Araña feminista | ¿Qué nos pasa?
¿Por qué no avanzamos en la despenalización del aborto?
29/09/2025.- He dedicado últimamente mucho tiempo a pensar sobre qué le pasa al movimiento feminista venezolano, a la revolución venezolana y, en fin, a la sociedad venezolana. ¿Cuáles son los factores y circunstancias que han estancado la lucha por el aborto seguro y, en general, por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres?
¿Cuál es el estatus de las demandas?
Para ponernos en contexto, el movimiento feminista venezolano en acciones del 2018 introdujo en el TSJ una causa solicitando la nulidad de los artículos 430, 431, 433 y 434 del Código Penal por inconstitucionalidad, a la cual no se da respuesta.
En el 2022, en una movilización nacional a la Asamblea Nacional, se introdujo la propuesta de Ley Orgánica sobre Derechos Sexuales y Reproductivos. En esa fecha fueron recibidas voceras del movimiento e instalada una mesa de trabajo, que nunca encontró fecha en agenda para volver a reunirse y trabajar.
Ambas instituciones nos han dejado en visto.
¿Cuáles son nuestros planteamientos?
No está de más recordar que el movimiento feminista exige que se reconozca la capacidad de todas las mujeres a decidir sobre sus cuerpos y esto implica poder tomar la decisión libre y segura de llevar a término o no un embarazo.
Que se reconozca que cuando una mujer toma la decisión de poner fin a un embarazo, lo hace por múltiples razones y todas ellas válidas, porque traer al mundo un nuevo ser no debe ser un castigo para nadie y mucho menos cuando quienes más sufren son las hijas e hijos no deseados.
Despenalizar el aborto no obliga a nadie a abortar. La despenalización garantiza que todas las personas puedan tomar decisiones sobre su cuerpo según su marco de creencias y su situación concreta; debería ser un ejercicio de libre albedrío.
Por último, exigimos que el Estado venezolano cumpla con compromisos internacionales que lo obligan a reconocer los derechos sexuales y reproductivos como derechos humanos que salvan vidas, las de las mujeres.
¿Qué pensamos?
En una especie de experimento pregunté en algunos grupos feministas las causas del estancamiento de la lucha por los derechos sexuales y reproductivos, y, especialmente, por el derecho al aborto o a interrumpir un embarazo no deseado.
Entre las respuestas más recurrentes está el avance de los conservadurismos religiosos dentro de las estructuras e instituciones del Estado y, por tanto, el alejamiento de nuestro país de la laicidad como principio que garantiza que se desarrollen políticas públicas para todos y todas, y se legisle para la ciudadanía.
También se señaló con frecuencia la falta de voluntad política, y yo me pregunto: ¿por qué en un momento de revisión nacional y de innovación no logramos que la vida de las mujeres fuera lo prioritario?
Hay que acordar que la guerra económica y el asedio imperialista están muy lejos de colaborar con nuestra causa. Como bien me dijo Olga Luzardo (poeta y comunista venezolana), “en momentos de crisis las primeras soluciones que surgen son las de la ideología dominante”, y el capitalismo desde sus inicios exige el sacrificio de los cuerpos de las mujeres, nos expropia e invisibiliza los trabajos de cuidado, pero, sobre todo, nos asigna la función de reproducir la mano de obra barata, la clase trabajadora, las y los consumidores. Duele decirlo, pero hasta los momentos a las venezolanas se les ha pedido o impuesto el mismo sacrificio en nombre de la defensa de la revolución y eso se constata con solo ver quiénes mueven y mantienen las comunidades y cuáles son las conquistas que no se materializan.
Pero no todas las causas son externas.
Nancy Fraser, en su artículo La imposible democracia del mercado (León Irene, Las derivas autoritarias del capitalismo 2025), dice:
“Solo cuando parte de la sociedad percibe que las series de dificultades surgen, no a pesar, sino por culpa del orden establecido, cuando una masa crítica decide que el orden puede y debe ser transformado, solo entonces se puede hablar de 'crisis' en el sentido del gran cambio histórico…”.
Viendo seriamente hacia adentro, nosotras como movimiento no hemos logrado esa masa crítica necesaria para cambiar el orden que impide que las mujeres seamos sujetas plenas de derechos. Nos queda por preguntarnos: ¿qué no estamos haciendo?, ¿qué estamos haciendo mal? y ¿cómo continuar?
Alejandra Laprea