Revolución y reflexión | El “dictador”, la eterna cantaleta
31/05/2025.- Duela a quien le duela, voy a decir una verdad que, a pesar del tiempo transcurrido, sigue teniendo sus negacionistas. Dicho esto, el culpable de que en Venezuela se iniciara una transformación radical y profundamente humana fue el "dictador" Hugo Chávez Frías. Entonces, digamos que todo empezó, oficialmente, aquel inolvidable 6 de diciembre de 1998.
Chávez, por tener una convicción sólida en sus ideales bolivarianos y una postura firme e innegociable ante el imperio estadounidense, por su determinación en convertir a Venezuela en una potencia científica, económica, cultural y educativa y por su extraordinaria capacidad política y humana, el "dictador" más amado que odiado se convertiría en un ejemplo digno de seguir, no solo en nuestra patria. Esto explica los enemigos internos y externos que proliferaron tras el triunfo del comandante al poder político en Venezuela.
Es inevitable hablar de potencia científica sin recordar un pensamiento de un gran hombre, quien también sería víctima de insultos, injurias y miserias humanas. Hablo de uno de los científicos más grandes del siglo veinte: El doctor Humberto Fernández Morán, quien expresó: "A nuestros niños y a nuestros jóvenes hay que enseñarles la táctica de pensar. Llegar a ser una gran potencia es una maldición si se olvida que el objetivo es ser útil".
De acuerdo al planteamiento que hasta ahora he realizado, sabemos que no hace falta ser chavista para saber que hay una gran diferencia entre tener enemigos y tener adversarios políticos.
Chávez tenía los dos; enemigos acérrimos y "adversarios políticos", quienes antes, durante y después de su partida física no han descansado en su intento de pulverizar el proyecto nacional, y por consecuencia los innegables avances y conquistas sociales que hemos construido desde el 98, pese a todas las adversidades vividas desde que el pueblo venezolano decidió construir un nuevo paradigma político, económico, militar, científico, social y cultural.
Trece años han pasado desde que Chávez, sin duda alguna, atinó cuando nos dijo aquel 8 de diciembre de 2012 que Nicolás Maduro era el hombre para llevar las riendas de Venezuela. “No faltarán los que traten de aprovechar coyunturas difíciles para mantener ese empeño de la restauración del capitalismo, del neoliberalismo, para acabar con la patria”.
Con la partida física del presidente Chávez, la oposición y, sobre todo la extremista, dijo: "Muerto el perro se acabó la rabia", y no es un secreto que a partir del triunfo del presidente Nicolás Maduro en 2013, cuando derrotó al incoherente y ególatra Capriles Radonski, se multiplicaron los demonios.
Sin embargo, sus “adversarios políticos” subestimaron dos aspectos importantes: la conciencia política que como pueblo hemos cosechado durante la Revolución bolivariana y la capacidad de liderazgo del presidente Nicolás, a quien se le ha adjudicado, entre otros descalificativos, el título de "dictador". Pareciera una cinta rayada, pero sabemos que ha sido una variable constante en la Historia de Venezuela.
Entonces, ¡vemos que no son 25 años con la fulana cantaleta del dictador! Cuando retrocedemos unos siglos atrás nos encontramos con el "ambicioso" y "dictador" Simón Bolívar. A nuestro Libertador le impusieron estos y otros calificativos, todos incompatibles con sus anhelos de independencia, lucha y emancipación.
Las ansias de apropiarse completamente de nuestros recursos minerales y energéticos no cesan ni cesarán; y para ello no solamente necesitarían una Asamblea Nacional que reproduzca todas las acciones contra nuestra soberanía, tal como lo hicieron en 2015, sino que también necesitan un Milei, un Boric, un Noboa o un Bukele en el Palacio de Miraflores!
Venezuela sigue atravesando una gama de conspiraciones bajo el liderazgo de una fracción de la oposición nacional e internacional extremista, oportunista y entreguista. Siguen latentes los planes de violencia extrema, que van desde intentos fallidos de magnicidio hasta actos fascistas que atentan contra la paz nacional.
Recientemente, organismos de seguridad del Estado venezolano capturaron a Tomás Guanipa, quien encabezaba una red de terrorismo con planes muy claros para materializar en las elecciones del 25 de mayo, pero la irracionalidad sigue prevaleciendo en la oposición extrema, debido a que consideran que son "presos políticos" y no políticos presos, violadores de los derechos humanos, al servicio de quien se cree el dueño del mundo.
El plato fuerte de la extrema derecha son los planes terroristas, sin exceptuar los shows mediáticos que son montados por expertos y expertas, como el de la carterita azul, los gringos salvadores en la Embajada de Argentina y la persecución inventada por MCM. ¿Quién se chupa ese dedo? Sabemos que si esa fuera la intención, hace rato que el tun tun hubiese llegado a las puertas de su mansión.
De modo que si MCM está siendo perseguida, sería por los demonios internos que habitan en ella y que en un acto de racionalidad le están exigiendo ¡que cese la violencia y que reine la concordia!
Lo paradójico es que se venden como "defensores y defensoras" de los DDHH ante una dictadura ficticia que ellos mismos han creado. Esta narrativa es parte de las mentiras que difunden y posicionan los mercenarios de la comunicación, bajo el acompañamiento y el silencio cómplice de organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Corte Penal Internacional (CPI). Sin excluir a los magnates de la comunicación, que tienen el dominio absoluto de las diferentes plataformas digitales.
En un clima electoral tan importante para nuestra patria es crucial que refresquemos nuestra memoria, poniendo sobre la mesa aspectos políticos que son determinantes para nuestro presente y futuro, porque sabemos que posterior a los comicios electorales del 25 de mayo se llevarán a cabo importantísimos procesos electorales en los cuales, por supuesto, ratificaremos ¡nuestra democracia participativa y protagónica, nuestro derecho a la soberanía, la independencia y la paz de Venezuela.
Andreina Camacho