Punto y seguimos | Trump: el gran influencer
Señales de un gran cambio en la comunicación institucional global…
06/05/2015.- Donald Trump y su administración dan para todo. Hay tanta tela para cortar que podríamos decir que es casi un “paraíso” para el comentario y el análisis de este momento de la historia de la humanidad, y, dentro de ese Edén, uno de los temas más interesantes lo constituye su forma de comunicar. El segundo período del republicano –en poco más de 100 días– ha demostrado que su estrategia de comunicación política es más parecida al personaje real, léase directa, brusca, soberbia, violenta y alejada de la tradición en la comunicación institucional, no solo de los Estados Unidos, sino del mundo.
Durante su primera administración, Trump trató de “jugar el papel”, es decir, de convencer a la gente de que, a pesar de las dudas de muchos, podía ser no solo un presidente, sino uno digno de los EE.UU. Sus fotos oficiales de la época así lo demuestran, al igual que el estilo de las publicaciones de la Casa Blanca, ciertamente mucho más dentro del “canon” de lo que se observa ahora. Hoy, lejos quedan las dudas y el querer complacer y ganar confianzas. Trump está completamente seguro de que es el mejor Presidente en la historia del país norteño y, fiel a su persona, ha decidido no fingir más. Las comunicaciones institucionales, tanto propias como las de la casa de gobierno, se han transformado drásticamente, perdiendo cualquier rasgo de sobriedad, diplomacia o solemnidad de Estado.
Si bien esto puede resultar un shock y generar rechazo o hasta burlas, lo cierto es que las redes de la Casa Blanca y de su Presidente están dando de qué hablar y están sentando un precedente –cuyas consecuencias se podrán analizar con el tiempo– en la comunicación política institucional. La estrategia de comunicación actual de Washington baja a la institución de su pedestal de mármol y le crea uno nuevo, de influencer global. El equipo de Trump maneja sus redes como una sala de generación de contenidos en tiempo real, rápida, disruptiva y con un lenguaje tanto de imagen como de discurso diseñado para captar la atención del estadounidense promedio, alto consumidor de redes.
Es por ello que la cuenta de Trump o de la Presidencia nos muestra memes, imágenes creadas con inteligencia artificial, burlas e insultos directos a adversarios, referencias a la cultura pop como sustento, amenazas y todo el corazón de la política trumpista, con sus ideas racistas, xenofóbicas y supremacistas, presentadas como se diría en inglés “unapologetically” (sin disculpas). Se está construyendo la imagen de Trump como el rey, el emperador, el salvador del grandioso imperio estadounidense, exacerbando sus símbolos y apelando a la idiosincrasia gringa en su mero centro. Y lo hacen utilizando las redes sin las restricciones de la formalidad asignada tradicionalmente a los medios del Estado o de sus funcionarios.
Trump y su equipo han hecho de sus medios y redes un circo de Tik Toks, selfies, memes e inteligencia artificial, con un lenguaje básico, directo y hasta vulgar, que sí ha despojado de su dignidad institucional al Gobierno, pero vaya que le está sirviendo para que hablen de ellos (y sus temas) y para acercarse a la gente, sobre todo joven, cuyo mundo comunicacional / social funciona exactamente en esos parámetros. Probablemente, antes de burlarnos o indignarnos, bien haríamos en pensar a dónde nos va a llevar esto en términos de la comunicación como acto social y político clave en el desarrollo de las sociedades.
Mariel Carrillo García