Letra fría | El joven Tarek

11/07/2025.- Cuando, empezandito el nuevo gobierno popular, Hugo Chávez presentó al poeta de la revolución e identifiqué al joven Tarek, me dije: “Bien merecido lo tiene, y esto está comenzando bien”. Lo había conocido, a muy temprana edad, cuando andaba para arriba y para abajo con nuestro comandante de entonces, Douglas Bravo, a quien defendió legalmente, y también al Flaco Prada, y años más tarde al propio presidente Maduro cuando era perseguido por su actividad sindical en Caracas; e igualmente a Cilia Flores, para solo nombrar a los más relevantes, porque la lista es larga y pareja. Y para no hablar de los hermosos tiempos con los poetas de Barquisimeto, Álvaro Montero, Tito Núñez y Orlando Pichardo.

Pero antes, o después, tal vez, venía una trama paralela, el joven Tarek William escribía poesía, y ocurrió un fenómeno interesante, otro joven visionario, nuestro querido Chucho Salazar, editor utópico y promotor de los jóvenes poetas, menos conocidos o, para ser francos, prácticamente desconocidos, publicaba aquellos panfleticos, lo digo por los papeles humildes, por obra y gracia del multígrafo, pero en realidad, estaba publicando la mejor literatura venezolana.

En eso, su intuición poética, que a Dios gracias aún conserva, publica el primer libro de Tarek, Los ríos de la ira, que llegó a nuestras manos por la editorial La Espada Rota, el sueño de Chucho Salazar. Apenas se imprimieron 100 ejemplares, que era el modesto tiraje de la editorial, y todos fueron adquiridos rápidamente por lectores, o una parte de ellos, porque el generoso Chucho nos los regalaba. Pero, no solo eso, Los ríos de la ira vino con un flamante prólogo de nuestro gran poeta Gustavo Pereira, poemario que le valió mención de honor en el Premio Internacional de Poesía Koeyú Latinoamericano y primer finalista de la III Bienal Francisco Lazo Martí del Ateneo de Calabozo, de la cual el presidente del jurado era nuestro otro gran hermano, Caupolicán Ovalles.

Allí comenzó la obra literaria publicada del joven Tarek, pero, en realidad, todo había comenzado a sus 15 años, en un laboratorio de Física, cuando estudiaba cuarto año de bachillerato, mención Ciencias, en el liceo Briceño Méndez de El Tigre, Anzoátegui, y se impactó al ver por una ventana los árboles que se asomaban arrullados por el viento oriental y la lluvia que se deslizaba a través de ellos, y así nació Lluvia, el primer poema. Su vocación literaria se fue afinando por la influencia de los poetas estadounidenses de la generación beat, como Jack Kerouac, Allen Ginsberg y el movimiento de contracultura hippie, el Festival de Woodstock (Hendrix, Joplin, Cocker, Shankar, The Who, Báez, Santana, Dylan, que no tocó), así como las lecturas del novelista alemán Herman Hesse, seguramente Sidartha, Demián y El Lobo Estepario, en los inicios de la poesía del joven Tarek.

El difunto Néstor Francia, otro gran amigo, nos recordaba que Saab perteneció al Frente liceísta del Movimiento político Ruptura (PRV-FALN); ya más grandecito, el poeta Luis Alberto Crespo le publicó unos poemas en el Papel Literario de El Nacional, que dirigía por entonces. Por aquellos tiempos ingresó a la Escuela de Letras en la Universidad de Los Andes, Mérida, para aprender sobre poesía, pero muy pronto se guió más por unos versos del poeta Víctor Valera Mora: “Huid de las escuelas de Letras… todo en ellas es inodoro, incoloro e insípido”, y armó sus bártulos para volver a la casa familiar, anunciando que dejaba la ULA y estudiaría Derecho en la Universidad Santa María. Se hizo abogado especialista en Derechos Humanos, por lo que defendió a excomandantes guerrilleros y otros líderes de la izquierda radical, hasta que participó en el grupo de abogados de Chávez y otros presos del 4F.

Focalizo en esa primera juventud de nuestro comando de hoy, porque después de Chávez vino su sólida trayectoria política y, paralelamente, la maduración de sus aguerridos versos, aunque a ciencia cierta, esos versos nacieron maduros, o para ser más precisos, digamos mejor que quisimos focalizar en la fase de floración de los versos y gestos de vida revolucionaria, en la formación de la oruga que, en la imagen de la maduración de los frutos, correspondería al vuelo de la mariposa. Y por ahí llegamos a su excelente desempeño como fiscal general de la República, que podríamos resumir a lo Mohamed Alí, de picar como abeja y flotar como mariposa.

Así que, sin ánimos antojadizos ni determinismo histórico alguno, quise recrear esos versos en flor y, para cerrar, recordando “Carta a un Fedayín” por Douglas Bravo, quien segmenta en tres tiempos a febrero de 1992: “Hermano Tarek, hermano: ese lugar que no existe —aunque lo prefiguramos como una colectiva sonrisa— esa nueva civilización, esa utopía tan resueltamente perseguida por tu poesía (y por tus actos de luchador social emprendidos desde aquella adolescencia de los 14 años, hasta este hoy estelar) siento que se me aproximan tan hondamente al leer —casi en las sombras— tu poemario El hacha de los santos. Te confieso que esta lectura ha sobrevolado mi piel, despertándome algunos arrinconados arranques de soñador estepario…

Tres tiempos como hitos de una contemporaneidad aparecen en este libro fundidos, con la característica de no perder la peculiaridad cada uno de ellos: Hay ciertamente una frontera lógica de tiempo y espacio, pero también hay una férrea unidad poética-espiritual de nuestra disidente utopía”…

Y se despide Douglas, en este acercamiento literario, poco conocido en su prosa: “Hermano Tarek, siento que en ti no se han rendido esos dos grandes ancestros milenarios: Indianidad y Arabismo. Marcas que con vigorosa fuerza le dan una cualidad esencial a tu poesía: profunda contemplación de la vida en movimiento, y que al interiorizarla le pones fuego, para que el verso arda en distintas direcciones, dotándose permanentemente de un poder incapturable para la codicia de las manos institucionales y oficialistas: Poesía vital y necesaria, esta que rompe con tanto silencio permitido y acomodaticio…

Emocionado, espero leer tu poemario sobre el cuarto tiempo. Para entonces, la ruptura creadora habrá amanecido”.

PD

Hasta este domingo 13 de julio pueden adquirir: Un tren viaja al cielo de la medianoche, Los ríos de la ira y Soñando el largo viaje. Además, se estrenó el riguroso estudio Saab, una vida literaria, de Alberto Jiménez Ure, que repasa toda su trayectoria poética. Y con las editoriales Vadell Hermanos, Monte Ávila y La Espada Rota. Por su parte, Los ríos de la ira (original de 1987) fue reeditado por los mismos sellos, y la antología Soñando el largo viaje, que compila cuatro décadas de creación.

 

Humberto Márquez 

 


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