Vitrina de nimiedades | Incertidumbre obrera

03/05/2025.- El gran reto de alcanzar una conquista no es solo lograrla, sino también mantenerla. Eso de echarse en una silla relajado y darlo todo por hecho es una de las grandes farsas de la historia humana. Entenderlo es tan desafiante como luchar por aquello que jamás se ha tenido o que se recibe a migajas. De eso sabe la clase obrera, que se movilizó mundialmente este 1.° de mayo, en medio de una incertidumbre pocas veces vista, producto de la temeridad de potencias hegemónicas y un cambio de época que parece formatear nuestra visión de la productividad humana.

La fecha llegó entre proyecciones negativas en general. Basta como ejemplo América Latina: la Cepal baja ligeramente la estimación de crecimiento económico a 2,0% para este año, una proyección que se reajusta casi un mes después de los anuncios arancelarios de Donald Trump. Muchas conjeturas han cruzado el río del temor desde ese momento, pero los pronósticos de los organismos internacionales no son favorables.

Esa incertidumbre profundiza riesgos como la precarización laboral y desnuda viejas demandas. Libertad sindical, asesinatos, rechazo a políticas neoliberales, inseguridad laboral, continuas pugnas con el sector empresarial y el abordaje de la informalidad son un recordatorio de todo aquello que aún sigue sin resolverse en el mundo del trabajo.

Esos desafíos pueden agudizarse si se aprecian los nuevos retos derivados de la tecnología. La incorporación de herramientas de automatización de procesos y su incidencia en la supresión de puestos de trabajo son apenas algunos de los problemas. El trabajador común pocas veces se detiene a pensar cómo estos mecanismos sirven de indicadores de productividad. Desde una intranet hasta un grupo en una plataforma de mensajería instantánea pueden cambiar por completo la percepción sobre un empleado. Eso sin contar obsesiones como la fotocracia, ese sistema donde una fotografía es la prueba madre del trabajo cumplido, aunque el resultado sea dudoso. Calmar la histeria de un supervisor en apuros bien vale un clic.

La tecnología, además, abre brechas profesionales que pueden dejar por fuera a aquellos con menos recursos. Teletrabajar, con todos los beneficios que pueda traer, está prohibido para aquellos que no tienen internet y un dispositivo para cumplir sus tareas si la empresa no se los proporciona.

Si hablamos de la incorporación de la inteligencia artificial, el gran problema es cambiar la visión omnipotente sobre este recurso: para ponerla a nuestro favor, debemos contar con una capacitación profesional que deje el asombro a un lado y construya nuevas posibilidades.

El envejecimiento de la población en varias naciones, la preservación de los jóvenes trabajadores y el resguardo de la población migrante como fuerza productiva son otros desafíos sin respuesta, en especial en un campo minado donde el trabajo tradicional parece diluirse. Nadie nos dijo que el futuro venía en clave de incertidumbre obrera.

 

Rosa E. Pellegrino


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