Tinte polisémico | ¿Es necesaria una nueva tecnología administrativa?

06/06/2025.- Resulta un lugar común conversar en los medios académicos, particularmente en las facultades de Ciencias Sociales y Económicas, en las escuelas de Administración, Economía Empresarial, Gestión Pública, entre otras, sobre la necesidad de avanzar en una nueva perspectiva que permita desarrollar una “tecnología de conducción organizacional” (frase acuñada por el economista y sociólogo argentino Bernardo Kliksberg) que haga viable y factibilice adaptar y adecuar el proceder y la dirección de las instituciones de cualquier tipo a las nuevas realidades que comportarán la primera mitad del siglo XXI.

Así, entre los retos que involucra el primer cuarto de nuestro siglo, encontramos tareas como la gestión del cambio constante, la transformación tecnológica digital, con incidencia en todos los órdenes, mutabilidad de la globalización: económica-financiera-comercial, la responsabilidad social, la sustentabilidad ambiental y la conducción-gestión del talento humano.

En lo que compete de forma crucial al Sur Global, en particular a los países que forman parte de la región latinoamericana, caracterizada por la crisis sistémica en los planos energético, laboral, financiero-comercial, ambiental, político: gobernabilidad-gobernanza, migratorio, informativo-comunicacional, cultural, sanitario, geopolítico, corrupción, pobreza y desigualdad, se le plantea un desafío ineludible: configurar y aplicar una administración humana incluyente, liberadora, con genésis en nuestra realidad organizacional y la forma de comprender y entender el mundo desde este hemisferio, con la exigencia de una práctica constante del abordaje crítico de los contenidos bibliográficos producidos en el Norte Global.

Dado el tránsito hasta nuestros días de la disciplina administrativa, con la adopción de distintos paradigmas gerenciales a través del tiempo, así como asumir de forma perentoria lo que se ha denominado como las modas o enfoques con finalidades subyacentes eminentemente pragmáticas e inmediatistas, es decir, que se han orientado a resolver los nodos en términos de eficacia y eficiencia por necesidades y coyunturas particulares de los mercados en determinados contextos, la permanencia en el tiempo del modelo burocrático de gestión hasta nuestros días, la confrontación de la dirección versus la conducción y el desarrollo organizacional, entre otros, han configurado, entre muchos otros, los temas y objetos de aplicación y análisis de la administración como campo del saber humano.

A la luz de la evolución de ese pensamiento y conocimiento intermulti y transdisciplinario para dirigir grupos humanos integrados en distintas ingenierías y arquitecturas institucionales, de sus transformaciones e interacciones, de la dialéctica entre lo formal e informal y del actual escenario planetario, se le plantean enormes retos y roles al administrador, gerente, director y conductor latinoamericano de las entidades públicas, privadas y mixtas.

Así, bajo el resumido marco esbozado en un plano subjetivo resulta casi ineludible para los gerentes asumir roles de líder transformacional, inspirador y facilitador para la innovación y los cambios perennes, estratega organizacional, negociador-mediador para solventar variedades de conflictos de poder, valores, necesidades e intereses intersociales y culturales, gestor del conocimiento y la información y de los saberes de diversas artes, ciencias y técnicas.

Por otro lado, en una dimensión objetiva, por señalar un ejemplo con el trabajo virtual digital a distancia, la aplicación de la inteligencia artificial, el desarrollo de la robótica y tantas otras innovaciones que transforman, por señalar otro caso, por excelencia, las nuevas formas de dinero y la naturaleza de los procesos financieros-comerciales, los riesgos y nuevos instrumentos derivados y activos financieros, sus respectivos mercados, como los contratos inteligentes, se vislumbra que se modificarán y transformarán no solo los organigramas, sino también los tipos de esquemas y procesos de las empresas, conglomerados de corporaciones y entes, la forma como producirán, comercializarán y distribuirán sus bienes, servicios y actos de regulación, en los cuales se administrarán obviamente con nuevas formas, estructuras, así como otras modalidades de interacción entre las personas y las instituciones.

Otra dimensión es la epistemológica, sobre la cual se contempla la sistematización, a través de la investigación, sobre las categorías teóricas y marcos conceptuales que le adjudiquen a la gerencia (management) el carácter y la rigurosidad para que alcance el nivel de disciplina científica y trascienda como instrumento de dominación y control para el productivismo circunstancial y coyuntural (Valmis Ludovic, 1986). Un reto gnoseológico, la ontología de una nueva administración.

Por último, y no por ello el menos importante, el vértice o arista axiológica, lo relativo a la razón de la existencia, del ser, del sentir, del actuar con sentido, de la trascendencia del ser individual y colectivo, nuestra esencia como humanidad, un gerenciar o administrar para el vivir mejor, que se superponga a los roles y fines de poder y tener, lucrarse e imponerse en batallas arancelarias, de coerción y coacción con medidas arbitrarias que sustentan un modelo de competencia y conquista de mercados, superar o sobreponerse a una sociedad del cansancio y la autoexplotación (Byung-Chun Hal, 2010), en síntesis, por una nueva filosofía para la administración, la construcción para dotarle de un enfoque ético por nuestra supervivencia como especie.

 

Héctor Eduardo Aponte Díaz

tintepolisemicohead@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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