Hablemos de eso | Dignidad

22/06/2025.- Las relaciones de opresión van más allá de la explotación, y ni se diga de la “desigual distribución de la riqueza”. En el mundo de la colonización, la opresión significa también la humillación y negación de los colonizados, que apela a la violencia tanto física como simbólica, para hacer desparecer la dignidad del colonizado, a quien solo le toca el papel de los nadies.

Por supuesto, ante el desprecio racista está la rebeldía del colonizado, pero cuando la opresión se hace prolongada y continua, también deviene en humillación y negación de sí mismo. Hay quien aguanta. Y hay quien no solamente aguanta sino que mantiene su capacidad de rebelarse para sacudirse la relación de dominación.

Uno lo escribe y lo dice y no falta alguien que diga que solamente se humilla al que se deja humillar. Pero cuando uno siente una presión que lo sobrepasa y parece natural e insuperable, siempre hay partes de uno que se quiebran (no solo las que se doblan). Para no doblarse o romperse hay que tener asideros: la Historia, la fe, la voluntad de vivir, la confianza en las y los de uno (el sentirse parte), la organización, la comunidad, todo eso ayuda y crea condiciones para la resistencia, como también los misiles hipersónicos.

Trump le dio sesenta días a Irán para que aceptara sus condiciones sobre el “acuerdo nuclear” que, como otros, no es ningún acuerdo sino la imposición unilateral de condiciones, “haz lo que digo y ya”. Al día 61 iniciaron los ataques israelíes contra Irán, el asesinato de altos mandos militares, el bombardeo de las instalaciones nucleares. Estos habían sido acordados entre Estados Unidos e Israel desde hacía tiempo. Por eso, Estados Unidos inventó una guerra “civil” de once años en Siria; por eso, después de derrotados los terroristas del Estado islámico y de Al Qaeda, organizaciones instigadas, entrenadas y financiadas desde Occidente para crear el caos probaron nuevas cartas y convencieron (¿debilitaron?, ¿compraron?) al rrrrégimen de Al Asad para que en pocos días los antiguos terroristas se volvieran luchadores por la libertad y derrocaran a lo que había sido la resistencia en Siria. Solo al “quitar a Siria del medio” pudo organizarse el ataque desde Israel.

No había bombas atómicas en Irán ni hubieran podido fabricarse: la propia Agencia Internacional de Energía Atómica certificó múltiples veces que los niveles de enriquecimiento de uranio en Irán se correspondían con las necesidades para la generación de energía, pero no con las necesidades para hacer bombas. Es falso que Israel temiera un ataque, como fue falso que Irak (invadido con cerca de un millón de muertos) tuviera “armas de destrucción masiva”.

Pero desde Washington esperaban que el ataque israelí se pareciera a la masacre genocida que están practicando los sionistas en Gaza, jugando a tierra arrasada, asesinando a más de 50 mil personas, corriéndolos de sus casas, destruyendo hogares, hospitales, escuelas y mezquitas, negando el acceso a la “ayuda humanitaria” para que la población muera de hambre o se rinda.

Palestina sigue allí, resistiendo. Y desde Irán han salido los misiles y drones que han sabido franquear el “domo de hierro” (el “escudo” defensivo antimisiles del que se ufanaban los sionistas). Aciertan a sus blancos los misiles y siempre se tiene el dolor de cualquier guerra, del absurdo del asesinato, pero vista cada explosión desde el contexto de opresión que se sacude, suenan a un pueblo iraní que está sabiendo defender su dignidad.

Humberto González Silva 

 


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