Libros libres | El esteticismo envolvente de Julián Márquez

25/05/2025.- En cierto momento del siglo XX venezolano, el escritor Arturo Uslar Pietri declaró que el cuento como forma literaria era el género que mejor expresaba el alma del país, o algo similar. No sé si en la actualidad esta afirmación sea válida, pero de lo que sí estoy seguro es que el cuento venezolano ha sido una de las expresiones más poderosas de cuantas hemos tenido. Aun admitiendo que la novela, la poesía y el teatro disfrutan de indiscutible prestigio, el ensayo y el cuento mantienen la singularidad de constituirse como logros formales a través de los cuales se reinventa el país a cada instante.

Entre los narradores actuales de Venezuela, destaca con especial acento la figura de Julián Márquez (Caripito, estado Anzoátegui, 1944), escritor de temperamento interiorizado e inclinado a la reflexión, con quien hemos venido compartiendo charlas, encuentros y proyectos en los últimos años. Habiendo observado su carácter recatado e incluso ensimismado, advertimos en Julián a un hombre sabio y ducho en variadas artes alquímicas del vivir. Ha dedicado su vida al periodismo, la enseñanza y a concebir narraciones y ensayos reveladores. Como facilitador de conocimientos es muy apreciado por escritores jóvenes en las clases que ha dictado en la Casa Nacional de las Letras, en el Ministerio de la Cultura y en el Celarg.

En esta oportunidad, deseo llamar la atención sobre su libro de relatos Náufragas ilusiones (Fundarte, 2023), donde Márquez agrupa un conjunto de ocho piezas de extensión considerable, a través de las cuales absorbe motivos eróticos, estéticos y existenciales, dotados de una amplia gama de registros en los que se dan cita viajes y encuentros por distintas ciudades de Europa o América. El autor hace transitar su imaginación sensible y nos traslada en estos cuentos a insinuantes regiones de la sensibilidad y el arte. Dibuja en ellos encuentros o desencuentros, mientras nos pasea por obras literarias, músicas o grandes filmes, elementos que ingresan al discurso del narrador no solo para perfeccionar su estilo o proponernos atisbos estéticos de relevancia, sino también para impregnarnos a fondo de estos paisajes o lugares, a fin de que sus personajes adquieran peso específico desde un punto de vista psíquico. De este modo, nos sume en una suerte de embriaguez lingüística de donde salimos ciertamente tocados por el encanto de su escritura.

En efecto, Márquez nos sumerge en un esteticismo envolvente, en un terso ritmo de lenguaje mientras desarrolla sus argumentos, logrando con ello una elegancia impar. De hecho, las historias aquí construidas pueden versar sobre la lucha armada de los sesenta, la planificación de un asesinato, una ruptura amorosa o el homenaje a un escritor de cuentos fantásticos (Julio Garmendia, en este caso), abordando en ellos temas como el voyeurismo o el regreso de un músico a su pueblo natal, tejiéndolos con un elevado arte del estilo empapado de aliento musical o cinematográfico.

No vacilo en referir su texto Andante vesperal como una joya del género, en la recreación que realiza sobre el mundo del gran cuentista Julio Garmendia, tanto vital como literariamente. De igual modo, en el relato que dona título al libro, su motivo se desliza hacia el mundo de la música (al tañido de una guitarra, sobre todo), mientras que el elemento cinemático predomina en el texto Nocturnales concéntricas como aderezo de una anécdota donde un ingeniero va a ejecutar una obra bajo contrato de una constructora china. Pero los asuntos en la narrativa de Márquez pueden ser accesorios; del menor dato, el oficiante sabe extraer los más insólitos detalles o brillos y, en este sentido, lo resaltante en él es su impecable dominio verbal, a través del cual escarba en las sinuosidades sonoras y en los giros barrocos de los vocablos hasta crear con ellos espacios abstractos plenos de cadencias.

No disponemos de espacio para ejemplificar sobre los dones de su prosa. Subrayo que estamos frente a un narrador en plena madurez, dueño de un mundo desde el cual ha erigido una compleja arquitectura verbal que pudiéramos relacionar con una parodia de los estilos, asociada a un registro lingüístico que se solaza en las sonoridades de un reflujo idiomático de donde surgen enigmáticas resonancias.

La bibliografía narrativa de Julián Márquez cuenta con los títulos La rotación del zodíaco (novela, 2009); Laberinto de sombras (cuentos, 2009); Sinfonía de caracoles (cuentos, 2005); Simulacro de Helena (cuentos, 2000); Los círculos solares (novela, 1988) y Subterráneos insondables (Antología de cuentos, 2022). Quienes conocemos a Julián, lo captamos como a una gran persona y amigo, como a un ser humano prudente y sabio, más allá de lo meramente erudito. Los ocho cuentos que se aprecian en este volumen no hacen sino confirmar su elevada vocación y dedicación completa a la literatura.

 

Gabriel Jiménez Emán


Noticias Relacionadas