Punto y seguimos | Distopía en tiempo presente
24/06/2025.- En su célebre obra literaria 1984, George Orwell describió un mundo distópico. En él, la sociedad de Oceanía, vigilada por el Gran Hermano, vive bajo un gobierno tiránico con cuatro ministerios: el Ministerio del Amor, el Ministerio de la Paz, el Ministerio de la Verdad y el Ministerio de la Abundancia. Cada uno se encarga de regular exactamente lo contrario a lo que su nombre indica, en una suerte de mofa generalizada que una sociedad inerte y dominada acepta sin ningún pensamiento crítico. El Ministerio de la Paz, que se encarga del aparato militar y de mantener un estado de guerra permanente que sostiene el "equilibrio" en el mundo, es el corazón del Partido Dominante y la esencia del régimen de Oceanía, una "nación" sustentada en el miedo, interno y externo.
Como toda gran novela, 1984 ofrece la cualidad de la identificación. Si desde su publicación en 1949 —apenas a cuatro años del fin de la Segunda Guerra Mundial— ya generaba una incomodidad nacida del reconocimiento, con el paso de los años se ha ido erigiendo no tanto en un relato de futuro lejano y fantasioso, sino en un retrato, una descripción de un mundo no tan alejado de la realidad. Lejos de parecer un cuento imposible, 1984 se lee, 76 años después, como una advertencia, como una exageración retórica utilizada para ilustrar no una sociedad cualquiera, sino la nuestra.
Al conocerse la entrada de Estados Unidos en la guerra contra Irán, luego de que Donald Trump anunciara, con su habitual soberbia, la "destrucción" de tres instalaciones nucleares iraníes, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, declaró lo siguiente: "El presidente Trump y yo solemos decir: paz a través de la fuerza. Primero viene la fuerza y, entonces, la paz. Y esta noche, @realDonaldTrump y los Estados Unidos actuaron con gran fuerza". Es probable que, al escuchar o leer esto, muchos lectores de 1984 se hayan sobresaltado un poco —yo seguro lo hice— al recordar de sopetón los tristemente célebres lemas del Partido Dominante en Oceanía: "'La guerra es la paz', 'La libertad es esclavitud' y 'La ignorancia es la fuerza'".
Hoy, pasados ya veinticinco años del siglo XXI, las naciones más "importantes" del planeta están gobernadas por unos personajes que parecen sacados de una novela de ciencia ficción. Países poseedores de armas nucleares —entre los que no podemos contar a Irán, por cierto— están liderados por megalómanos liberales que no tienen idea de qué son y cómo deben funcionar los Estados, o peor aún, naciones lideradas por hombres y mujeres sin genio político ni humanidad. Países cuyos representantes utilizan, en la vida real y como expresión de una política en acción permanente, los mismos lemas que los mejores escritores de distopías del siglo pasado. "La guerra es la paz" es exactamente lo mismo que "Paz a través de la fuerza" y cualquiera con dos dedos de frente lo puede identificar. Dicho esto, ¿por qué el mundo se horroriza de verlo en un libro y no en su propia realidad? Probablemente, nuestros Ministerios de la Verdad y el Amor hayan hecho muy bien su trabajo en el último siglo. Y así nos va.
Mariel Carrillo García