Araña feminista | Regálame una sociedad más justa

19/05/2025.- Conmemorar no es igual a celebrar. Conmemorar, reivindica; celebrar, despolitiza. Así ocurre con el Día Internacional de la Mujer. Al celebrarlo, se esconden las atrocidades que se cometen a diario en contra de aquellas a quienes, en fechas puntuales, se pretende "dignificar". Asimismo, con el Día de la Madre se mitifica la maternidad, al tiempo que no se garantizan las condiciones materiales, sociales, culturales y políticas para que exista con dignidad.

El patriarcado capitalista y colonial ha instrumentalizado fechas como el Día de la Madre en función de la acumulación de capital económico y cultural. En este sentido, la mujer/madre cobra valor en tanto se entrega, de manera permanente, sacrificada e incondicional, al trabajo de la regeneración de la fuerza laboral, el cuido de personas dependientes, comunidades y consumo del tiempo. Desde esta lógica, la vida cotidiana de las mujeres madres se hace invisible, a la vez que utilitaria.

Personas que, sobrecargadas de responsabilidades, trabajan jornadas extendidas, en muchos casos más de 14 horas al día, 7 días de la semana, 365 días al año; sin contar todas las dimensiones del cuidado y la carga mental que implica maternar. Trabajadoras que no gozan de vacaciones, que no tienen derecho al descanso, a enfermarse, a quejarse, etc. Además, en contextos de violencias basadas en género, deben "aguantar", "resignarse" y quedarse en un lugar inseguro por amor a las crías, a las parejas, a las familias, a Dios; en fin, a otros.

El ejercicio de la maternidad muchas veces se materializa en contextos y situaciones de violencia por motivos de género en los hogares, familias, comunidades, en las instituciones y empresas. Ejemplo de lo anterior son las manifestaciones y expresiones de la violencia obstétrica o la vicaria (violencia que se ejerce a través de las hijas o hijos), y otras formas y tipos más sutiles o más extremos. Entonces, ¿de qué sirve llenar de regalos a las mujeres en un día específico si durante el resto de los 364 se les explota, discrimina, oprime y subordina?

Si realmente la maternidad tuviera un valor y reconocimiento real, se garantizaría la transmisión del linaje y la herencia materna, y no impondría socialmente el apellido del padre primero. También, la figura de autoridad en los hogares, familias, comunidades y sociedades sería la madre, y la autoridad religiosa sería mujer en todas las religiones, ya que en nosotras se gesta esa vida sagrada, y de nosotras sale. Por último, todos los hombres tendrían el deseo de maternar porque este acto no sería visto como una debilidad, sino como un poder. Ser madre no sería una condena y una pérdida de derechos, sino todo lo contrario: una ganancia de privilegios.

Resignificar el Día de las Madres como uno de lucha, de grito colectivo contra las injusticias que enfrentan las mujeres en el ejercicio de sus maternidades, sería un acto político transformador. Deberíamos alzar la voz por las madres palestinas a quienes el patriarcado capitalista y colonial les niega todo y unirnos a su grito por una #PalestinaLibre de la tierra al mar.

También, alzar las voces por las madres haitianas que están siendo desplazadas por una guerra que nadie nombra y que se alimenta de las armas norteamericanas; mujeres que han sido deportadas desde las maternidades dominicanas. Exijamos al gobierno de Francia la #RestituciónDeLaRiqueza y la #reparación, y al de Dominicana, el respeto a las convenciones y a los derechos humanos.

Conmemorar la vida de las madres a quienes las políticas económicas y migratorias del norte global les han arrebatado a sus hijos e hijas, como es el caso de los secuestrados por los gobiernos de Trump y Bukele, y de las niñas y los niños arrancados de los brazos de sus madres estigmatizadas y judicializadas. Debemos hacernos solidarias y exigir justicia.

Hay que alzar las voces por las madres defensoras de los bienes comunes y los derechos humanos y ambientales, que son asesinadas por defender el futuro de sus proles y de las nuestras.

Alcemos la voz por todas las madres que se acuestan pensando qué darán de comer a sus crías o cómo van a resolver un tema de salud, los gastos escolares, que cuidan y crían en condiciones materiales precarias o sin redes de apoyo. Abracemos la vida de todas las mujeres que maternan fuera de los mandatos patriarcales, capitalistas y coloniales como un acto de resistencia; aquellas que cada vez dan menos importancia al estigma de la "mala madre" porque saben que son suficientes y maravillosas, así que no se dejan disciplinar.

Para todas ellas, nuestra sororidad y solidaridad.

 

Gabriela Barradas


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