Historia viva | Paz cognitiva para la convivencia

14/05/2025.- Las permanentes amenazas a la paz en nuestra región generan constantes dinámicas de acciones políticas y geopolíticas en las que el interés de los organismos multilaterales y el de los estados de Nuestra América y el Caribe deben actuar con inteligencia para minimizar la escalada hacia conflictos por territorios en los que hay intereses corporativos expoliadores de los recursos mineros y de hidrocarburos que han anclado actos de corrupción para sobornar a mandatarios y así obtener licencias leoninas para provecho de las empresas transnacionales extractivas en detrimento de la población y del ambiente de los territorios en cuestión.

La postulación de una categoría como la “Paz Cognitiva” nos convoca a revisar lo que en términos de estudios científicos se ha hecho sobre este tema por lo menos en los años de la post Guerra Fría, dada la diversidad de conflictos en Nuestra América y el Caribe, aunque algunas beligerancias se han mitigado en las última décadas del siglo XX y las primeras del siglo XXI, siempre está presente la amenaza a la inestabilidad política en algunas naciones dado los altos índices de pobreza extrema, la inequidad social, el desvío de la renta pública en actos de corrupción y la injerencia de potencias extranjeras en conflictos inter o extraterritoriales.

La creación de instancias diplomáticas multilaterales como la Celac en contravía a la OEA y sin la participación de la diplomacia de guerra de Estados Unidos o Canadá, ha dado resultados satisfactorios para la resolución de conflictos en la región.

Sin embargo, es necesario ampliar y desarrollar una epistemología de la paz en la región que esté asociada a iniciativas colaterales en las que el intercambio comercial y los acuerdos de reciprocidad complementaria sirvan de instrumentos para la diplomacia y el diálogo.

Nuestra América y El Caribe tienen facultades productivas agropecuarias (proteína animal), agrícola, hidrocarburos, de minería e industrial para generar espacios de intercambios que alienten diálogos de paz duradera y ello resulta un recurso invalorable para transar relaciones diplomáticas positivas y duraderas entre los países de la región, por ello analizar y estudiar estas variables resulta necesario para sostener la paz y para contribuir al desarrollo sostenible de los pueblos.

Los estudios desarrollados sobre la prevención o mitigación de conflictos proliferaron luego de la Segunda Guerra Mundial y al finalizar la Guerra Fría, sobre todo en Europa y Estados Unidos a principios de los años 90 del siglo XX. Los casos del Peace Research Laboratory de St. Louis (EE.UU.) o el Institut Français de Polémologie de París (Francia), luego de 1945 son dos iniciativas históricas promovidas después de la Segunda Guerra Mundial.

En los años 60 se desarrollaron investigaciones de conflictos y de la paz en el Institute for Social Research de la Universidad de Oslo en Noruega, un antecedente del actual Peace Research Institute de Oslo. Este instituto ha desarrollado estudios sobre la prevención de conflictos y guerras en las primeras décadas del siglo XXI, en las que se usan tecnologías de información de punta a objeto de estimar fórmulas para mitigar la conflictividad y desacelerar el escalamiento de beligerancias políticas que terminan en guerras.

El profesor noruego, Håvard Hegre, director del Sistema de Alerta Temprana de Violencia e Impactos (Views) del Instituto de Investigaciones sobre la Paz en Oslo, señaló la necesidad de concentrarse “en las distribuciones de probabilidad en lugar de en las estimaciones puntuales. Pretendemos proporcionar una comprensión más completa de los riesgos de conflictos, lo cual es crucial para una toma de decisiones eficaz en la prevención y mitigación” de estos. De hecho, el Instituto de Investigaciones sobre la Paz de Oslo ha hecho seguimiento a los Acuerdos de Paz en Colombia donde han determinado alcances así como debilidades del proceso de paz en ese país.

La paz cognitiva no es un asunto meramente técnico científico que da respuesta contraria a la guerra cognitiva o irrestricta, en tanto la paz cognitiva masifica y democratiza el conocimiento sobre el tema, sino que es, estructuralmente, un asunto de orden ético y humano, tal y como lo cita Tom Woodhouse, profesor emérito del Departamento de Estudios para la Paz de la Universidad de Bradford, Gran Bretaña, al referirse a Norbert Wiener, creador de la cibernética, quien “se interesó cada vez más por la ética de la investigación científica y el potencial de la cibernética para impulsar el uso humano del descubrimiento científico. Para Wiener, la cibernética consistía en asegurar el uso humano... no en esclavizar a los humanos con la tecnología”. (Wiener, 1950, 1988).

La trascendencia de la paz cognitiva está precisamente en el carácter ético de su aplicación, sus estudios científicos, más que un despliegue en el campo tecnológico de la información, precisa atención como recurso para el aprendizaje especialmente en niños, niñas y adolescentes que serían capaces de reconocer la paz positiva como modo de vida, materia inherente a la vida de los pueblos; si los estados la incluyen en su pénsum de estudio como componente de la formalidad educativa, tanto en los primeros como en los avanzados niveles de estudio, proporcionaría respuestas a la justicia social ante un mundo convulsionado y hastiado de guerras interminables provocadas desde centros de poder extraños a los territorios donde se ejecutan miles de personas inocentes.

Aldemaro Barrios Romero

 

 


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