Punto y seguimos | El coco de la Agenda 2030

01/07/2025.- En el año 2015, 193 países miembros de las Naciones Unidas firmaron un ambicioso documento que establecía 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible para la humanidad para el año 2030, que van desde el fin de la pobreza hasta el hambre 0, pasando por la igualdad de género, la salud y el bienestar, o el derecho a la educación de calidad, entre otros. A casi 10 años de este acuerdo multilateral encaminado a desarrollar el planeta eliminando las grandes inequidades con un trabajo mundial conjunto, los hechos han demostrado las dificultades de su implementación, principalmente a causa de que la mayoría de objetivos son incompatibles con el sistema capitalista imperante.

A pesar de esto, esfuerzos se hicieron en varios países, especialmente en aquellos con gobiernos alejados de la derecha, donde la defensa de la educación y la salud pública son bandera política, o donde la igualdad de género se entiende como una vía para emparejar las múltiples desventajas a las que se enfrentan las mujeres en todos los ámbitos vinculados al desarrollo, por mencionar par de ejemplos. Sin embargo, del 2015 a la fecha, bastante ha cambiado el panorama político internacional, con un renacer del liberalismo, conservadurismo y, para ser más precisos, de la derecha más extrema. Luego de años de agazapamiento, la ultraderecha volvió a contar con el voto popular. Ser facho no solo dejó de dar vergüenza, sino que, en ciertas instancias, volvió a considerarse una prueba de raciocinio y pragmatismo y la elección “correcta” ante los ojos de Dios y los hombres. Ante la megacrisis del capitalismo, la oferta de sus creadores fue (es) culpar al progresismo de haber desviado al mundo de la vieja y buena senda de la mano dura, la aceptación de las desigualdades como un designio divino y la idea de que biológicamente algunos son más fuertes y más aptos que otros para liderar, no solo en términos individuales, sino colectivos.

Así las cosas, la ultraderecha se ha encargado de vilipendiar a la Agenda 2030 desde su nacimiento, pues les representa no una guía para el desarrollo, sino la amenaza a todo lo que consideran el “deber ser”. No es de extrañar entonces que exista una red de desinformación tan amplia rondando a la Agenda, teorías de la conspiración diversas que coinciden en un punto: es un programa establecido por una élite mundial (que puede ser económica, de extrema izquierda comunista, etc.) para asegurarse las riquezas y el control del mundo. Resulta risible que la supuesta gran amenaza de la Agenda 2030 sea justamente el corpus del capitalismo, pero así funciona el engaño, acusando al otro de los defectos propios.

La campaña de desinformación se ha venido intensificando en redes sociales, donde circulan materiales de todo tipo (fakes, memes, artículos, reels de influencers, etc.) donde se alerta constantemente a la gente a pensar en la Agenda 2030 como un plan macabro disfrazado de progreso que pretende, por ejemplo, reducir la población mundial “feminizando” a los hombres (si hay más gays, bajará la tasa de natalidad). Líderes políticos de derecha como Donald Trump, Javier Milei, Jair Bolsonaro, Nayib Bukele, Georgia Meloni o cualquier representante de partidos como el español Vox llevan la posta de la vocería contra el Desarrollo Sostenible, calificándolo de “aberración”, “ataque a la familia”, “ataque a la soberanía de las naciones”, “a la libertad”, a “la religión” y pare usted de contar.  El regreso a las posturas más rígidas, trogloditas y fanáticas viene con todo, y lo podemos identificar en cualquier conversación cotidiana, pues el discurso ha permeado a la ciudadanía que se ampara, sobre todo, en preceptos religiosos que se utilizan como escudos morales para justificar conductas racistas, homofóbicas, xenófobas, aporofóbicas y colonialistas.

Para el conservadurismo mundial, la Agenda 2030 es el diablo y como tal han logrado venderla. Lástima para el planeta, que se vuelva sentido común el creer que el hambre, la miseria, el derecho a la salud y la educación o la equidad entre hombres y mujeres sean amenazas para el desarrollo y no el desarrollo mismo.

Mariel Carrillo García


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