18/12/25.- La guerra comercial impulsada este año por el presidente de Estados Unidos (EEUU), Donald Trump, ha generado una ola de incertidumbre en los mercados internacionales, afectando el poder adquisitivo de los ciudadanos estadounidenses, elevando la tensión entre Washington y Pekín, y desestabilizando el sistema multilateral que ha regido el comercio global durante décadas.

El pasado 2 de abril, la Casa Blanca anunció una nueva batería de aranceles con el argumento de reducir el déficit comercial, aumentar la recaudación y repatriar industrias deslocalizadas. 

La medida impuso gravámenes del 10 % a más de 180 países, incluidos aliados históricos de EEUU, con tasas adicionales dirigidas a naciones con superávit comercial frente a la potencia norteamericana.

Sin embargo, tras varios días de volatilidad en los mercados financieros, el Gobierno estadounidense optó por congelar los aranceles adicionales y abrir un proceso de negociación que derivó en acuerdos con varias de las principales economías del mundo. 

Como resultado, se estableció un arancel definitivo del 10 %, condicionado a concesiones por parte de los países afectados.

Pese a esta tregua, analistas advierten que el conflicto comercial entre Estados Unidos y China refleja tensiones más profundas. Julian Evans-Pritchard, de la consultora británica Capital Economics, considera que el acuerdo otorga a Pekín tiempo para avanzar en su estrategia de desacoplamiento económico, aunque no detiene la creciente fragmentación del orden global en dos bloques rivales.

Por su parte, Rafael Loring, economista senior para Asia de Cesce Research, subraya que el choque entre ambas potencias va más allá de lo arancelario, al evidenciar desequilibrios estructurales y modelos económicos en pugna.

La escalada proteccionista de Washington revive viejas tensiones geopolíticas y plantea nuevos desafíos para el comercio internacional, en un contexto donde la cooperación multilateral se ve cada vez más erosionada por intereses unilaterales.

CIUDAD CCS