Pluma acústica | De cómo conocí a Carlín Rodríguez, el gran Abicú
08/05/2025.- Recuerdo que cuando yo era un niño, en casa se contaban los cuentos de juventud de mis padres y mis tíos. Uno de ellos siempre me llamó la atención. El cuento era que una vez vino a Venezuela Willie Colón con su orquesta, incluyendo a Héctor Lavoe, y uno de los sitios donde se presentaron fue el Hotel Ávila de San Bernardino. A ese concierto asistieron mi papá y mis tíos. Por motivos “desconocidos”, Héctor no se presentó a cantar, o por lo menos no había llegado en el momento en que los presentes intentaron convencer a Willie de que montara a cantar a un joven sonero caraqueño que se encontraba en el lugar. Se trataba de Carlín Rodríguez.
Colón no aceptó la propuesta, lo que generó un ambiente de tensión en el lugar. Las personas del público comenzaron a increpar desde sus mesas a Willie, profiriendo malas palabras y frases como: “¡Déjalo cantar que ese es del patio!”. Carlín, siempre con un atinado sentido de la elegancia, no se inmutó. El Malo fijó su atención en una mesa que se encontraba cerca de la tarima, desde donde un hombre no paraba de gritar. En un punto, Willie perdió el control y se arrojó desde la tarima sobre la mesa como Supermán. Su sobretodo rojo ondeando en el aire evocaba la mítica imagen. Allí comenzó una trifulca monumental. El público contra la orquesta y viceversa.
Mi padre y mis tíos no formaron parte de aquel espectáculo grotesco y decidieron retirarse del lugar inmediatamente, por lo que no tengo información sobre cómo terminó todo aquello. Lo cierto es que fue a raíz de ese cuento que supe de la existencia de ese sonero. Por lo que contaban en casa, era un tipo muy talentoso y elegante, con un estilo muy particular en su forma de cantar boleros y de sonear, así como de su look. Otro de los grandes soneros venezolanos que era tema obligado en las reuniones familiares fue Orlando “Watusi” Castillo. Eso hizo que, antes de conocer su trabajo y más adelante en persona, a estos personajes ya los admirase.
Fue precisamente Watusi quien me presentó al gran Abicú. Yo había conocido a Orlando cuando una vez soneamos en El Maní como invitados con la Orquesta Koimbre, José Rosario Soto, Watusi y yo. Desde ese momento hicimos gran amistad y, para el año 2004, si la memoria no me falla, yo trabajaba en la Secretaría de Cultura de la Alcaldía Mayor de Caracas, misma dependencia que les reconoció a ambos (a “Watusi” y a Carlín) como patrimonios culturales vivientes de Caracas. Ellos nos visitaron y estuvimos conversando amenamente.
Apenas estreché la mano de Carlín pude darme cuenta de que era un ser humano excepcional. Evidentemente, en un momento de aquella reunión le pregunté a Carlín sobre aquel viejo cuento de la trifulca en el Hotel Ávila. Quedó asombrado de que yo manejase aquella información, dado que aquel hecho no tuvo mayor connotación mediática y que por mi edad no podía haber vivido eso. En ese momento se dibujó en su rostro una sonrisa que vivirá por siempre en mi memoria. Le pregunté: “¿Y tú qué hiciste cuando se formó la golpiza?”. Me dijo: “Yo simplemente salí tranquilo, busqué mi Volkswagen y me vine a mi barrio”. Luego le aclaré que se trataba de un cuento familiar.
Tiempo después, tuve un programa de televisión llamado Ávila Salsa y le dediqué un capítulo completo a aquel héroe de mi infancia. Fue en ese momento cuando pude conocer las verdaderas dimensiones de aquel maestro. Hicimos una gran amistad, yo lo visitaba con regularidad y me deleitaba escuchándolo hablar. Quiso mucho a mi hijo Ismael, que en aquel momento tendría unos seis años, así como yo quiero mucho a su hijo, mi gran amigo Carlín Rodríguez Jr.
