Letra desatada | Respuesta bonita a una amiga que me preguntó
31/12/2025.- ¿Quién nos iba a decir que 45 años después estaríamos en una marcha, en muchas marchas, no por Nicaragua, Guatemala o El Salvador, sino por Venezuela? Esta pregunta no es mía, es de una buena amiga de los años 80, “la de la década perdida”, la de la IV República con Carlos Andrés Pérez de presidente y la lucha armada en Venezuela, la de las masacres de Yumare y de Cantaura, la del Movimiento 80 que sustituyó en la Federación de Centros Universitarios de la Universidad Central de Venezuela (UCV) a los partidos de izquierda de la época. Militamos (ahora decimos activamos) en un frente llamado Movimiento Universitario de Solidaridad con Centroamérica (MUSC) que para entonces era un polvorín. En Venezuela a la derecha se le llamaba socialdemocracia o social cristianismo. Los demás éramos radicales, ultrosos, comunistas come niños, comeflores o apáticos. La derecha era cosa del “primer mundo”.
¿Quién iba a decir que más de tres décadas después de que organizamos un concierto llamado Toque de Queda para protestar con música por las víctimas del Caracazo, íbamos a estar en el ojo de un huracán o a ser el epicentro de la geopolítica mundial? ¿Una profecía cumplida? La guerra por el oro negro.
¿Quién iba a decir que 45 años después de la campaña “Los estudiantes tomamos la palabra” (y la palabra era la palabra del pueblo) que éramos nosotros mismos y nosotros mismos éramos los del Movimiento Estadio o los Cuenta Cuentos de la Tierra de Nadie o los rumberos de El Maní es Así, o los del periódico universitario Letras o los de los toques de La Sigilosa en El Delia o los de las batidas de volantes para convocar a movilizaciones o para liberar a Mandela o para luchar por las tierras de los campesinos de El Cañizo Palo Quema’o estaríamos en esta movida tan de ser o no ser? It’s that the question?
¿Quién iba a decir que 45 años ha, somos los mismos que asistíamos a los conciertos de Alí Primera, Cecilia Todd, Gloria Martín, Gualberto Ibarrreto, Los Guaraguaos o de los integrantes de la Nueva Trova Cubana o las rumbas que armaban en las plazas de los estadios, en la galería Viva México o las birras baratas en el aula 35, las interminables conversaciones con despechos en el Oh Gran Sol o las clases de sexualidad de Bianco o la Cátedra del Humor en el Aula Magna? Y bailábamos salsa con Soledad Bravo. Y cantábamos en el Poliedro con Rubén, Serrat, Fito, El Gran Combo y hasta Sting en una montaña de Guarenas.
¿Quién iba decir que 45 años después de caer como conejos debajo del puente de la autopista Gran Cacique Guaicaipuro a la altura de la UCV con lo que nos ganamos el remoquete de “los fresitas” o de “radicales” por tirar piedras en cualquier puerta de la UCV o por pegar afiches (otra vez El Caracazo) en la avenida San Martín, que nos valió una noche presos (no éramos privados de libertad) en la comandancia de la Policía Metropolitana en Cotiza, con mi hermano Pedro haciéndonos reír como nunca en una situación tan desventajosa?
¿Quién me iba a decir que 45 años después iba a marchar con un cartel que dice Yankee Go Home para defender mi país pero que en realidad lo que dice es Yanqui vete a la mismísima mierda?
¿Quién nos iba a decir, querida amiga, que hay millones de personas que son solidarias ahora mismo con el pueblo venezolano y que como nunca antes debemos estar a la altura de los ideales de Bolívar, de Fidel y Chávez? No hay nada que dé más tranquilidad de conciencia que ser coherentes con lo que hemos sido y con lo que somos. Cada quien haciéndose cargo de su conciencia. Algunos se sienten pesados y tristes. Otros livianos y alegres.
Me siento feliz de todo lo que soy producto de todos esos años de estudios, de fiestas, de ocio, de sueños de solidaridad, de defensa de los derechos humanos y de justicia porque son los mismos que nos mueven hoy, solo que en el papel de protagonistas involuntarios de una maldita guerra que no deseamos ni buscamos porque nunca fue una ofensa ser comeflor y seguiremos comiendo flores como el Cuento del caballo bien bonito de Aquiles Nazoa:
“Una vez en ese pueblo se declaró la guerra mundial, y viendo un general el hermoso caballo que comía jardines, se montó en él y se lo llevó para esa guerra mundial que había ahí, diciéndole: 'Mira caballo, déjate de jardines y de tonterías de esas y ponte al servicio de tal y cual cosa, que yo voy a defender los principios y tal, y las instituciones y tal, y el legado de yo no sé quién, y bueno, caballo, todas esas lavativas que tú sabes que uno defiende”.
Así vamos al encuentro de 2026 con el estómago lleno de flores, regándolas por un camino que es el real, en defensa de la paz y la alegría. Sigamos.
Mercedes Chacín
