Dave Parker dejó una estela de alegría y emociones en Venezuela

Su fallecimiento fue reseñado y comentado en numerosas redes sociales

Brilló durante 11 temporadas con los Piratas de Pittsburgh.

 

29/06/25.- Tras conocerse este sábado la noticia del fallecimiento exbeisbolista estadounidense Dave Parker la fanaticada venezolana expresó de manera masiva a través de las redes sociales su pesar por su partida del plano terrenal y recordó sus hazañas en la pelota criolla durante las tres temporadas que vistió el uniforme de los Navegantes del Magallanes.

No era para menos, pues "La Cobra", como era conocido en el ambiente beisbolero, ha sido quizás el pelotero más carismático, querido y recordado por la fanaticada, incluso la de clubes distintos a la Nave Turca.

Siendo un prospecto de los Piratas de Pittsburgh en las Grandes Ligas, y con dos formidables campañas en República Dominicana, con las Águilas Cibaeñas, los Navegantes del Magallanes, gracias a un convenio con los Piratas de Pittsburgh, logran traerlo para la temporada 1974-1975.

Desde el primer momento, Parker impresionó a fanáticos y periodistas no solo por su imponente presencia (1,96 mts y más de 100 kilos de peso), sino por su intensa manera de jugar, su gran habilidad con el bate, su poderoso brazo y su velocidad en las bases, a pesar de su corpulencia.

"Papá Silsa", como fue bautizado por el periodista y comentarista deportivo Abelardo Raidi, al compararlo con un envase de dos litros de la marca de leche, que para ese momento era el más grande del mercado, no defraudó al equipo y a fuerza de batazos, lideró la temporada regular en jonrones (8) y carreras impulsadas (50). Además, bateó para .329, conectando 10 dobles y seis triples, todo eso en 55 juegos.

La temporada siguiente fue de mucha expectativa para la fanaticada magallanera al esperar su regreso. Ello no ocurrió por restricciones de los Piratas.

Sin embargo, para la 76-77, "La Cobra" regresa y conforma una dupla mortal con el también recordado Mitchell Page, rememorando el llamado "Poder Negro" que identificó al club marino desde principios de la década, que contó con poderosos toleteros afroamericanos como Bob Darwin, Clarence Gaston, Jim Rice, Don Baylor y Jim Holt.

En esa temporada, Parker literalmente "descosió" la pelota al batear para un astronómico .401, convirtiéndose en apenas el tercer jugador en promediar por encima de los .400 puntos en la liga venezolana, igualando al cubano Pablo García y Víctor Davalillo.

El nativo de Misisipi redondeó la faena con 10 dobles, cinco triples y tres jonrones, con 34 empujadas en 38 juegos, pero quizás lo más importante fue que, a mediados de temporada, se marchó a Estados Unidos y el equipo Magallanes cayó en un "slump". La fanaticada pedía a gritos su regreso y cuando volvió, el equipo valenciano retomó el camino del triunfo, hasta alcanzar el campeonato y disputar en Caracas la Serie del Caribe.

Por ese desempeño, el narrador del circuito radial de los Navegantes, Felo Ramírez, no dudó en calificarlo como "El predestinado del Magallanes".

Su popularidad creció tanto, que hasta fue invitado a participar en un programa de variedades de fin de semana en un canal de televisión, un hecho sin precedentes para un jugador extranjero.

Ya un tanto más viejo y aquejado de sus rodillas por el sobrepeso, retornó a Venezuela en la campaña 82-83, con el objetivo de darle impulso al Magallanes, que había caído en desgracia después del título del Caribe en 1979.

Su rendimiento fue muy bajo, en comparación con sus dos campañas de ensueño. Apenas bateó para .244 en 12 juegos, sin poder conectar de jonrón.

Su desaparición física deja un sentimiento de nostalgia y dolor entre quienes lo admiraron, pues en pocos días iba a ser exaltado al Salón de la Fama de Cooperstown por su brillante ejecutoria de 19 años en las Mayores, donde alcanzó dos títulos de bateo (1977-1978), un premio al Jugador Más Valioso de la Liga Nacional en 1978, dos anillos de Serie Mundial (1979 con los Piratas de Pittsburgh y 1989 con los Atléticos de Oakland) y un promedio vitalicio de .290, además de ser en 1979 el primer pelotero en ganar un millón de dólares por temporada.

REINALDO L. LINARES ACOSTA / CIUDAD CCS


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