El rey del ritmo y la elegancia
Carlín es un diminutivo de Carlos, su nombre de pila, que completo es Carlos Asicio Rodríguez Villasana. Este apodo fue creación del gran Phidias Danilo Escalona y se convirtió en su nombre artístico, un sello, una marca de calidad interpretativa. Otro apodo que tenía era Abicú, que es el nombre de una de las canciones más exitosas del maestro Carlín Rodríguez, incluida en el segundo LP de Federico y su Combo Latino. Pero hagamos un breve repaso sobre lo que fue su carrera musical profesional.
Carlín nació en el barrio San Agustín de Caracas el 17 de noviembre de 1939. Desde niño demostró grandes capacidades para el canto, sobre todo para el bolero. Siendo Carlín muy joven tuvo la oportunidad de cantar a dúo con El Bárbaro del Ritmo, Benny Moré, en un bar que quedaba justo detrás del Teatro Alameda, donde Benny se acababa de presentar. Luego de la presentación se dirigió a dicho local, llamado La Atarraya, donde se encontraba el joven. Cantaron a dos voces el tema Alma libre. Moré quedó fascinado con aquel muchacho y le auguró un futuro prometedor en la música, quedando aquel momento marcado en la memoria de Carlín como su bautizo musical.
Con semejante vivencia el joven quedó con ganas de más, y aquel hermoso augurio del grande de Cuba se convirtió en realidad: Carlín tuvo una carrera musical exitosa y prolífera. Su primer éxito fue junto a un grupo integrado por jóvenes de San Agustín llamado Las Estrellas del Trópico. Con esta agrupación participó en un concurso del programa televisivo Lo de Hoy, conducido por Renny Ottolina, resultando ganadores. El premio consistía en una semana de contrato con RCTV.
Luego de esta experiencia, Carlín participa activamente como cantante de diferentes orquestas y agrupaciones, como la Orquesta de Próspero Díaz, el Quinteto Vitola, Los Caciques y el Combo Latino. Es con esta última agrupación con la que despega definitivamente a nivel profesional. Participó como corista en su primera grabación en 45 rpm, que contenía los temas: En cadenas y Yo vendo unos ojos negros. Es en ese momento cuando aparece en escena Federico Betancourt, quien comienza a producir y gerenciar la orquesta fundada y dirigida por Roberto Monserrat. Casi de inmediato graban otro 45 rpm con los temas: Conmigo y Celosa, y el nombre de la orquesta cambia a Federico y su Combo Latino. Esta vez con Carlín como cantante principal.
Ambos temas serían parte de su primer LP, llamado Llegó la salsa, del año 1966, con Dimas Pedrosa y Carlín en las voces. Probablemente el disco más importante de la historia de la salsa venezolana, pionero en el uso de la palabra salsa dentro de la música latina; merecedor de un futuro análisis completo en nuestra trinchera musical. El éxito rotundo de aquel disco llevó a la agrupación a grabar su segundo LP ese mismo año, titulado Salsa y sabor, donde aparece la emblemática canción Abicú. En 1968, tras haber grabado un tercer disco con Federico y su Combo Latino sale de la agrupación y se integra a Los Calvos y luego a Los Kenya, ambos proyectos del maestro Ray Pérez, a los que nos hemos referido en capítulos anteriores.
En 1969 viaja a Nueva York por invitación de Richie Ray y Bobby Cruz, con quienes trabaja por un tiempo y luego se incorpora a la orquesta de su compatriota Johnny Sedes y graba en el disco Mamá Calunga. Vuelve a Venezuela en 1972 y se integra a la Orquesta de Porfi Jiménez, con quien trabaja por una década, aproximadamente. En 1977 integra las filas del Trabuco Venezolano. En 1999 participa en el Festival Boleros de Oro, realizado en Cuba, donde graba con diferentes agrupaciones de la escena musical cubana como la Orquesta Tempestad Latina y el Sexteto Bayamo.
Mi amigo Carlín Rodríguez cambió de paisaje el 6 de mayo de 2012, dejando un recuerdo imborrable en la mente y en el corazón de quienes lo conocimos y un legado musical de dimensiones incalculables.
Kike Gavilán