible. ¿O será que no es posible saberlo?
No es igual molestar la infancia, con el riesgo peligroso que implica aventurarse a conocer nuestro hábitat, subirse a un árbol, jugar con una culebra desconocida, perderse si se es capaz de cruzar la esquina, lanzarse a un pozo hecho por la lluvia, meter los dedos en un tomacorriente, atravesar una calle o saltar de puente en un caballo. Son decisiones espontáneas propias de la inocencia o desconocimiento de las primeras edades, que nada tienen que ver con la inconsciencia. A veces incontrolables, pueden minimizar el tiempo que naturalmente nos corresponde de vida. Pero también hay adolescentes o seres adultos que, inconscientemente, los posesionan actitudes que, desde la distancia, se intuye que se están matando o están por matarse. La adicción, el desenfreno y la insensatez pudiesen estar determinadas por factores genéticos, imperiales, o la carencia de valores sobre vivir o morir. No de experiencia, porque solo se vive o se muere una sola vez.
Aquí, la inmadurez o, más profundo, el inconsciente, juega un papel significativo en torno a molestar la muerte. En ambos casos, cabe el dicho del pueblo: "Deja quieto al que está quieto". En este caso, hablamos de morir.
Es razonable pensar que un país como los Estados Unidos pudiese haber incidido en comercializar la pulsión de morir. Thanatos es un concepto psicoanalítico creado por Sigmund Freud que describe una tendencia inconsciente hacia la autodestrucción y la vuelta al estado inorgánico, en oposición a la pulsión de vida (Eros). Se manifiesta impulsivamente agresiva y destructiva, hacia uno mismo o hacia los demás, y busca desaparecer una incómoda excitación. El poder imperial ha creado tantos métodos para matar que genéticamente ha deformado los genes colectivos en individualistas, o suicidas, o criminales. Tanto, que ha puesto de moda el asesinato de niños por los mismos niños en las escuelas. Tanto, que ha hecho la guerra a medio mundo y, ahora, a casi todo el mundo económicamente, incluyendo arancelar a sus mismos aliados; dejando pasar, planifican la tragedia.
La muerte a manos del imperio es un acto colateral justificable bajo el ardid "en defensa de la soberanía de los Estados Unidos". Los persigue la paranoia como argumento, o legalizan su poder criminal usando el objetivo de la protección de su pueblo —para no decir su reino—, o la atribución arrogante de declararse como vigilante mundial en defensa de sus intereses económicos globales. Nunca jamás ha tenido que ver con un escudo para cuidar la vida de los pueblos.
En síntesis, hay que cuidar la muerte como quien cuida la vida; es un derecho. Molestar la normalidad de su continuidad es propio de una angustia y ansiedad creadas socialmente. Tal vez, sea necesario colidir con la sabiduría originaria para sustraer una respuesta a la incógnita de vivir para qué.
Pulsión de matar la génesis
Un aire enrarecido, una brisa espesa y un horizonte difuso.
Mientras la inocencia heroica graba bailando al son de los estruendos
y algo de inmortalidad
La percha , una medio día , cuelga la sombra de una camisa agujereada
Rayos de sol pasan por el roto de los proyectiles midiendo la trayectoria de las balas
Un niño asciende de los escombros y se hace movimiento en la silueta
Tenía razón el código del llanto en el recién nacido
Los barriletes se dan contra el suelo como si estuvieran heridos
Quisieran la vida para también ser asesinados y volar a ser leales a la infancia
Que una vez lo s se elevó al cielo azul, para enviar un telegrama escrito
en hoja de cuaderno, que narraba sobre el poder del bien debido a Dios,
ahora roto por los misiles
En las arenas se divisan los escarpines, las pequeñas huellas del desgarre
devolucionando al mar de donde salimos
En las piedras el hilo enredado con la muerte forceje
Esta vez la bicicleta de muchísimos colores.
de costado sobre la incertidumbre sobrevive
A la espera del milagro envuelta en la ausencia de la voz y el voto
de lo que fue la avestruz humanidad
Algún día ojalá no muy lejano unos niños silbar á n una canción
Usando como armónica la cáscara de proyectiles desenterrados
Evidencia de la triste verdad que no tuvo solución,
solo espectadores globales
Carlos Angulo