Xin chào | Por la paz y la amistad

 

En un principio, el patriotismo, más que el comunismo,

me llevó a tener confianza en Lenin,

en la Tercera Internacional.

Paso a paso, durante la lucha,..

(Hồ Chí Minh)

 

16/05/2025.- La última semana del pasado mes de abril, en calles y avenidas de las principales ciudades vietnamitas, como Hanoi y Hồ Chí Minh, los ensayos para la gran fiesta del día 30 se constituyeron, de hecho, en el inicio de la gran celebración de la Victoria de Primavera, porque aquel 30 de abril de 1975 los últimos asesores yanquis habían decidido abandonar Saigón ante el evidente avance indetenible de las tropas del FNL que habían ocupado lo que Estados Unidos consideraba desde 1945 su nuevo territorio en el sureste asiático, según un legado divino.

Al unísono, en Moscú y San Petersburgo, la antigua Leningrado, entre muchas ciudades capitales, brillaban también millares de banderas rojas, igualmente, mostrando la hoz y el martillo, cual símbolos de la unión obrero-campesina, como lo habían soñado Marx, Engels, Lenin y Hồ Chí Minh.

Al grito Dài lâu Hồ Chí Minh (Larga vida Hồ Chí Minh), las banderas rojas saludaban a los soldados vietnamitas y fuerzas militares invitadas de la República Popular de China, República Democrática Popular de Lao y del Reino de Camboya, que marcharon impecablemente por la avenida Le Duan, lo que fuera Saigón hasta 1975, mientras en toda Rusia igualmente ya retumbaba el popular Hurra (Ypa) o el famoso grito Druzba-Mir (amistad y paz).

Por esos detalles de la historia, ambos eventos habían enlazado de nuevo a dos naciones que en un momento unieron voluntades para enfrentar y vencer a los invasores yanquis en territorio vietnamita, sobre todo entre 1945 y 1975, lapso en el cual las tropas usurpadoras sufrieron la mayor derrota de su pequeña historia.

La decisión de los vietnamitas de unir voluntades con la Unión Soviética para enfrentar decididamente a los invasores estadounidenses era, entre otras razones, que Hồ Chí Minh se había hecho marxista-leninista, inspirado en la Revolución Bolchevique, pero sin pretender repetir esquemas.

En junio de 1911, cuando el líder vietnamita recorría Europa, Estados Unidos y África, en busca de interpretar profundamente los primeros movimientos revolucionarios, descubrió el marxismo-leninismo, que lo inspiró para asumir con decisión la liberación de su país, en ese momento ocupado por el imperio francés desde 1858.

En búsqueda de Lenin

Proveniente de Alemania, Hồ Chí Minh había arribado a Moscú (1924) con el propósito de conocer personalmente a Lenin, pero a su llegada lo sorprendió la ingrata noticia de que el 21 de enero había fallecido el máximo líder de la Revolución de Octubre.

"Un día de enero de 1924 estábamos tomando nuestro desayuno en el hotel cuando llegó la noticia del fallecimiento de Lenin. Nadie quería creerla, pero al volvernos vimos la bandera a media asta en el techado de la sede del Soviet de Moscú. Todos nos entristecimos profundamente, 'Lenin había muerto'. Y yo no pude encontrarle en vida, ello constituiría toda mi vida un gran pesar...".

El 27 de enero de 1924, el periódico Pravda publicó las condolencias de diversos líderes comunistas de todo el mundo, entre las cuales figuró un texto escrito por el Tío Hồ: "Dolorosamente afectado por esta pérdida irreparable, compartimos con todos los pueblos del mundo este duelo que golpea a nuestros hermanos y hermanas soviéticos. Estamos convencidos de que la Internacional Comunista y sus células, entre ellas la de las colonias, sabrán traducir en actos las enseñanzas y lecciones de nuestro gran líder (...) En vida, Lenin fue para nosotros un padre, un maestro, un camarada, un consejero. Ahora se convierte en la brillante estrella que alumbra nuestro camino de la revolución socialista".

Cuando el Tío Hồ participó en sus primeras acciones revolucionarias, lo hizo inspirado en los líderes de los primeros alzamientos contra los invasores franceses, pero no compartía los métodos de lucha, por lo cual, a los 21 años de edad, el 2 de junio de 1911 decidió partir hacia Europa para nutrirse de las ideas revolucionarias que recorrían el Viejo Continente, para regresar a su patria armado de una sólida formación ideológica que le permitiera conducir acertadamente la lucha contra los colonialistas galos.

