Retina | Denuncia de la dictadura

10/06/2025.- Lo vi hace poco en redes sociales. Un venezolano llora al presenciar el secuestro de su esposa por agentes de inmigración de Estados Unidos. No sé si se trata de agentes gubernamentales o si son empleados de alguna de las empresas que se lucran con la práctica de este tipo de secuestros.

El hombre llora, es un llanto real. Está profundamente agredido, su esposa es retenida y luego trasladada hacia alguna cárcel, probablemente privada, en la que se procurará su expulsión, ilegal y violatoria de todos sus derechos, del territorio de Estados Unidos.

El llanto es real, pero miente cuando trata de explicar su temor, pues alega que la vida de su esposa corre peligro si es extraditada a Venezuela. Agrega que son “perseguidos políticos de la dictadura”.

Miré varias veces ese video de ese hermano mío, tan inhumanamente vulnerado en Estados Unidos. No lo conozco. Dudo que tenga alguna relevancia política como para que su existencia haya dejado marca alguna, más allá de su registro en las misiones, las grandes misiones y otros programas sociales venezolanos.

Veo esto y no puedo dejar de recordar que hace menos de 10 años los gobiernos de Chile, Colombia, Perú, Ecuador, Panamá y Estados Unidos, entre otros, se esforzaron por invitar a la ciudadanía venezolana a que emigrara a sus países. “Los esperamos con los brazos abiertos”, decían, llegando incluso a discutir y hasta aprobar leyes para que resultara más atractiva la emigración desde Venezuela.

También es necesario recordar que todo esto ocurrió exactamente cuando sufríamos los daños más profundos de la guerra económica contra Venezuela, planificada por Estados Unidos y ejecutada con participación directa de los países mencionados y de la Unión Europea.

Comprender la historia de cómo estos hermanos, estos compatriotas, han llegado a esta situación, pasa por recordar las intensas campañas de manipulación, la guerra que hemos sufrido contra nuestra economía y los negocios de tráfico humano, primero para hacerlos emigrar y ahora para deportarlos.

En todo este proceso hay un hilo muy coherente: en todas las fases el Gobierno de Estados Unidos ha hecho evidente que no siente ninguna empatía por la ciudadanía venezolana. Para ellos somos piezas que utilizan para su política exterior, destinada a apropiarse de nuestros recursos o para su política interna, con esa imbécil suposición de que el declive gringo es culpa de los inmigrantes. A ese accionar contribuye la ultraderecha venezolana, la que estúpidamente se siente socia minoritaria de la mafia política de Miami.

Lo curioso es que este hermano alegue temor por regresar a Venezuela y que no sea capaz de ver la violencia dictatorial de un país que le arrebata a su esposa para expulsarla.

 

Freddy Fernández

@filoyborde

 

 

 


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