Letra fría | Kico y Pérez Pirela

06/06/2025.- Me sorprende gratamente un simpático, pero muy denso, programa entre Kico y Pérez Pirela por Globovisión. Un buen signo, de cuánto ha cambiado este país, de cómo hemos madurado. Ese encuentro era impensable hace algunos años, y menos en los términos amistosos en que ocurrió. Confieso que soy de la fanaticada de Miguel Ángel Pérez Pirela; de Kico, no tanto, aunque admiro su perseverancia en la televisión y que de jóvenes fuimos buenos amigos, sobre todo en la época del bar que tuvo en Altamira, con nuestro querido amigo Eduardo Guzmán y cuando dirigía el vespertino El Mundo, en el que me convocó a escribir, como izquierdista, porque el resto, era pura oposición. 

Sorprendió Kiko, hablando de marxismo y de alguna manera defendió a China, e incluso reveló que envió a su hijo a estudiar en ese país, tanto que el propio Pérez Pirela se sorprendió y hasta comentó que ahora ¡Kico nos había salido comunista! Pero los asombros no paraban ahí; de Marco Rubio, secretario de Estado de Donald Trump, hizo, por ejemplo, una de sus insólitas preguntas: ¿Tú sabes que Marco Rubio es la maldición más grande que nos ha caído en Venezuela?, de quien dijo, además, que no era más bruto porque no se puede. Y uno se pregunta: ¿Será que Marco Rubio fue quien dio la orden de quitarle la beca, con los fondos de la Usaid, a los comunicadores venezolanos?

A su favor, debo decir que “el niño rata”, como le decían en El Nacional, siempre fue tremendista, y que alguna vez fue de izquierda, —si ser del MAS le valiera ese honor—, porque según la consigna de la UCV de los 70, ¡AD, Copei y el MAS siempre fueron la misma güevoná! De Kico, debo decir, que le tengo afecto. ¡Hasta le salvé la vida en La Habana, una vez! Hace algún tiempo, mucho tal vez, me entrevistaba Frasso en TV y me preguntó sobre aquel episodio en el que estuvo presente. Eso fue en el primer viaje de Chávez a Cuba, siendo Presidente electo, y esa noche, todos prendidos, fuimos al malecón, frente al Hotel Nacional y, de pronto, el susodicho, se baja a la arena de playa, luciéndose, para variar, con Ibéyise Pacheco, su pareja de entonces, y de repente, el mar ruge estruendosamente, anunciando que venía una súbita subida de marea, y sus manitas no le alcanzaban para aferrarse al pretil del malecón, y no sé de dónde saqué fuerzas para alzarlo con una sola mano, salvándolo de la ola inmensa que se estrelló contra el hormigón armado, y el jodedor de Frasso, conociendo el pique entre ambos, solo dijo: “¡No lo vayas a soltar! ¡No lo vayas a soltar! Y nos vamos al corte”.

He oído decir que los chinos le están ganando la batalla a Estados Unidos invirtiendo su capital en infraestructuras, puentes, trenes y, vaya usted a saber. Entretanto, el imperio lo invirtió en armas y en guerras. En estos tiempos de persecución de inmigrantes en EE.UU., a Miguel Ángel se le quedó el discurso frío, porque Kiko, en modo de patriota cooperante, al decir de Diosdado, señaló: “Los chinos, cuando tú vas a fundar una empresa en China, te regalan el terreno, te quitan los impuestos, te dan el préstamo, porque eso fue lo que entendieron, que la productividad es importante. ¡Claro! estamos hablando de mil y pico de millones de chinos que hay que alimentar! Y para dar de comer a tanta gente tienes que tener una productividad muy fuerte”.

Y el Kico siguió lanzando bolas de 90 millas, pero ahí estaba Miguel Ángel Pérez Pirela, cual cátcher, como Musulungo Herrera, esperándolo en la bajadita; cuando quiso demonizar las comunas, para explicarle que Suiza, Noruega y los países escandinavos están divididos en comunas y están más pendientes de esas elecciones que de las mismas presidenciales en las que apenas participan, porque en este mundo, si la comuna, yo te lo digo en francés, y están en Suiza, son buenas... Y Estados Unidos se está quedando atrás y los europeos también.

El programa terminó con el infaltable tema de los derechos humanos. Y no hubo percepción alguna de quién ganó o perdió, porque nunca se trató de eso. Fue una conversación de lo más civilizada, entre dos seres inteligentes y, como decía al principio, del buen signo, de cuánto ha cambiado este país, donde ya los escenarios no son a la extrema derecha o extrema izquierda del cuadrilátero, sino más bien al centro. Donde vimos un Kico distante de la señora María Corina, como le dijo, e hipercrítico con Marco Rubio, a quien remató, como maldición gitana; y a un Pérez Pirela muy centrado, citando incluso al Fondo Monetario Internacional.

 

¡Muy buen programa!

 

Humberto Márquez 

 


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