Oscar D'León: "Tengo mi corazón en Venezuela"

El sonero del mundo habla de sus raíces y de su público, al que verá nuevamente el 16 y 17

Lleva 50 años llevando su swing "sabroso" por todos los rincones del planeta.
Por algo Oscar D'León es "El sonero del mundo", aunque tiene más estirpe, como el de faraón, por ejemplo, que le dio el querido y recordado Ángel Méndez, firma de Ciudad CCS con su "Swing Latino", además de otros títulos muy nobles que le ha otorgado el público y que lo hacen ser cada día un caballero más sencillo y querido.
El 16 y 17 de septiembre hará vibrar la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño cuando ofrezca una gala con la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, bajo la batuta de Christian Vásquez, para celebrar por todo lo alto estas cinco décadas con su público que él tanto ama (y viceversa). 
 
–¿Cómo nació y pegó su interjección "sabroso" en cada tema? 
–Estaba grabando, no me acuerdo el año ni tampoco el disco con el que lo hice, pero eso fue una memoria que me vino de mi tío. Él se echaba los traguitos y siempre decía: "¡Sabrooooooso! ¡Sabroooooooso!", entonces dije, bueno, vamos a hacerle honor a mi tío Cirilo Simosa. Y se pegó, fíjate.¡Sabroooooso!.
 
–Son 50 años de carrera y más de 50 discos...
–No los tengo contados. Si me pongo a contarlos, quizá me extravíe un poco. Quizás alguno se me escape porque ha pasado tanta agua por ese río que contar las piedras debajo de él es bastante.
 
–¿Cuál es su canción preferida? 
–Para mí no existe una preferida después de tantos años. Son canciones que las pide el público porque yo no trabajo por lo que me gusta a mí sino por lo que le gusta al público, como tiene que ser. Porque hay artistas que tocan los éxitos pero no esperan que se las pidan sino que cantan su show y hacen eso una y otra y otra vez.
Mi show no se parece nunca uno a otro por eso, porque el público es el que decide qué es lo que voy a tocar a continuación.
Yo prefiero lo que el público desea escuchar. Por supuesto, ahí siempre encabeza "Llorarás", que es lo que la gente pide. Ahora los venezolanos exigen "La Mazucamba". Por supuesto está el "Parampampán". Y como tengo en el repertorio el "Alma llanera", pues saco lágrimas con ella. Cuando aparece algo que me motiva y me mueve los sentimientos, pues lloro. El "Alma llanera" le mueve el piso a los venezolanos que están fuera del país por la forma en que la interpretamos: con mucho sentimiento de alegría.
 
 
–Y aunque siempre lo identifican como sonero, salsero, también tiene su parte como bolerista. ¿Cuáles son sus boleros preferidos? 
–Me adapto a cualquier eventualidad musical y eso ha sido demostrado a lo largo de los 50 años por la dotación que me dio la vida de moverme por todos los pasadizos armónicos, retóricos y siempre listo para ello. Inclusive, hay veces que me viene un tono alto, entonces busco los caminos verdes para capotear la altura.
Me gustan muchos boleros. Siempre recuerdo a Alfredo Sadel cantando "Desesperanza" (aquí canta la estrofa: "Nunca me iré de tu vida, ni tú de mi corazón, aunque por otros caminos nos lleve el destino, ¡que importa a los dos!"). ¡Ese tema es una belleza!
Hay otros temas que me gustan mucho. Uno es de Gualberto Ibarreto, creo que no es bolero sino como un pasaje. Se llama "Criollísima" y lo grabó Ilan Chester, quien tiene una calidad impresionante como artista. ¡Dios los bendiga! 
 
–¿Le gustaría cantar con Ilan y con Gualberto?
–Con todos. Yo canto con todos. No tengo ningún problema. Yo me ajusto a ellos y ellos se ajustan a mí y hacemos duplas chéveres. Kiara, por ejemplo, es una persona maravillosa para cantar también.
 
–¿Qué siente cuando ve cantar y bailar a Yulimar Rojas?
–Siento orgullo. Uno empieza a querer a las personas sin conocerlas personalmente. Veo que ella está pendiente de darle a Venezuela lo que la vida le dio a ella: su energía, sus potentes piernas y su espíritu de combatividad que la ha llevado a romper sus propios récords. ¡Una cosa hermosa!
 
–Le dicen "El sonero del mundo", "El Óscar de la salsa", "El León de la salsa", "El faraón de la salsa", "El diablo de la salsa", "El bajo danzante". ¿Cuál le gusta más?
–Me quedo con todos porque no son autoimpuestos. Vienen del público.
Fíjate, "El faraón" me la puso Ángel Méndez, que tenía la revista Swing Latino. Usó una fotografía con atuendo de faraón en la contraportada de su revista y en Perú la adoptaron como "El faraón de la salsa".
 
–¿Era amigo de Ángel Méndez?
–¡Claaaaro! Era una persona que conocía el género y trataba de aprender mucho más de todo lo que se gestaba dentro de la salsa. Y, bueno, fue un gran puntal de apoyo para todos nosotros, los salseros.
 
–¿Tiene algún ritual antes de subir a la tarima?
–No. Estirar mi cuerpo nada más. Calentar  la voz porque es tanta la seguridad que tengo y esa seguridad también me la da mi orquesta por el hecho de que ensayamos mucho. Entonces tenemos todos los puntos cubiertos. 
 
 
–En 2013 recibió su Grammy a la Trayectoria. ¿Qué le hace falta a Oscar D'León ahora?
–No pienso en eso porque todo ha llegado sin buscarlo y creo que uno debe seguir pensando en seguir haciendo su música, hacer las cosas con calidad y con respeto al público. Grabar bien y continuo. Yo tenía tiempo que no grababa pero fue por la pandemia que nos puso contra la pared. Tengo un repertorio súper amplio en mi orquesta y tuve que repasarlo otra vez. Estuvimos casi dos años sin tocar juntos, pero ya estamos emparejándonos.
 
–¿Qué recuerda de su parroquia Antímano?
–Recuerdo todo. Recuerdo mi infancia, toda esa muchachada. Jamás pensé lo que iba a hacer... (llora de sentimiento).
 
Recuerdo un concierto que hice hace como cinco, seis años. Todo el que pudo llegó hasta ahí. Eso fue entre Carapa y Carapita. Ahí hicimos un tremendo concierto, divino, que debe estar por ahí rodando en las redes. Fue algo muy importante para mí llevar mi música a mi parroquia. Estaba devolviéndole mi afecto.
 
–¿Su idea es volver a Venezuela?
–Sí, la idea es estar en Venezuela y venir a Miami de vez en cuando. No puedo dejar estas propiedades tampoco. Los hijos míos se han acostumbrado a vivir en Miami, pero yo tengo mi corazón en Venezuela. Yo tengo mi ombligo allá enterrado.
 
ROCÍO CAZAL / CIUDAD CCS

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