Caraqueñidad | La Iglesia perdió su pelea contra el hábito de fumar

05/05/2025.- Corrían los días de 1670, cuando todo, o casi todo, dependía de las decisiones eclesiásticas, por supuesto, made in Spain, aunque este relato se desarrolla, de principio a fin, en Caracas…

Cuentan que un cura que se hacía llamar el "Ilustrísimo" obispo Fray Antonio González tenía en su haber, además del legado de la fundación del Seminario Santa Rosa (actual universidad del mismo nombre), la responsabilidad de liderar, desde tan santa edificación, una férrea campaña contra el consumo de tabaco. Sin dudas, con el correr del tiempo, perdió contra las grandes tabacaleras, encargadas de inocular y posicionar la creencia de que fumar es chévere y no causa daños a la salud.

Más pudo el vicio que la fe. El cura no contaba con esos recursos comunicacionales ni publicitarios para triunfar en su intención. "Es que no tenía cuenta de Facebook, ni X, ni Instagram", dirían sarcásticamente algunos jodedores. De haberlas tenido, usarían etiquetas o cuentas como: #IlustrísimoFrayNoAlTabaco o @nofumes.

¿Cuántas vidas se hubiesen salvado y cuánta medicina se habría ahorrado las arcas de la ciudad y de la nación?

Tanto era el empeño del jerarca eclesiástico en su lucha contra el hábito de fumar que el 25 de enero de 1676 se prohibió, por sus órdenes, bajo amenaza de excomunión, el uso del tabaco. Todo aquel que expeliera bocanadas de humo tabáquico estaría comprando su boleto directo a otro destino distinto al tan añorado cielo.

Según reseñan algunos cronistas de la capital, una parte de la restricción explicaba que estaba estrictamente prohibido:

El uso de tabaco, o de humo, o de polvo, o masticado, o de moho dentro de las iglesias, sus sacristías, paredes o ámbitos y a los que hubiesen de comulgar, desde la medianoche, y una hora después de haber comulgado; y que los de hábito talar no usasen el de humo fuera de sus casas, en público.

Ese fue el primer intento histórico contra el hábito de fumar en Caracas. Al menos eso dice la historia. Lastimosamente, para el obispo, no habían compuesto la estrofa: "Seguid el ejemplo que Caracas dio".

Más adelante, en 1778, aunque por otras causas e implicaciones, la Iglesia vuelve a actuar contra el tabaco, pero con riguroso control sobre su comercialización, al punto de generar mucho empobrecimiento, especialmente a las mujeres, cuyas manos eran las encargadas del negocio completo del tabaco.

Tales controles fueron responsabilidad del entonces intendente de Caracas, José Ávalos, ligado a la quiebra de la Casa Guipuzcoana. Así las cosas, la Iglesia y sus aliados fallaron en su intento, porque a pesar de haber más católicos, cada vez hay más adictos al vicio de chupar y soplar.

 

Luis Martín


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