Letra invitada | Maikelys: esperanza y soberanía en Venezuela

16/05/2024.- El 14 de mayo del año 2025 fue un día que quedará grabado en la memoria colectiva de Venezuela como una jornada de profunda emoción y reafirmación patriótica. La niña Maikelys, injustamente separada de su madre por la aberrante administración de Trump, finalmente regresó a su tierra, junto a su familia, encendiendo una poderosa llama de esperanza y demostrando la fortaleza que emerge de la unidad entre el pueblo y su Gobierno.

La historia de Maikelys es un crudo recordatorio de las deplorables, miserables, inhumanas políticas migratorias y las acusaciones infundadas del Gobierno de Estados Unidos. Su madre fue deportada, sin poder traerse a su hija, quien fue sometida a la desgarradora experiencia de transitar por hogares sustitutos. Dejando a la niña desprovista del amor y calor familiar. Separar a un niño o niña de sus padres sin razón alguna, solo por ensañamiento, no tiene perdón aquí en la Tierra, porque todas las madres defendemos a nuestros hijos como leonas y los hijos de la Patria son intocables; en el cielo protegen a los angelitos y angelitas y hasta en el infierno diabla que se respete defiende a sus diablitos.

La acusación lanzada por las autoridades estadounidenses, vinculando a sus padres con supuestos delitos graves, sin presentar juicio ni pruebas, indignó más esta injusta separación. En medio de la angustia, la paciencia y la fe del pueblo venezolano se hicieron presente. La madre y la abuela de Maikelys mantuvieron viva la esperanza de su reencuentro. El presidente Nicolás Maduro y su equipo, liderado por Jorge Rodríguez, asumieron el caso con la determinación y paciencia necesarias, lograron el emotivo regreso de Maikelys a su hogar. 

Este retorno se erige como un símbolo de la soberanía venezolana, demostrando que la unión inquebrantable entre el pueblo y su Gobierno es una fuerza capaz de superar los obstáculos impuestos por cualquier Gobierno extranjero contra el pueblo venezolano. La llegada de Maikelys a su tierra es una victoria moral, un testimonio de la dignidad y la determinación de un país que no se doblega ante la adversidad.

Hoy, Venezuela celebra el regreso de una de sus hijas, una niña que injustamente sufrió la separación y la frialdad de un sistema ajeno a su bienestar. Su sonrisa, al reencontrarse con sus seres queridos, es el mejor testimonio de la justicia alcanzada y un potente recordatorio de la importancia de la unidad y la perseverancia en la defensa de la Patria y de su gente. La llama de esperanza encendida con el regreso de Maikelys ilumina el camino hacia un futuro donde la dignidad y la soberanía de Venezuela prevalezcan.

 

Beatriz Rondón 


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