Xin chào | La niñofobia yanqui

Podrás perder mil batallas, pero solamente al perder la risa, habrás conocido la auténtica derrota.

Ho Chi Minh

 

06/06/2025.- Este 8 de junio se cumplen 53 años de la tragedia de la niña vietnamita Phan Thị Kim Phúc, protagonista de la famosa fotografía en la que huye a través de una carretera, presa del pánico tras el bombardeo de un avión estadounidense, que dejaba caer bombas con el mortífero napalm. Este químico, un fósforo vivo, era empleado desde 1961 en Vietnam por orden de Lyndon B. Johnson.

Cuesta creer que el piloto estadounidense no se hubiera percatado de que se trataba de un grupo de escolares que regresaba de una escuela en la aldea Trảng Bàng, cerca de la frontera con Camboya. Aunque, en realidad, la agresión armada a Vietnam, durante más de un siglo, indica que las víctimas preferidas de los invasores eran los niños y ancianos, frustrados por no localizar a los guerrilleros, quienes, después de atacar a las tropas invasoras, penetraban en miles de grutas construidas debajo de las montañas.

Aquel 8 de julio de 1972, la niña Kim Phúc, desnuda —porque su ropa la había consumido el fósforo blanco que, además, le produjo graves quemaduras en la espalda—, fue llevada a un hospital donde le prestaron los primeros auxilios. Días después, una brigada médica del Frente Nacional de Liberación (FNL) la trasladó a otro centro hospitalario, desde donde fue llevada a Cuba, país en el que se recuperó totalmente. De esta manera, pudo retomar sus estudios hasta ingresar a una Facultad de Medicina.

Sin embargo, la narrativa gringa fabricó otra historia, la cual cuenta que Kim Phúc había sido rescatada por Nick Ut, un reportero de la Associated Press (AP), de Estados Unidos.

Resulta que el reportero en referencia nunca perdió de vista a la joven vietnamita. De regreso de la Unión Soviética, donde Kim Phúc había pasado sus vacaciones universitarias, el avión cubano hizo escala en Canadá, donde Nick Ut había planificado "el rescate" de la estudiante vietnamita. La trama fue montada y Kim Phúc se convirtió así en una vietnamita que había desertado de la "cortina de hierro". Acto seguido, la Unesco acogió a la joven desertora como embajadora anticomunista y como tal fue presentada en universidades de Canadá y Estados Unidos. De esta manera, Nick Ut se convirtió en un héroe de la libertad.

 

La paidofobia gringa

El exterminio de las comunidades indígenas estadounidenses y canadienses fue de entre 2.6 y 6 millones, entre comanches, apaches, sioux, cheyenes y arapahos. La prioridad era el exterminio de niños y mujeres, como sucede hoy en la Franja de Gaza, en un intento por borrar "de raíz" a esas "razas de salvajes", como lo hicieron los españoles en la Abya Yala, donde desaparecieron aproximadamente a noventa millones de hermanos y hermanas originarios.

Al reflexionar sobre la matanza de nativos en Estados Unidos durante el siglo XIX, el historiador militar Jonathan Deiss le declaró a la periodista Dana Hedgpeth —de The Washington Post— que en esa época "la gente consideraba que los indios no eran realmente humanos, así que era fácil justificar el matarlos o maltratarlos".

A la luz de esa percepción deshumanizante de los indígenas, señala que "las masacres no parecían masacres. Eran acciones militares, parte de un proceso de ocupación y expansión".

Pareciera que esa tendencia de niñofobia o paidofobia de los gobernantes gringos, desde los años de las comunidades indígenas, sobre todo en el lado oeste de Estados Unidos, ha sido la de garantizar que las actuales generaciones no se "contaminen" de aquellos estadounidenses salvajes. Se trata de la misma niñofobia practicada en el Medio Oriente u otras zonas del planeta.

No está muy lejos el caso de la operación Peter Pan, cuando la CIA, en el año 1962, en componenda con la Iglesia católica de la Florida, secuestró a más de catorce mil niños y niñas para evitar que la naciente Revolución cubana les quitara la patria potestad a los padres, según declararon los gringos, años después.

A veinticinco años de aquel triste espectáculo de la CIA, recordamos el caso de Elián González Brotons, quien había sido secuestrado en Miami por familiares lejanos, en componenda con la mafia cubana mayamera tras perder a su madre en el naufragio de una embarcación que buscaba llegar a las costas de Estados Unidos. Elián, sin embargo, tuvo que ser devuelto a Cuba tras siete meses de protestas callejeras en Cuba y otros países.

En fecha reciente, el gobierno venezolano, junto con su pueblo bolivariano, libró una intensa lucha por el rescate de la niña Maikelys Antonella Espinoza Bernal, de dos años, quien había sido arrebatada de los brazos de su madre por las autoridades estadounidenses. Una vez más, se ponía al descubierto la utilización de los niños como objetos en el marco de sus actividades terroristas.

 

Las niñas y los niños de Venezuela

A propósito de los temas que hemos tocado en las anteriores líneas, esta semana nos sorprendió con un nuevo libro la periodista y persistente investigadora social, gremialista y profundamente bolivariana, Anahí Arismendi. Se trata de la obra titulada Simón Rodríguez: los derechos de niños y niñas desde el sur, impresa por la Editorial Trinchera, que dirige el profesor Amílcar Figueroa.

Las palabras de presentación de la obra no pueden ser más profundas, pues provienen nada menos que de la rectora de la Universidad Experimental Simón Rodríguez, la doctora Alejandrina Reyes, quien deleitó al numeroso público que abarrotó el auditorio del Museo Boliviano, ubicado frente al Consejo Nacional Electoral (CNE).

En su refrescante y alegre discurso, la catedrática afirmó que la obra de la periodista e investigadora Anahí Arismendi no es solo un recorrido histórico por las ideas y prácticas educativas de unos de los pensadores más lúcidos de nuestra América.

Es, ante todo, una invitación a reflexionar sobre la vigencia de su legado, en un mundo que, a pesar de sus avances, sigue enfrentando desafíos profundos en las garantías de los derechos de la infancia de niñas y niños afrodescendientes e indígenas, de los derechos del pueblo. En sus páginas, exploramos cómo el proyecto bolivariano, inspirado en las ideas de Simón Rodríguez, se adelantó a su tiempo al concebir a los niños, niñas y adolescentes como sujetos plenos de derecho, y no como meros recipientes de conocimientos o futuros ciudadanos en espera de esa atención deseada, o simplemente como obra de mano barata en formación.

 

Ángel Miguel Bastidas G.

 

Fuentes consultadas:

Arismendi, A. (2025). Simón Rodríguez: los derechos de niños y niñas desde el sur. Caracas: Editorial Trinchera.

Bastidas G., A. (2017). Xin chào. Vietnam: Ed. Gioi.

BBC Mundo. https://www.bbc.com/mundo


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