Después de viajar por numerosos países, incluyendo Estados Unidos, se estableció en París, Francia, donde conoció y militó al lado de importantes líderes comunistas, entre ellos un nieto de Carlos Marx, llamado Jean Longuet, uno de sus primeros tutores en las lides del periodismo, en Le Populaire, para entonces órgano impreso de los socialistas franceses.

Sin limitarse a la actividad puramente teórica, Nguyễn Ái Quốc —su seudónimo en Francia— se involucró en las tareas organizativas por la causa de las colonias francesas en América, África y Asia, y se hizo militante, primero del Partido Socialista y luego participó en la fundación del Partido Comunista. Más tarde se convirtió en el representante para Asia del Comintern o III Internacional Comunista.

En esa intensa militancia, de por lo menos unos 13 años, se fue desarrollando como un cuadro internacionalista de formación marxista-leninista, además, impactado positivamente por la Revolución de Octubre, en 1917. Por ese camino, el joven líder vietnamita había dado el paso más importante de su proyecto por la liberación de la Indochina colonizada: tomar el marxismo-leninismo como guía de la lucha revolucionaria.

Inmediatamente, a su regreso de Rusia (1925), se instaló en Guangzhou (suroeste de China) donde centró su actividad clandestina en la creación de la Asociación de la Juventud Revolucionaria de Vietnam, que vino a constituirse en los cimientos del Partido Comunista.

Como militante marxista, Bắc Hồ estaba convencido de la necesidad de tener una poderosa vanguardia partidista para poder asumir la importante empresa liberadora frente al colonialismo francés.

Durante su formación como cuadro marxista en Europa, el joven vietnamita extrajo importantes enseñanzas de la Revolución de Octubre, entre ellas comprendió que las vías de la Revolución francesa o la estadounidense no eran las correctas, porque representaban revoluciones burguesas, y concluyó que lo sucedido en Rusia en 1917 sí había sido un movimiento radical, que llevó al pueblo trabajador y campesino hacia la libertad, la igualdad y la felicidad verdaderas y llamó a las naciones oprimidas a levantarse para poder lograr la liberación nacional: "Nos enseñó que para triunfar, la revolución debía apoyarse en las fuerzas de las masas populares, esencialmente los obreros y los campesinos; había que contar con un partido marxista-leninista sólido y fuerte, unido, animado, de espíritu de sacrificio y audacia" (Hồ Chí Minh, Vida y Obra).

Durante los cinco años siguientes a la formación de la Asociación de la Juventud Revolucionaria de Vietnam, en Guangzhou, se formaron otras organizaciones revolucionarias, como el Partido Comunista Indochino, el Partido Comunista de Annam, el Partido Revolucionario del Nuevo Vietnam y la Liga Comunista Indochina. Ante esta proliferación de partidos, el líder vietnamita planteó la necesidad de conformar una sola organización, de fuerte estructura. En ese sentido, convocó a una conferencia en Kowloon, al norte de Hong Kong, que sesionó del 3 al 7 de febrero de 1930; allí surgió el poderoso Partido Comunista de Vietnam, que le dio un reimpulso definitivo a la revolución del país indochino.

Ese proceso de conformación de un poderoso movimiento obrero y campesino en toda Indochina fue el producto del trabajo incansable del timonel vietnamita en la propagación del marxismo-leninismo que convirtió al pueblo vietnamita en una fuerza incontenible frente al enemigo invasor.

Hasta el regreso del exterior del Tío Hồ, Vietnam era un país con un vasto y profundo movimiento de luchas campesinas de resistencia heroica frente a los invasores extranjeros, pero una vez que el marxismo-leninismo, el arma ideológica más completa de la época, conquistara el corazón y el espíritu de los combatientes revolucionarios, no había enemigo, por brutal que fuera, capaz de detener a un pueblo que llegó a integrarse en un gigantesco ejército popular, a la postre vencedor frente a las poderosas potencias imperiales.

Esa fue la diferencia de la lucha dispersa sin "brújula ideológica" y la histórica epopeya libertaria escrita por el marxista-leninista Hồ Chí Minh y su pueblo rebelde.

Ángel Bastidas G.

Fuentes consultadas

- Revista Tiempos Nuevos -URSS- Nº 43, octubre 1977.

- Hồ Chí Minh Vida y Obra, (2017), Editorial Thế Giới.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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