Psicosoma | Hambre emocional

La ansiedad es el mayor asesino del amor. Hace que uno se sienta como cuando un hombre que se ahoga se agarra a ti. Quieres salvarlo, pero sabes que él te estrangulará con su pánico.

Anaïs Nin

 

10/06/2025.- Las emociones y sentimientos se asientan en el sistema límbico del cerebro, conectándose directamente con el sistema nervioso entérico (SNE) del estómago y los intestinos, conocido como el "segundo cerebro emocional". Esta conexión nos juega mil y una pasadas en las diferentes etapas de la vida.

Es muy poco lo que se enseña en escuelas y familias sobre la inteligencia emocional. El manejo de las emociones, las conductas sexuales y amorosas y, sobre todo, las eróticas, se aprenden por ensayo y error o brillan por su ausencia. Esto es lamentable, ya que, como nos recuerda la escritora Nin, "el erotismo es una de las bases del conocimiento de uno mismo, tan indispensable como la poesía".

En escuelas y colegios persisten en creencias victorianas y una doble moral, mientras la pornografía arde en los hogares ticos (Costa Rica se encuentra entre los cien países que más consumen pornografía). La compulsión por su consumo se ha vuelto adictiva. Conozco pacientes que la prefieren al punto de divorciarse, experimentando mucha frustración al no ser capaces de entender que son actuaciones para vender sexo y jamás lograrán esas poses, contorsiones, fantasías o récords de resistencia.

Al mismo tiempo, se niega la educación sexual por conservadurismo, lo que genera enojo hacia el amor, el placer y la sexualidad. Aún hoy, muchas chicas creen que pueden quedar embarazadas en piscinas, baños públicos o por un beso francés. Escucho a grupos de adolescentes jurar que "Sutanita se embarazó", mientras un chico dice estar de acuerdo con la abstinencia sexual o el celibato, y otro comenta: "Soy sanita y me da asco el contacto". No falta la que pregunta: "¿Profe, el amor puro y romántico existe?".

Las jóvenes y adultas prefieren ser las "casi algo", mientras otras y otros eligen criar animales, la homosexualidad o vivir solas o solos sin ataduras, e incluso mantenerse vírgenes.

El mundo erótico, pasional, el placer y el goce sexual ni se asoman. Si acaso, las orientadoras lo abordan con asepsia y pinzas, negando la corporalidad, lo que favorece las perversiones. Las profesoras que deciden hablar "a calzón quitao" son mal vistas y nunca las invitan a reuniones por ser las "mal portadas". Prefieren a varones y mujeres cuyas "boquitas cerradas son más bonitas". De verdad, ¡qué pereza escuchar esa expresión en cada reunión! Salté de molestia al escuchársela al marido de mi hermana en Lima.

Mientras tanto, la explotación infantil avanza. El 4 de junio se conmemoró el Día de la Memoria y el Día del Niño Desaparecido y Explotado, sin bombos ni platillos… pero el orgullo gay salió con sus marchas reivindicadoras.

En el ámbito familiar, los abusos se niegan u ocultan y solo salen a la luz cuando se asesina a la víctima, como en el caso del filicidio del Niño Mandinga. El padre y la madre crearon la escena del suicidio, aunque los vecinos los defendieron por ser una "pareja ejemplar". Parecería que evitar problemas genera calma, pero es todo lo contrario, porque el festín caníbal se replica. Hasta existen "abuelitos" depredadores de nietas y nietos.

En la clínica, son frecuentes los casos de tíos, hermanos y primos violadores y abusivos con las niñas, pero las madres los defienden para evitar escándalos. Un caso reciente fue el de una mujer menopáusica que se atrevió a delatar a su familia y fue expulsada del "dulce hogar" por decir "calumnias" de la "santa familia" de abogados y curas. Ella recuerda el "secuestro" de sus niñas por su propia madre y teme que el violador les haya hecho daño.

Definitivamente, alzar la voz y denunciar es justicia. Hay que dejar de creer que denunciar genera problemas. Por el contrario, hay que reconocer, sacar las culpas y sanar.

La complicidad misógina, el machismo de algunas mujeres, el sistema patriarcal, el lenguaje abusivo de algunas figuras públicas, la ignorancia y la alcahuetería se empoderan y callan, normalizando pellizcos, groserías, roces en los autobuses o la actitud de un chofer machista. Pareciera que existen feudos intocables donde la niñez y la mujer son casi siempre objetos.

Las ideologías depredadoras cultivan seres serviles con la mentira de un "hambre emocional" de sentirse incompletas, señalándolas si no viven con un hombre que las "represente", o si están bajo sospecha por vivir solas o tienen varias parejas. En fin, las explicaciones sobran cuando estamos bien con nosotras mismas, cuando somos nuestra propia compañía principal las 24 horas, y cuando somos capaces de jugar, creando mundos lúdicos que superan los encuadres estúpidos y etarios, siempre con más "secuestros" (en el sentido de liberarse de ataduras), más arte, investigación y lecturas.

Tuve la dicha de compartir con el escritor Eduardo Galeano en mi amada Venezuela, quien —y esto lo digo porque en Costa Rica nos perciben como liberales, ligeras de ropa y bellas, y, por ello, más que peligrosas— afirmó: "Las mujeres no son mejores que los hombres, ni peores; todos somos mitad basura, mitad maravilla; mitad cielo, mitad infierno. Ese es el oficio terrestre".

Sin embargo, muchas mujeres aún creen el cuento de "la costilla de Adán" o "el príncipe azul", y que necesitan ser reconocidas por un hombre. Otras huyen de "la rata de dos patas" o esperan al "salvador" con el anhelo de ser finalmente amadas por un hombre. Es casi como en la época de mis abuelas, que se iban con el primero que pasaba para matar la soledad, o como las orgullosas señoras con lenguaje "cloacal" que compran "fines de semana" en las "islas de la fantasía" y confunden las ganas de llenar vacíos con amor.

Luego, viene el diván cargado de culpas, con un imposible autorreconocimiento, bajo la inútil creencia de que "un clavo saca otro clavo". Así, se abren barrancos infinitos: adicciones a barbitúricos, al sexo, al bullicio, con la obsesión de ser amadas sin querer comprender, a través del autoanálisis, que son ellas mismas las elegidas para amarse a sí mismas. Es fundamental el amor propio, recordar traumas y heridas infantiles o adolescentes, o el duelo escondido de la "niña herida": el miedo al abandono, el rechazo, la falta de tiempo de la madre y el padre, las comparaciones, etc.

Comprendamos que cargamos con nosotras mismas en soliloquios, como siamesas afectivas, o como en El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, y nadie más puede hacerse cargo de nosotras. Esto es imposible, porque el crecimiento emocional, el "darse cuenta", el "entrar en proceso", es un camino individual. Lo mismo ocurre al generar límites, amar sin ideaciones pueriles ni necesidades, sin los cuentos de la "media naranja" o el "alma gemela".

El cuento de Penélope o la vida de Frida Kahlo pueden representar ideologías sumisas. Prefiero a cacicas como Urimare, Micaela Bastidas, Sherezade, entre otras.

Nos reconstruimos insumisas en el proceso de autoconocimiento, incluso cuando emergen resistencias dolorosas, vergüenzas, culpas y miedos. Todas somos valiosas. El ser humano es maravilloso.

 

Rosa Anca


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