Vitrina de nimiedades | Y tú, ¿trabajas más ahora?

Nuestra realidad laboral ha cambiado rotundamente, amerita otras lecturas

Decir que los venezolanos, en promedio, invierten más tiempo en el trabajo que hace al menos cuatro años atrás podría parecer una afirmación temeraria, pero que merece alguna discusión mínima. Cuando escribimos esto, no es para que salte alguien buscando a algún culpable o para evocar tiempos pasados y lamentarse, sino para volver sobre un tema del que todos hablamos, pero aún no nos ponemos de acuerdo: las condiciones de la clase trabajadora en un país bloqueado.

Sin duda, uno de los aspectos fundamentales son las horas invertidas en el trabajo. Tener una jornada laboral de 8 horas como un derecho ha sido una lucha histórica, pero no basta con hacer que un patrono cumpla con ese horario. Si el tiempo dedicado no va acompañado de una remuneración que sea suficiente para la vida del trabajador, sabemos que a la vuelta de la esquina vienen otras situaciones, como la renuncia o la búsqueda de otros ingresos.

Muchos de quienes leen esto saben lo que significa. Salvo que se tenga un muy buen sueldo o haya varios ingresos en casa, es casi una fija que toca buscar ganancias extra a través de los famosos rebusques o tigres. Pero, en nuestro país, muchos de esos trabajos esporádicos pueden volverse la principal fuente de ingreso para muchas familias.

El trabajo a destajo tuvo un inusual despegue en tiempos de pandemia, y hoy nos plantea otros escenarios como los famosos emprendimientos, esos proyectos que empiezan a dar sus primeros pasos con la esperanza de hacerse sostenibles. Pero no todos van en el mismo plan: muchos de quienes hoy tienen varios empleos esperan el día en que puedan vivir de un solo salario.

Esa expectativa está en muchos trabajadores de la Administración Pública, en condiciones lo suficientemente conocidas como para ponernos a describirlas acá. Sobre su situación se debate y opina ampliamente en redes sociales, muchas veces asumiendo que ellos están ahí, esperando que un día "el país se arregle" y sus cuentas bancarias se pongan buchonas.

Abundan consejos para ese sector: busca otro trabajo, emprende, el Estado tiene que reducir su tamaño, migra al sector privado, invierte… En fin, recomendaciones para un grupo que ya le lleva siete cuerpos de ventaja a quienes pretenden enseñarles cómo vivir hoy. Damos fe de eso no solo porque lo vemos, sino porque también lo vivimos.

Pareciera, entonces, que las ventajas laborales están en el sector privado, pero también allá se encuentran los que tienen varios trabajos y asumen como mantra matar tigritos para sacar plata extra. La supervivencia no es exclusiva de un sector y toma muchas más formas de las que alcanzamos a imaginar.

Hoy, cuando el país vive un proceso de recuperación y las perspectivas de crecimiento son reconocidas por instancias internacionales, la clase trabajadora merece al menos una discusión abierta y sincera de su presente y, especialmente, su futuro. Nuestra realidad laboral ha cambiado rotundamente, amerita otras lecturas, otras discusiones que abarquen no solo la remuneración, sino todo lo que conlleva el hecho social del trabajo, sin romantizaciones ni subestimaciones sobre un pueblo que ha estado a la altura de estas circunstancias para no llegar a escenarios de violencia. Mientras tanto, solo nos queda andar juntos preguntándonos: “Y tú, ¿trabajas más ahora?”.

 

Rosa E. Pellegrino

 

 

 

 

 

 

 


Noticias Relacionadas