Ad libitum | La vigencia de Daniel Grau
13/05/2025.- Tengo semanas escuchando con avidez los discos de Daniel Grau. Su música ocupa un sitial de honor entre mis álbumes de los setenta, junto a las grabaciones realizadas esa década por Eumir Deodato, Gato Barbieri y Herb Alpert. Eran otros tiempos, los instrumentales sonaban en la radio y llegaban hasta los primeros lugares en las listas de popularidad. Hoy en día, el gran público pareciera no identificarse con este tipo de propuestas, pues el centro de atención lo ocupan los cantantes.
Conocí a Grau a través del Facebook, vivía en la Alta Florida en Caracas, en una casa detenida en el tiempo que albergaba su estudio de grabación. Su sala de mezclas era una habitación de techos altos, llena de equipos de tubos y máquinas de cinta. Es la misma imagen que se observa en la fotografía de la portada de su disco debut Dejando volar el pensamiento. Al entrar allí se podía sentir la vibra de la música tocada dentro de esas paredes, ahora grisáceas por el paso de los años y el olvido.
Daniel Grau fue un hombre perspicaz. Tocaba varios instrumentos musicales y era ingeniero de sonido, ambos oficios los aprendió de manera autodidacta. Sin embargo, no se prodiga al hablar de su carrera. Entre 1974 y 1984 grabó más de diez álbumes para la firma internacional London: “El primer tema mío que tocó la radio —cuenta Grau— fue La canción de la noche. Un amigo la llevó a Radio Caracas y comenzó a sonar, no era como ahora que hay que tener cantidades increíbles de dinero para que tus discos puedan escucharse".
Como ingeniero se inicia en 1971, a los 23 años en Estudios del Este. Posteriormente trabaja en Discomoda y Fidelis hasta que monta su propio estudio: “Viví cosas maravillosas —dice el músico— y grandes absurdos gracias a muchos pseudoproductores”.
Los últimos años de su vida se interesó en la Informática y creó un software de masterización (proceso que permite que un disco suene de manera equilibrada en cualquier sistema de audio) único en su estilo: “El programa me tomó dos años desarrollarlo y resume mis experiencias en el mastering, afirmaba con orgullo.
En su estudio probé el software y merece 10 puntos, era una forma de tener los oídos de Grau a nuestros servicios en la difícil labor de hacer un máster efectivo, que compita con los estándares mundiales. Los conocimientos de maestros como él, pioneros en el campo de la música y la electrónica, son necesarios para las nuevas generaciones. Sus consejos podrían ser el arma secreta de cualquier estudio de grabación.
Luis Ugueto Liendo