Araña feminista | Cuidar para sostener la vida, no el capital

08/09/2025.- La situación actual en Palestina evidencia la reconfiguración de los cuidados bajo el tecno-patriarcado capitalista y neocolonial. Surge así una pregunta ¿quién tiene derecho a cuidar y a ser cuidado/a? Las élites del Norte Global sugieren que este derecho es exclusivo para su ciudadanía privilegiada, mientras las desigualdades, opresiones y explotaciones, relacionadas con género, raza, etnicidad, sexualidad, territorialidad y clase, se agravan. Para quienes detentan el poder, lo central no es el bienestar integral de las grandes mayorías, sino la maximización de ganancias.

Un ejemplo de esto es la feminización de la pobreza. Este fenómeno evidencia la existencia de estrategias para asegurar la regeneración de la mano de obra precaria a escala global. Las dinámicas de acumulación de capital industrial, pero también de la funcionabilidad de la organización del trabajo que las sostiene, niegan el derecho a una vida digna y perpetúan la explotación de mujeres, especialmente de aquellas que cuidan en condiciones desiguales.

La lucha por el cuidado debe ir más allá de los reclamos de remuneración; debe convertirse en un esfuerzo ético y político para redefinir nuestras relaciones con los ecosistemas y con quienes están más oprimidos. Es necesario replantear la organización del tiempo, redistribuir responsabilidades, colocar la vida en el centro de todo. Defender la vida en Gaza, en el Congo y en otros pueblos oprimidos y expoliados; defender nuestra soberanía, que Latinoamérica y el Caribe sean zonas de paz, implica boicotear también la sostenibilidad del capital que beneficia a las élites del Norte Global, así como sus tiempos y formas de organizar la vida.

La defensa de la vida está interconectada con la autonomía de los pueblos. Cuando los Estados priorizan la acumulación de capital, no solo descuidan a quienes sostienen la vida cotidiana, sino que fomentan la violación de derechos básicos y el debilitamiento de redes comunitarias. Pero también contribuyen a financiar exterminios, genocidios, guerras, invasiones y neocolonizaciones.

Por otro lado, construir “sociedades de cuidados” requiere esfuerzos colectivos, políticas públicas y corresponsabilidad social, orientados hacia la solidaridad, la empatía, la igualdad y la equidad, en el marco de Estado de derecho y de justicia social.

Además, es urgente adoptar una perspectiva antirracista y anticolonial que desafíe las estructuras de explotación global. Cuidar también es defender a Palestina frente a la violencia patriarcal, neocolonial e imperial. La lucha por un cuidado digno implica cuestionar las políticas migratorias que exacerban la precariedad. Un feminismo antiimperialista debe reconocer que muchos sueños de libertad se alcanzan sobre el sacrificio de las mujeres en situaciones de mayor vulnerabilidad.

Nos preguntamos: ¿Cuál es el beneficio del genocidio del pueblo palestino para las mujeres blancas privilegiadas del Norte Global? Abogamos por la necesidad de garantizar los cuidados como derechos fundamentales, exigiendo una transformación profunda de las estructuras patriarcales, capitalistas y neocoloniales que han organizado la vida en función de la ganancia.

Dignificar el trabajo de cuidados es esencial para construir sociedades libres de violencias. Crear sociedades de cuidado antipatriarcales y anticapitalistas es un imperativo ético ante la creciente violencia del Norte Global. Propuestas como la reducción de la jornada laboral son pasos hacia una revolución feminista que permita más tiempo para el autocuidado y el cuidado mutuo.

Gabriela Barradas

 


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