Historia viva | Bolivia y la geoestrategia de Bolívar
06/08/2025.- Si observamos en retrospectiva histórica el pensamiento estratégico del Libertador Simón Bolívar podremos encontrar claves de la contraestrategia que los centros de poder mundial han trazado sobre América Latina y el Caribe durante el siglo XIX, XX y sigue en el siglo XXI, y así es como Cuba, México, Colombia y Bolivia resultan llaves de control territorial en enclaves políticos militares en Centro y Sudamérica hoy. El Virreinato de Santafé, con Nueva Granada y Venezuela, fue para España en tiempos de la colonia la llave de control marítimo y territorial hacia el Caribe, Centroamérica y hacia el sur del Pacífico y el resto del territorio quebrado y elevado de los Andes.
Más al sur, el enclave del Alto Perú, además de las colosales riquezas despojadas a los pueblos andinos en términos de oro, plata y sangre indígena, la posición estratégica de la región es un corredor de tránsito político militar territorial hacia el Atlántico Sur y a las grandes pampas sureñas, esa condición estratégica no ha cambiado hoy.
Lo que finalmente alcanzó el Ejército Libertador en la cúspide del territorio de la cordillera andina luego de recorrer miles de kilómetros y de fraguar centenares de batallas junto a los pueblos de Venezuela, de la Nueva Granada, Quito y Perú, y también de combatientes de lares lejanos y diversos, fue el pináculo del sueño bolivariano que entonces se logró con la Batalla de Ayacucho, pero entonces vino la paz y con ella la estructuración de las repúblicas donde yacían los restos de las ruinas político administrativas que tenían sembradas 300 años de violencia e imposición cultural colonialista.
A partir de la creación de un Estado soberano como Bolivia, en agosto de 1825, se consolidó el enclave liberador del gran sur continental, de allí Bolívar y Sucre pudieron observar en 365 grados el continente que habían liberado, un inmenso logro humano universal, apenas imaginaban las siguientes batallas que habrían de venir ya no en los campos de batalla, con caballerías a plomo y sangre, sino con la diplomacia y la política con mayúscula, son las batallas inconclusas actuales.
Inmediatamente los revolucionarios independentistas iniciaron procesos de transformación social en educación, en salud, en bienestar de los pueblos y, sobre todo, con la fundamentación de una Carta Magna que tuvo que batirse entre la intriga y las disposiciones constituyentes que trascendieron las mezquindades para encontrar las rutas de autodeterminación.
Pareciera que estamos hablando de un hito lejano, pero cuando reconocemos antecedentes de las visiones del Che Guevara, que también vio en Bolivia ese enclave estratégico que como sueño no pudieron exterminarlo con el asesinato del Comandante de la Libertad, donde entregó su vida por la liberación de los pueblos del sur que sigue vigente hoy.
Para despertar de los asaltos históricos a la justicia y a la dignidad del pueblo boliviano nos remontamos de nuevo a lo mismo que pudo haber sufrido Bolívar o Sucre en su tiempo con los liberales del sur y especialmente la oligarquía de Perú, adláteres de Estados Unidos, en estos tiempos consumados con el golpe de Estado contra el primer presidente indígena en la historia de Bolivia, Evo Morales, en 2019, las afrentas neocoloniales le dieron una cachetada insolente a la conciencia de los pueblos de América.
Baste ver cómo los medios y autores fascistas de estos tiempos ligeramente califican el golpe fascista contra Evo Morales como “la crisis boliviana”, como si se tratara de una incapacidad endógena, cuando lograron una moción del Congreso de ese país para que la entonces segunda vicepresidenta de la Cámara de Senadores Jeanine Áñez fuera proclamada Presidenta del Estado, en una sesión de un Parlamento que careció de quórum. Claro golpe de Estado disfrazado con sedas burocráticas.
Pero igual, la espina venenosa de la división del movimiento revolucionario se había desplegado, de allí la memoria del Libertador Simón Bolívar hará 200 años, ante la preocupación de los destinos de una naciente Bolivia, al temer las divisiones internas que siguen siendo tan amenazantes como las mejores armas de guerra para los imperialistas.
La Paz no es nada más que la capital de una república pluricultural como Bolivia, sino la voz profunda que el pueblo aymara ha enarbolado para reivindicar su historia que le abrigue la dignidad originaria, que desde que se fundó en 1825 ha sido amenazada como toda la América Latina y el Caribe, que están en constante inminencia de guerra por la diplomacia marcial que aplican los gobiernos de Estados Unidos con su poderío militar mundial y en particular en la región, permanentemente intervienen negativamente, bien sea como amenazas militares abiertas o encubiertas, con sobornos, extorsiones o chantajes diplomáticos, porque así es la naturaleza de su política exterior.
Hoy, el pueblo de Bolivia, su gentilicio e inteligencia original, bien a través de la filosofía aymara o del pensamiento trascendente originario, siguen llevando al Ejército Libertador en su genética porque todavía nos queda mucho por conocer sobre ese pueblo para comprender y despejar los grandes dilemas de la sociedad actual.
Aldemaro Barrios Romero