Vitrina de nimiedades | Votar ya no es lo de siempre
24/05/2025.- Acudir a elecciones podría ser un trámite más, un simple requisito para sostener un sistema político. Pero hay circunstancias que reconfiguran la visión sobre ese proceso y plantean una nueva perspectiva: desnudan las contradicciones de una sociedad, sus nudos gordianos y los nuevos retos que afronta para lograr un verdadero equilibrio. Nuestro país tiene más de dos décadas reconceptualizando nuestra noción del sufragio. La ruptura de un sistema tradicional, el tránsito a un nuevo proyecto político, un baño de realidad y la defensa ante la agresión han sido algunos de los papeles que han cumplido distintos eventos comiciales en estos años. Pero, como cualquier espacio signado por el dinamismo, las elecciones siempre podrán plantear nuevos retos. Este 25 de mayo lo viviremos con toda esa carga simbólica a cuestas.
Llegamos a este punto diez meses después de la elección presidencial del 28 de julio, un momento que cambió nuevamente nuestro sentido del voto. El sufragio había sido el antídoto contra fórmulas violentas, pero esa vez fue objeto de amenazas gestadas a través del potencial nocivo de las nuevas tecnologías, las amenazas a la institucionalidad (el camino natural para dimitir las controversias planteadas) y la pretensión de revivir viejos formatos del injerencismo. Si bien se impuso la estructura institucional, se revivió una polarización aparentemente dormida que, sin duda, nos recuerda que jamás podemos sentirnos libres de conflicto. Siempre habrá fuerzas al acecho para atizar la confrontación.
Hasta hace unas semanas, estaba cantada la tranquilidad del proceso de escogencia de 24 gobernadores, 260 legisladores regionales y 285 diputados, pero asistimos a un nuevo episodio de provocación que deja de lado la narrativa de fraude para ampararse en el llamado a la abstención y al boicot. Se trata de una vieja práctica que, como han alertado suficientemente analistas políticos, no ha dejado un saldo político favorable para sus promotores, que paradójicamente han logrado triunfos electorales con el sistema que tanto cuestionan.
Como un derecho constitucional, cada uno de nosotros tiene la libertad de escoger qué hacer este domingo. Esa decisión, sin embargo, no puede dejar de lado el complejo panorama geopolítico y el escenario interno actual. En especial, deberíamos preguntarnos por un momento qué pasaría si no se protege el voto como un acto cívico y de equilibrio, como oportunidad para todas las corrientes políticas. Pero, sobre todo, ¿qué destino nos espera si el sufragio deja de ser un mecanismo para la paz?
Disentir del otro, militar en la acera de enfrente y tener diferencias siempre será una opción, por no decir que es más bien una realidad. Eso, sin embargo, no puede ser el combustible para acabar con los espacios de consenso. Este domingo, no elegiremos solamente un gobernador o un diputado. Estaremos eligiendo entre la paz que brinda la institucionalidad (que cada quien puede cuestionar como prefiera) o la incertidumbre del caos. Que la conciencia siempre sea la elección.
Rosa E. Pellegrino