Micromentarios | Este mundo absurdo
06/05/2025.- Hace dos semanas di inicio, en estas páginas, a una serie de notas consecutivas en las que presento algunas de las informaciones curiosas que conformaron mi libro Vine, vi, reí, publicado por la editorial Random House Mondadori, en 2006.
Esta y otras obras que presentó la mencionada casa editora desaparecieron de las librerías cuando la misma optó por abandonar nuestro país aduciendo razones económicas y políticas.
La que hoy ofrezco es la tercera de tales notas.
Demasiado borracho
En la ciudad estadounidense de Jackson, en el estado de Missouri, ocurrió a fines de 1972 un suceso relacionado con el tránsito de automóviles que, aun hoy día, resulta increíble.
Se produjo una tarde, cuando dos agentes de policía dieron el alto a un carro que iba serpenteando en el tráfico, de modo sumamente irregular.
No era solo que el automóvil cambiaba de canal cada vez que se colocaba detrás de otro vehículo, sino que el paso de un canal al de al lado era hecho de un modo bastante brusco.
Al ser detenido el carro, los agentes descubrieron con asombro que quien iba manejando era un hombre ciego, que seguía las indicaciones de otro que iba sentado junto a él y que dijo estar demasiado borracho para manejar.
Qué origina la artritis
En cierta ocasión, el borracho de un pueblo español llevaba un periódico en la mano, cuando se topó con el cura y lo saludó con gran cortesía.
El sacerdote, bastante molesto porque el hombre andaba tomado, como siempre, ignoró el saludo e hizo como que no veía a quien siempre había considerado un impertinente.
El borracho siguió los pasos del cura y le dijo, cuando logró alcanzarlo.
–Usted perdone, padre, pero tengo que hacerle una pregunta.
El cura mantuvo su paso altivo y solo cuando el borracho lo alcanzó de nuevo y repitió su solicitud, se detuvo y lo miró de frente, al tiempo que le gritó:
–¿Qué tiene usted que preguntarme?
–Quisiera saber, padre –inquirió el borracho–, ¿qué es lo que produce la artritis?
Al instante, el cura replicó, también a gritos, alegando lo siguiente:
–¡Lo que produce la artritis es la bebida! ¡La bebida y también el juego, eso es lo que produce la artritis! ¡El ir detrás de las mujeres de mala vida produce artritis y el llevar una vida que no está acorde con la palabra de Dios, eso también conduce a la artritis!
El borracho intentó dos o tres veces detener el chaparrón de palabras que profería el cura, pero sin éxito.
Entretanto, el sacerdote prosiguió su diatriba:
–¡La artritis es una enfermedad del cuerpo ocasionada por la perdición del alma, es el resultado de una existencia vacía, de revolcarse una y otra vez en el vicio, de haber abandonado la senda que nos conduce a Dios, nuestro Señor! ¡Muéstreme a una persona artrítica y yo le señalaré a un impuro, a un pobre desgraciado a quien el mal lo está carcomiendo!
El cura siguió despotricando hasta que, al cabo de un rato, cuando consideró que su discurso debería haber conmovido el corazón del borracho, preguntó:
–¿Y por qué me pregunta qué es lo que origina la artritis? ¿Es que ya está empezando a padecerla?
–No, padre, ni Dios lo quiera –respondió el borracho y, alzando el periódico que llevaba en sus manos, agregó–: lo que pasa es que aquí dice que eso es lo que padece actualmente el Papa.
Armando José Sequera