Tejer con la palabra | "Puentes que tejen mi sangre"

El libro es como un álbum poético, un tesoro de linaje y memorias

07/05/2025.- Los poemas que componen este libro, en principio, se sienten como la historia de varias mujeres —todas distintas, pero de fuerte voz— en una casa. Parece que la que los narra fuera una espía que viaja atrás en el tiempo para reescribir los calores que se quedaron suspendidos en los cuartos. Al leer los versos, el acento zuliano suena con potencia y ternura, da un toque de realismo a los paisajes que compone la autora.

Son atmósferas cargadas de historia donde la sangre es el primer y último testimonio de vida: madres que dan a luz, niñas tienen la luna en el vientre por primera vez y demasiado pronto dejan las muñecas. La figura de la abuela resuena, aunque no se nombre, es inequívoca como la madre tierra y a veces se le olvidan las cosas, como a todas las maravillosas abuelas.

Los objetos cotidianos trascienden, viven. Son personajes silenciosos de este poemario que también es casa. Cosas nuevas y viejas lo habitan, joyas y papeles que son testimonio de continuidad y transformación. Una tinaja redonda, con forma de útero o de copa, protege y mantiene el calor, aviva el saber ancestral. La señora campana, polvorienta y ligeramente oxidada evoca la belleza callada de lo que ya no volverá, persistiendo en un tañido sutil.

Se desvaneció

con las muecas en el espejo

 las fotografías

la caja de música

 y sus seis notas

 las primeras rosas del vientre

 los orgasmos

 Se quedó

con la noche desplomada

sobre su techo

Los paisajes sonoros tejen la atmósfera vital de este espacio de muchas madres: un río que pasa cerca, la voz de un papá, el ambiente silencioso bajo varias matas de mango, los pasos amortiguados entre las hojas y el barro. Se oye también el escándalo de cien primos bochincheros que ahogan el ritmo constante de alguien amasando, mientras otras manos prenden la hornilla.

El vaporón es palpable y huele a cacao. La voz poética se desdobla y se observa a sí misma crecer, florecer, dar a luz, ahora está madura como una manga rojiza, como la luna llena. La morada se expande y se vuelve una ciudad inundada. Los pechos nutren a todos los amores, esta mujer es todas las mujeres que la forjaron y ahora es más libre, es la tierra completa recibiendo al amanecer dormida en un “orgasmo de pájaros”.

Preciso

 el plenilunio en la ventana

 un escándalo de estrellas

 Preciso de todo

de tu boca

de tus manos

 Precisamente vos

precisamente yo

vos sois

lo preciso

Esta amante tiene suelta la melena y guarda muchos frasquitos con aceites, con esencias. Puentes que tejen mi sangre es, en definitiva, un viaje íntimo y sensorial a través del calor y el barro, donde la poesía se convierte en el hilo conductor que une las generaciones y celebra el despliegue de fuerza y erotismo que es el universo femenino.

Rebe Ramone

Espinoza, S. (2022). Puentes que tejen mi sangre. Caracas, Fundarte.

 

 

 

 


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